Libros GENERACIÓN BEAT

Ramon Llull

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19 Sep 2005
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Abro este hilo para hablar aquí de la literatura beat en toda su amplia manifestación: obras, autores, impresiones, precursores, legado, opiniones o críticas.

Para iniciar el hilo, empiezo citando un escrito de definición y presentación del corriente a cargo de uno de los pesos pesados del movimiento: Allen Ginsberg (1926-1997).


"El término Beat Generation surgió durante una conversación entre Jack Kerouac y John Clellon Holmes en 1948. Hablaban del carácter de otras generaciones, y al recordar el encanto de la "Lost Generation" (la Generación Perdida), Kerouac dijo: "Ah, la nuestra no es más que una generación vencida [beat]".

Acaso se trataba, comentaron, de una "generación encontrada'', como a veces la llamaba Kerouac, o de una "generación angélica'', y así probaron otros epítetos. Pero Kerouac cerró la discusión diciendo: Beat Generation -no con el propósito de nombrarla, sino para "desnombrarla''.

A fines de 1952 apareció en el New York Times Magazine el célebre artículo de John Clellon Holmes, "This is the Beat Generation'', que captó la atención del público. Poco después, Kerouac publicó un fragmento anónimo de On the Road, "Jazz of the Beat Generation'', lo que reforzó el carácter poético del término. Esta es, entonces, la historia temprana del nombre Beat Generation.

Herbert Huncke, autor de The Evening Sun Turned Crimson, amigo de Kerouac, Burroughs y otros del círculo literario de los cuarenta, inició al grupo en la jerga entonces conocida como hip lenguage.

En ese contexto, la palabra beat es un término "subterráneo'' ("subcultural''), una expresión que se empleaba con bastante frecuencia en Times Square: "Hermano, estoy acabado (I'm beat)'', lo que significaba, sin dinero, sin un lugar donde quedarse. También podía hacer referencia a aquellos "que caminaron toda la noche con los zapatos llenos de sangre, por los muelles repletos de nieve, esperando a que en East River se abriera una puerta a un cuarto "saturado de vapor y de opio'' (Allen Ginsberg, Howl). O podía usarse en forma coloquial: "¿Te gustaría ir al zoológico en el Bronx?'' "No, hombre, estoy cansadísimo [beat], me desvelé anoche.''

Entonces, en el habla de la calle el significado original de beat era exhausto, en el fondo del mundo, averiguar, echar ojo, desvelado, despierto, avispado, rechazado por la sociedad, solitario, armado con una tremenda sabiduría callejera, listo. Al mismo tiempo, implicaba cosas como acabado, completo, en la noche oscura del alma o en la nube del no saber. Podía significar también "abierto'', en el sentido whitmaniano de "apertura a la humildad''[...]

Un tercer significado de beat fue enunciado públicamente por Kerouac en 1959, para corregir el abuso del término en los medios de comunicación, donde se empleaba con las connotaciones de "totalmente vencido'', "fracasado'', o en el sentido de "ritmo'' (como en the beat goes on). En varias entrevistas y charlas, Kerouac intentó mostrar el sentido correcto de beat, al sugerir su relación con palabras como "beatitud'' y "beatífico'' -la derrota u oscuridad necesarias, precedentes a la apertura a la luz y la supresión del ego que conducen a la iluminación religiosa.

Una cuarta definición se encuentra en el uso de la frase Beat Generation para designar a un movimiento literario, es decir, a un grupo de amigos que desde mediados de los años cuarenta habían trabajado juntos escribiendo poesía y prosa, y que compartían una idea de cultura -hasta que el término se volvió popular a nivel nacional en Norteamérica a fines de los años cincuenta. El grupo inicial estaba formado por Jack Kerouac, Neal Cassady (el prototipo del héroe en On the Road), William Burroughs, Herbert Huncke, John Clellon Holmes (autor de Go, The Horn y otros libros) y yo. Conocimos a Carl Solomon y Philip Lamantia en 1948, a Gregory Corso en 1950, y nos encontramos por primera vez con Lawrence Ferlinghetti y Peter Orlovsky en 1954.

A mediados de los años cincuenta, este pequeño círculo creció con la incorporación de otros escritores con quienes compartíamos maneras de pensar, estilos literarios o perspectivas planetarias. Llegaron a San Francisco Michael McClure, Gary Snyder, Philip Whalen y, hacia 1958, algunos otros poetas, muy fuertes pero menos conocidos, como Bob Kaufman, Jack Micheline y Ray Bremser, junto con el poeta negro más afamado: LeRoy Jones. Todos aceptamos el término beat en algún momento, con humor o seriamente, pero siempre con simpatía. En 1959 fuimos incluidos en la revista Life, en una crónica de Paul O'Neil acerca del estilo de vida, las costumbres y la literatura de los beats, y en el New York Post Alfred Aronowitz publicó en doce partes la serie titulada "The Beat Generation''.

