Aún recuerdo cuando se fumaba en los garitos, restaurantes y discotecas, que aquello era un puto ascazo. Salías apestando, no solo a tabaco, sino a alientazo a alcohol de los borrachos; los que no hayáis tenido una frondosa melena no conoceréis esta sensación...
El caso es que décadas antes ya se conocía de sobra el poder cancerígeno del tabaco, incluso en formato pasivo. La madre de un amigo que no había fumado nunca pero había regentado un bar murió de cáncer de pulmón con 54 años. Pero es mejor negar las evidencias, no sea que algún potente empresaurio deje de percibir sus miles de eurazos mientras vosotros os enfermáis (y no, no podréis ir a Houston).
Cuando se prohibió, salieron los listos agoreros de siempre, advirtiendo de que si la libertad, que si el mundo de la noche y la hostelería se iban a hundir, que si borregos y tal.
Se nos llena la boca con la palabra LIBERTAD. Pero ¿sabéis en qué consiste la verdadera libertad? En levantarte un jueves a las 10, salir a desayunar a una terracita y reírte de los parguelas que corren a coger el metro, o que le sacan el dedo al del carril de al lado porque lo adelantó por la derecha. Reírse de esos, y también de los jubilados, porque estos ya están viejos y perdieron muchos trenes. Pero tú no tienes ni 50, y estás cobrando una paguita, como
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