Asta
Freak
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En la urbanización en la que habito, entre campos segados
de trigo y avutardas con “v”, la Comunidad de Propietarios
tuvo a bien construir tiempo ha una piscina para solaz y
remoje de nalgas de los contribuyentes.
Antes era exclusiva para socios y daba gloria ir porque
había cuatro gatos entre semana, ya que los socios son
(salvo unos cuantos pringados entre los que me incluyo)
potentados y probóscides que si van a la piscina es para
sacarse la polla y mearla un poco un domingo. Esos tienen
yates, una cuadra entera para quads y comen comida
preparada por mucama, no como yo, que estoy de lentejas
estofadas Litoral y ensaladas viudas hasta las orejas.
Pero hete aquí que ahora la cosa va por económico
bono-temporada y entre semana, una mara ingente de
chusma indocumentada y colegios enteros, se agolpan en
los cuatro sombrajos y decoran con “colorante alimentario”
la antes pulcra piscina. Ya notaba yo el agua un poco caldosa...
Ayer duré una hora escasa porque una niña me tocó las
tetas, aunque antes me había dado tiempo a agrupar por
sub-razas a toda la gentuza esta.
Los niños primero...
CAPITULO PRIMERO
Supervivientes de Herodes’s Age
1- A
Herederos de Hernán-Cortés
Escala social pediátrica, indeterminada en género y quinta,
pero caracterizada por atravesar un momento mágico de
descubrimiento del medio que le rodea. El medio que les
rodea se resume en “Genitales propios y ajenos”.
Aquí podemos enclavar a la niña redicha, con coletitas,
que se pasó el rato sentada en mi toalla demostrándome
que sabía contar del uno al diez y que me hizo desgranarle
a continuación todos los números siguientes. Cuando llegué
al 34, el angelito, que no me estaba prestando la mínima
atención ya que su estrategia de despiste del enemigo estaba
dando frutos, me suelta la infantería a bocajarro en pleno paso
de las Termópilas:
“Yo tengo tetas”
Quedó el 35 apenas dibujado en mis labios y, tras contestarle
que qué bien, que me alegraba y tal, el engendro se me acerca
y sobándome las mias me dice.
“El año que viene las tendré como tú, que me lo ha dicho la seño”.
Luego están los infantes que se tocan sin descanso en cuanto
sus madres les quitan los bañadores para que se sequen y que
convierten el recinto piscinil en un hábitat artificial para babuinos.
Claro que esto no es insano. Lo desconcertante es ver a un
pequeñín de cuatro años soplándole la flauta a un amiguito,
mientras sus madres despellejan a sus señores maridos.
1-B
Enjambre de aeropuerto
Otro subgrupo infantil son los enervantes trotones. Son
niños que corren una y otra vez, a gritos, alrededor de ti,
mientras intentas leer apaciblemente sin conseguirlo.
Es absolutamente fascinante, pero ayer conté nada menos
que seis grupúsculos independientes de trotones, jodiendo
a otros tantos sufridos individuos.
Si miras el panorama entrecerrando los ojos, te da la
sensación de estar ante la exasperante actividad de un
aeropuerto un 1 de agosto. Lo malo es que la Torre de
Control está inoperante.
1-C
Hijos de Marc Spitz
Las madres, para poder explotarse tranquilamente los
granos inguinales y pasarse las mejores recetas para
sobrevivir a la inactividad sexual a la que supuestamente
les someten sus maridos, endosan a sus crías de tiranosauro
a un par de mancebos que les dan clase de natación.
Estos mancebos tienen más grasa corporal de la esperada en
unos monitores de esgüimin, pero son adecuados para
mantener a la horda de pequeños mongoles agrupados y que
no se dispersen. Lo malo es que son tantos que se agrupan
en la totalidad de la piscina y si no te sacan un ojo con los flotadores-churro esos,
que miden cuatro metros de largo,
es de puto milagro.
Todo es un espejismo: Las consecuencias posteriores a este
agrupamiento momentáneo de fieras es que, al finalizar las
clases, y bocadillo de nocilla en mano, se alían estratégicamente
con los trotones y, además de unirse a su cruzada aeroportuaria,
compiten por ver quien se tira a bomba más cerca de ti, entre
risotadas de crueldad inusitada.
de trigo y avutardas con “v”, la Comunidad de Propietarios
tuvo a bien construir tiempo ha una piscina para solaz y
remoje de nalgas de los contribuyentes.
Antes era exclusiva para socios y daba gloria ir porque
había cuatro gatos entre semana, ya que los socios son
(salvo unos cuantos pringados entre los que me incluyo)
potentados y probóscides que si van a la piscina es para
sacarse la polla y mearla un poco un domingo. Esos tienen
yates, una cuadra entera para quads y comen comida
preparada por mucama, no como yo, que estoy de lentejas
estofadas Litoral y ensaladas viudas hasta las orejas.
Pero hete aquí que ahora la cosa va por económico
bono-temporada y entre semana, una mara ingente de
chusma indocumentada y colegios enteros, se agolpan en
los cuatro sombrajos y decoran con “colorante alimentario”
la antes pulcra piscina. Ya notaba yo el agua un poco caldosa...
Ayer duré una hora escasa porque una niña me tocó las
tetas, aunque antes me había dado tiempo a agrupar por
sub-razas a toda la gentuza esta.
Los niños primero...
CAPITULO PRIMERO
Supervivientes de Herodes’s Age
1- A
Herederos de Hernán-Cortés

