Jose David
Clásico
- Registro
- 2 Jul 2006
- Mensajes
- 2.486
- Reacciones
- 7
No se si a alguien de aquí le ha pasado lo que en una célebre ocasión me ocurrió a mi, pero ciertamente fue de risa (para los demás), aquí va otro ladrillo.
Hace años ya, en un año universitario, estaba yo enamoradillo de una chavala, tal era mi estado que una chica, bastante mona y agradable, se me insinuó y yo ni caso, vamos que ni me di cuenta.
Pasaron los meses y los coletazos de esa fijación que tenía por mi enamorada iban remitiendo, no así el sentimiento de desear amar, y hete aquí que esta chica otra vez aparece: Simpática, agradable, más mona que nunca, muy bien arreglada. Vamos, un primor.
Total que para terminar de olvidar a la chavala, entre descanso y descanso de clase hablaba con ella, conversábamos de esto y lo otro. Y veo en ella una vivacidad, una pasión en lo que hace, que me hacen mirarla con otros ojos. Le dejo ver que está realmente hermosa cada día que viene a clase. ¡Ella responde positivamente!, parece coqueta y realmente creo que se la ve casi casi enamorada.
Ante estas perspectivas tan halagüeñas, no hubo otra que empezar a sentirme atraído por ella, cada día más (todo esto pasó en un plazo de aproximadamente dos semanas), hasta el punto en que ya hablando del tema de lo bonito que es amar algunas veces, sobre todo cuando es correspondido, y diciéndome ella que en estos momentos es lo que más desea, me lanzo a la piscina. Lo tengo todo planeado, a la mañana siguiente le dejo ver, ya sin indirectas (a las cuales sonríe y las acepta encantada), que me gusta y quiero empezar algo con ella.
Pasando casi toda la noche en vela, suena el despertador y me levanto como un resorte, feliz, entusiasmado, realmente todo va a ir como la seda de ahora en adelante.
Llego a clase, la chica estaba radiante, no se puede pedir más. Apenas me puedo contener, pero debo esperar a la hora de descanso. Veo que ella sale rápido, yo me tomo mi tiempo, voy al servicio, me aclaro la garganta, ¡ánimo!.
Nada más salir y entrar en la sala de esparcimiento, la veo morreándose con otro compañero de clase en el que apenas había reparado, y con el que la había visto hablando alguna que otra vez, pero sin sospechar absolutamente nada. Veo cómo se miran a los ojos, cómo se atraen, cómo el amor correspondido hace presa en ellos.
Presa de mi estupor, vuelvo a clase, anonadado, allí varios de mis compañeros están en silencio, me observan al entrar, saben que lo sé. Los miro y les pregunto: ¿Lo sabíais?. Ellos asienten, avergonzados. Lo sabían, todos lo sabían, y ahora estoy enamorado de una chica que acaba de empezar a salir con otro.
Esto pasó hace seis años, fue mi último amor, las dos relaciones que tuve después obtuvieron mi cariño, pero nunca mi verdadero sentimiento, quizá debido a esta enorme decepción.
¿Y yo os pregunto, alguna vez pasasteis por algo así?.
Hace años ya, en un año universitario, estaba yo enamoradillo de una chavala, tal era mi estado que una chica, bastante mona y agradable, se me insinuó y yo ni caso, vamos que ni me di cuenta.
Pasaron los meses y los coletazos de esa fijación que tenía por mi enamorada iban remitiendo, no así el sentimiento de desear amar, y hete aquí que esta chica otra vez aparece: Simpática, agradable, más mona que nunca, muy bien arreglada. Vamos, un primor.
Total que para terminar de olvidar a la chavala, entre descanso y descanso de clase hablaba con ella, conversábamos de esto y lo otro. Y veo en ella una vivacidad, una pasión en lo que hace, que me hacen mirarla con otros ojos. Le dejo ver que está realmente hermosa cada día que viene a clase. ¡Ella responde positivamente!, parece coqueta y realmente creo que se la ve casi casi enamorada.
Ante estas perspectivas tan halagüeñas, no hubo otra que empezar a sentirme atraído por ella, cada día más (todo esto pasó en un plazo de aproximadamente dos semanas), hasta el punto en que ya hablando del tema de lo bonito que es amar algunas veces, sobre todo cuando es correspondido, y diciéndome ella que en estos momentos es lo que más desea, me lanzo a la piscina. Lo tengo todo planeado, a la mañana siguiente le dejo ver, ya sin indirectas (a las cuales sonríe y las acepta encantada), que me gusta y quiero empezar algo con ella.
Pasando casi toda la noche en vela, suena el despertador y me levanto como un resorte, feliz, entusiasmado, realmente todo va a ir como la seda de ahora en adelante.
Llego a clase, la chica estaba radiante, no se puede pedir más. Apenas me puedo contener, pero debo esperar a la hora de descanso. Veo que ella sale rápido, yo me tomo mi tiempo, voy al servicio, me aclaro la garganta, ¡ánimo!.
Nada más salir y entrar en la sala de esparcimiento, la veo morreándose con otro compañero de clase en el que apenas había reparado, y con el que la había visto hablando alguna que otra vez, pero sin sospechar absolutamente nada. Veo cómo se miran a los ojos, cómo se atraen, cómo el amor correspondido hace presa en ellos.
Presa de mi estupor, vuelvo a clase, anonadado, allí varios de mis compañeros están en silencio, me observan al entrar, saben que lo sé. Los miro y les pregunto: ¿Lo sabíais?. Ellos asienten, avergonzados. Lo sabían, todos lo sabían, y ahora estoy enamorado de una chica que acaba de empezar a salir con otro.
Esto pasó hace seis años, fue mi último amor, las dos relaciones que tuve después obtuvieron mi cariño, pero nunca mi verdadero sentimiento, quizá debido a esta enorme decepción.
¿Y yo os pregunto, alguna vez pasasteis por algo así?.