Hacia la mitad de los cincuenta, lazos de confianza e intereses mutuos nos unieron con Frank O'Hara y Kenneth Koch, Robert Creeley y otros alumnos de Black Mountain College, en Carolina del Norte. Dentro de ese círculo literario, Kerouac, Whalen, Snyder, Lew Welch, Diana di Prima, Joanne Kyger, Orlovsky y yo nos interesábamos por la meditación y el budismo. (Para una discusión sobre la relación entre el budismo y la Generación Beat, véase la investigación sobre la evolución del budismo en América, How the Swans Came to the Lake, de Rick Fields.)

Un quinto significado de Beat Generation tiene que ver con la amplia influencia literaria y las actividades artísticas de una serie de poetas, directores de cine, pintores, escritores y novelistas que por entonces colaboraban en antologías, editoriales, películas independientes y otros medios. Estos grupos revitalizaron la larga tradición de la bohemia cultural en Norteamérica. Entre los personajes más importantes figuraban: en cine y fotografía, Robert Frank y Alfred Leslie; en música, David Amram; en pintura, Larry Rivers; en poesía y edición, Cid Corman, Jonathan Williams, Don Allen, Barney Rosset, Lawrence Ferlinghetti. Esta energía se desbordó hacia los movimientos juveniles, cuya actividad aumentaba en esos días, y fue absorbida por la cultura de masas y por la clase media hacia fines de los cincuenta y principios de los sesenta.

Algunos ideales del movimiento artístico original se pueden encontrar en los primeros escritos de sus poetas, mientras que el interés intergeneracional se renueva década tras década, atraído por algunos asuntos recurrentes: una curiosidad por la naturaleza de la conciencia, orientada a la comprensión del pensamiento oriental, a prácticas de meditación, al arte como manifestación de las texturas de la conciencia y a la liberación espiritual. Estas preocupaciones derivaron hacia la liberación sexual, particularmente homosexual, que históricamente actuó como catalizador en los movimientos de liberación de la mujer y de los negros. La exploración de las texturas de la conciencia condujo hacia una visión tolerante y no-teísta, y por lo tanto, a un antifascismo cósmico, a un acercamiento pacífico a la política, al multiculturalismo, a la absorción de la cultura negra[...]

Nuestro interés por las sustancias psicodélicas como herramientas de conocimiento, particularmente la marihuana, los hongos y el ácido lisérgico, nos permitió sostener una actitud más realista hacia las leyes antidrogas, y nos dio la convicción de que el tabaco y el alcohol eran más destructivos que el resto de las drogas, con excepción de la cocaína.[...]

Pienso que las generaciones más jóvenes han sido atraídas por la exuberancia, el optimismo libertario, el humor erótico, la sinceridad, la energía sostenida, la invención y la solidaridad entre poetas y cantantes, de Burroughs y Dylan Thomas a los jóvenes Beck o Geoffrey Manaugh. Tenemos un gran trabajo por delante, y lo estamos realizando, en una tentativa por rescatar el espíritu de América."

(Este texto fragmentado se recoje en el prólogo a The beat book.)

Se abre la veda, señorías.

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Excelente!!!

El autor máximo de la Beat Generation es Kerouac y la Biblia es "On the road".

En cuanto disponga de más tiempo ya me curraré algo al respecto. Ya que debo a "On the road" muchos descubrimientos y muchas experiencias. Es una lectura imprescindible para todo aquel que tenga 20 años (o más).
 
Mítica fotografía la posteada, Maese.

Para animar un poco el fuego adjunto un poema del mismo Allen Ginsberg dirigido a su país. Nótese la referencia a Burroughs y la personificación de América mediante un recriminatorio y crudo lenguaje, desengañado y desgarrado. Está en su versión original, pero creo que pese a su extensión considerable, es un nivel bastante comprensible.


