F
Filimbi
Guest
Buenas hamijos, esta semana estuve ingresado un par de días porque recibí 20 puñaladas mortales, pero de desayunar tantos garbanzos como las mujeres vascas aquí me tenéis, duro como un roble. Esta semana vengo a contaros cómo acabé con unos emo que sembraban el pánico en el centro social donde mi abuela jugaba al parchís antes de ir a ver las obras cercanas.
Para el que no lo sepa, un emo es aquel infraser que desea morir y no tiene huevos a suicidarse, así como llevar el pelo como si fuera Son Goku, cambiándolo de color cada poco y ropas de color negro, que ni un gitano se las robaría del tendal.
A lo que iba, hoy estaba haciendo lo que hago a diario y mejor se me da, pegarme con gitanos. De repente llegaron estos emo y me empezaron a apalear, no eran muchos, cien o así. Me pegaron con piedras y palos, estaba allí vendido, el karma me estaba pasando factura, no debía haber tirado a aquellos gitanos por el terraplén y destrozar el taxi, pobre taxista, le había privado de su sustento.
Aquí pongo una foto de la contienda por si no os lo creéis. Las imágenes son duras, pero peor sería que el hijo de Bel Ballena le viera jalando los rabos como si fueran caramelos Ricola.
Después de recibir un par de horas patadas en mis órganos vitales, creí que moriría, en ese momento me movía menos que el salario base, ni Abogado Alcohólico tenía tan mal su hígado.
Cuando los emo se dieron la vuelta, me levante y me lié a hostias con tantas ganas como si de gitanos se tratara después de robarme los playeros de la ventana, imaginándome que esos emo llevaban las Yumas o las famosas J' Hayber. En un momento había tirado al suelo a los cien emo que había. Estaba más contento que Leto Atreides en la lata de Pepsi, pero de repente notaba que un cuchillo se clavaba dentro de mí. Cobardes, me habían rajado por atrás, me sentía más traicionado que Bell Ballena por Pajas Cubanas cuando colgó sus fotos jalando rabos que ni en las rebajas del 3x1 en Carrefour. Me desvanecía. En ese momento miles de recuerdos pasaban por mi cabeza, como el sábado, cuando me pegué con un gitano que se quitó la camiseta. Yo hice igual y él aprovechó, la cogió y se fue corriendo. Menos mal que yo llevaba las chanclas de meter el dedo y pude agarrarle. O como aquél día que estrellé el taxi con esos gitanos dentro, esperaba que nadie se olvidara de todo lo que hice por la civilización. Me desmayé.
Me desperté horas después en el hospital, con más agujeros que la madre de Madeira en los brazos, pero no decaeré, aún me queda una venganza que cumplir. Soy la ley y tengo licencia para matar.
PD: Es todo real, aunque igual me excedí en lo de las puñaladas y en vez de 20 fueron 19, tampoco pude contarlas con mucha exactitud.
Para el que no lo sepa, un emo es aquel infraser que desea morir y no tiene huevos a suicidarse, así como llevar el pelo como si fuera Son Goku, cambiándolo de color cada poco y ropas de color negro, que ni un gitano se las robaría del tendal.
A lo que iba, hoy estaba haciendo lo que hago a diario y mejor se me da, pegarme con gitanos. De repente llegaron estos emo y me empezaron a apalear, no eran muchos, cien o así. Me pegaron con piedras y palos, estaba allí vendido, el karma me estaba pasando factura, no debía haber tirado a aquellos gitanos por el terraplén y destrozar el taxi, pobre taxista, le había privado de su sustento.
Aquí pongo una foto de la contienda por si no os lo creéis. Las imágenes son duras, pero peor sería que el hijo de Bel Ballena le viera jalando los rabos como si fueran caramelos Ricola.
![2i9t2df.jpg](https://i42.tinypic.com/2i9t2df.jpg)
Después de recibir un par de horas patadas en mis órganos vitales, creí que moriría, en ese momento me movía menos que el salario base, ni Abogado Alcohólico tenía tan mal su hígado.
Cuando los emo se dieron la vuelta, me levante y me lié a hostias con tantas ganas como si de gitanos se tratara después de robarme los playeros de la ventana, imaginándome que esos emo llevaban las Yumas o las famosas J' Hayber. En un momento había tirado al suelo a los cien emo que había. Estaba más contento que Leto Atreides en la lata de Pepsi, pero de repente notaba que un cuchillo se clavaba dentro de mí. Cobardes, me habían rajado por atrás, me sentía más traicionado que Bell Ballena por Pajas Cubanas cuando colgó sus fotos jalando rabos que ni en las rebajas del 3x1 en Carrefour. Me desvanecía. En ese momento miles de recuerdos pasaban por mi cabeza, como el sábado, cuando me pegué con un gitano que se quitó la camiseta. Yo hice igual y él aprovechó, la cogió y se fue corriendo. Menos mal que yo llevaba las chanclas de meter el dedo y pude agarrarle. O como aquél día que estrellé el taxi con esos gitanos dentro, esperaba que nadie se olvidara de todo lo que hice por la civilización. Me desmayé.
Me desperté horas después en el hospital, con más agujeros que la madre de Madeira en los brazos, pero no decaeré, aún me queda una venganza que cumplir. Soy la ley y tengo licencia para matar.
PD: Es todo real, aunque igual me excedí en lo de las puñaladas y en vez de 20 fueron 19, tampoco pude contarlas con mucha exactitud.