Pues no está gordo el manatí.
Si fuera la obesidad, fláccidez, encorvamiento, papada con ausencia de cuello, pelambrera de yeti, alopecia, micropene mal circundidado... la cuestión es que a sus 52 años, el seboso proxeneta estafador y corruptor de menores sigue captando a chicas desestructuradas con apenas la mayoría de edad, pero sin suficiente desarrollo psíquico, que por 200 euros quedarán marcadas de por vida.
Luego un chico de edad aproximada o hasta una década más mayor que ella ofrece una relación amorosa estable pero lo rechazan si no dispone de comodidades ni financia sus vicios de forma inmediata. Dinero rápido por prostituirse sin reflexión pero no un novio pobretón.