Escala social pediátrica, indeterminada en género y quinta,
pero caracterizada por atravesar un momento mágico de
descubrimiento del medio que le rodea. El medio que les
rodea se resume en “Genitales propios y ajenos”.
Aquí podemos enclavar a la niña redicha, con coletitas,
que se pasó el rato sentada en mi toalla demostrándome
que sabía contar del uno al diez y que me hizo desgranarle
a continuación todos los números siguientes. Cuando llegué
al 34, el angelito, que no me estaba prestando la mínima
atención ya que su estrategia de despiste del enemigo estaba
dando frutos, me suelta la infantería a bocajarro en pleno paso
de las Termópilas:
“Yo tengo tetas”
Quedó el 35 apenas dibujado en mis labios y, tras contestarle
que qué bien, que me alegraba y tal, el engendro se me acerca
y sobándome las mias me dice.
“El año que viene las tendré como tú, que me lo ha dicho la seño”.
Luego están los infantes que se tocan sin descanso en cuanto
sus madres les quitan los bañadores para que se sequen y que
convierten el recinto piscinil en un hábitat artificial para babuinos.
Claro que esto no es insano. Lo desconcertante es ver a un
pequeñín de cuatro años soplándole la flauta a un amiguito,
mientras sus madres despellejan a sus señores maridos.
1-B
Enjambre de aeropuerto

Otro subgrupo infantil son los enervantes trotones. Son
niños que corren una y otra vez, a gritos, alrededor de ti,
mientras intentas leer apaciblemente sin conseguirlo.
Es absolutamente fascinante, pero ayer conté nada menos
que seis grupúsculos independientes de trotones, jodiendo
a otros tantos sufridos individuos.
Si miras el panorama entrecerrando los ojos, te da la
sensación de estar ante la exasperante actividad de un
aeropuerto un 1 de agosto. Lo malo es que la Torre de
Control está inoperante.
1-C
Hijos de Marc Spitz

Las madres, para poder explotarse tranquilamente los
granos inguinales y pasarse las mejores recetas para
sobrevivir a la inactividad sexual a la que supuestamente
les someten sus maridos, endosan a sus crías de tiranosauro
a un par de mancebos que les dan clase de natación.
Estos mancebos tienen más grasa corporal de la esperada en
unos monitores de esgüimin, pero son adecuados para
mantener a la horda de pequeños mongoles agrupados y que
no se dispersen. Lo malo es que son tantos que se agrupan
en la totalidad de la piscina y si no te sacan un ojo con los flotadores-churro esos,
que miden cuatro metros de largo,
es de puto milagro.
Todo es un espejismo: Las consecuencias posteriores a este
agrupamiento momentáneo de fieras es que, al finalizar las
clases, y bocadillo de nocilla en mano, se alían estratégicamente
con los trotones y, además de unirse a su cruzada aeroportuaria,
compiten por ver quien se tira a bomba más cerca de ti, entre
risotadas de crueldad inusitada.