Yo, cuando cambiaron al aurelio, me armaba unos chochos del copón con el cambio, ya que mi mente eternamente colocada por la hierba no daba nunca pie con bola. Luego, ya por cojones y como todo kiski, pues me acabé acostumbrando. Esto me recuerda a una anécdota que me ocurrió al respecto. Resulta que mi pobre abuela que en paz descanse, llamó una vez a un electricista para que le hiciera una ñapa en el keli. El nota, cuando le fue a cobrar le pidió mil duros (5000 petas), y como mi abuela no tenía ni puta idea de cuantos euros eran mil duros le preguntó al electricista; el tío le dijo que mil duros era un billete de 50 y ella, alma cándida, se los dio, y encima ni le dejó factura ni nada. Mi abuela ni rechistó, más que nada porque su mentalidad era otra, ella venía de antes de la guerra, de cuando los vecinos vivían con las puertas abiertas, se fiaba en las tiendas y se fiaba uno también de la gente por lo general.
Pocos días después fui a hacerle una visita, era verano, y hacía un calor de tres pares (como todos los días de verano en Sevilla), asín que cuando entré en su keli le dije: "Hostia, abuela, no veah si se está fresquito aquí". Ella me dijo: "Ay, Hits, hijo, menos mal que llamé al electricista para que funcionase "el fresquito", si no, me da algo malo aquí", "lo que pasa es que me ha cobrao mucho me parece a mi". Cuando me contó lo ocurrido le dije: "Yo conozco al electricista, abuela, dame su teléfono para hablar con él, a ver si se ha equivocao o algo". Y me lo dio.
Al día siguiente, por la mañana, le llamé y le dije que tenía dos interruptores que no funcionaban y un enchufe descolgao de la pared. Por la tarde, a eso de las 17:00, se plantó en mi casa y le hice pasar. Una vez dentro, le expliqué quien era y por qué le había llamado en realidad. También le aclaré que si no me reembolsaba inmediatamente los 50 aurelios que le había tangao a mi abuela más 30 por las molestias, le iba a meter un tiro en cada rodilla. Debí resultar muy convincente, porque el tío ni pestañeó, me dijo: "Perdona killo", y puso 80 pavos encima de la mesa del salón de la mansión. Los sacó de una cartera de cuero marrón petada de billetes, seguramente la recaudación de las estafas en cadena perpetradas en casas de viejas; yo ni siquiera tengo pipa, pero el tío tragó sin rechistar, además, si la hubiese tenido tampoco la hubiera sacado, porque si la saco y no es pa dispararla ya sabemos todos lo que soy.
Le llevé los 50 pavos a mi abuela diciéndole que el electricista me había dicho que no le cobraba nada por el malentendido, y como la pobre era muy buena y muy inocente no hizo pregunta alguna. Los 30 restantes los quemé en droga... Menuda novedad.
Creo que la historia puede encajar en éste jilo, si no es así, sepan disculparme los señores mods, pero no me baneen, no soportaría ni un solo día ahí fuera.