America

America I've given you all and now I'm nothing.
America two dollars and twenty-seven cents January 17, 1956.
I can't stand my own mind.
America when will we end the human war?
Go fuck yourself with your atom bomb
I don't feel good don't bother me.
I won't write my poem till I'm in my right mind.
America when will you be angelic?
When will you take off your clothes?
When will you look at yourself through the grave?
When will you be worthy of your million Trotskyites?
America why are your libraries full of tears?
America when will you send your eggs to India?
I'm sick of your insane demands.
When can I go into the supermarket and buy what I need with my good looks?
America after all it is you and I who are perfect not the next world.
Your machinery is too much for me.
You made me want to be a saint.
There must be some other way to settle this argument.
Burroughs is in Tangiers I don't think he'll come back it's sinister.
Are you being sinister or is this some form of practical joke?
I'm trying to come to the point.
I refuse to give up my obsession.
America stop pushing I know what I'm doing.
America the plum blossoms are falling.
I haven't read the newspapers for months, everyday somebody goes on trial for
murder.
America I feel sentimental about the Wobblies.
America I used to be a communist when I was a kid and I'm not sorry.
I smoke marijuana every chance I get.
I sit in my house for days on end and stare at the roses in the closet.
When I go to Chinatown I get drunk and never get laid.
My mind is made up there's going to be trouble.
You should have seen me reading Marx.
My psychoanalyst thinks I'm perfectly right.
I won't say the Lord's Prayer.
I have mystical visions and cosmic vibrations.
America I still haven't told you what you did to Uncle Max after he came over
from Russia.

I'm addressing you.
Are you going to let our emotional life be run by Time Magazine?
I'm obsessed by Time Magazine.
I read it every week.
Its cover stares at me every time I slink past the corner candystore.
I read it in the basement of the Berkeley Public Library.
It's always telling me about responsibility. Businessmen are serious. Movie
producers are serious. Everybody's serious but me.
It occurs to me that I am America.
I am talking to myself again.

Asia is rising against me.
I haven't got a chinaman's chance.
I'd better consider my national resources.
My national resources consist of two joints of marijuana millions of genitals
an unpublishable private literature that goes 1400 miles and hour and
twentyfivethousand mental institutions.
I say nothing about my prisons nor the millions of underpriviliged who live in
my flowerpots under the light of five hundred suns.
I have abolished the whorehouses of France, Tangiers is the next to go.
My ambition is to be President despite the fact that I'm a Catholic.

America how can I write a holy litany in your silly mood?
I will continue like Henry Ford my strophes are as individual as his
automobiles more so they're all different sexes
America I will sell you strophes $2500 apiece $500 down on your old strophe
America free Tom Mooney
America save the Spanish Loyalists
America Sacco Vanzetti must not die
America I am the Scottsboro boys.
America when I was seven momma took me to Communist Cell meetings they
sold us garbanzos a handful per ticket a ticket costs a nickel and the
speeches were free everybody was angelic and sentimental about the
workers it was all so sincere you have no idea what a good thing the party
was in 1935 Scott Nearing was a grand old man a real mensch Mother
Bloor made me cry I once saw Israel Amter plain. Everybody must have
been a spy.
America you don're really want to go to war.
America it's them bad Russians.
Them Russians them Russians and them Chinamen. And them Russians.
The Russia wants to eat us alive. The Russia's power mad. She wants to take
our cars from out our garages.
Her wants to grab Chicago. Her needs a Red Reader's Digest. her wants our
auto plants in Siberia. Him big bureaucracy running our fillingstations.
That no good. Ugh. Him makes Indians learn read. Him need big black niggers.
Hah. Her make us all work sixteen hours a day. Help.
America this is quite serious.
America this is the impression I get from looking in the television set.
America is this correct?
I'd better get right down to the job.
It's true I don't want to join the Army or turn lathes in precision parts
factories, I'm nearsighted and psychopathic anyway.
America I'm putting my queer shoulder to the wheel.
 
Ginsberg, el maricón genial de su Generación

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Vuelvo a poner "Howl"

I saw the best minds of my generation destroyed by
madness, starving hysterical naked,
dragging themselves through the negro streets at dawn
looking for an angry fix,
angelheaded hipsters burning for the ancient heavenly
connection to the starry dynamo in the machinery of night,
who poverty and tatters and hollow-eyed and high sat
up smoking in the supernatural darkness of
cold-water flats floating across the tops of cities
contemplating jazz,
who bared their brains to Heaven under the El and
saw Mohammedan angels staggering on tenement roofs illuminated,
who passed through universities with radiant cool eyes
hallucinating Arkansas and Blake-light tragedy
among the scholars of war,
who were expelled from the academies for crazy &
publishing obscene odes on the windows of the skull,
who cowered in unshaven rooms in underwear,
burning their money in wastebaskets and listening
to the Terror through the wall,
who got busted in their pubic beards returning through
Laredo with a belt of marijuana for New York,
who ate fire in paint hotels or drank turpentine in
Paradise Alley, death, or purgatoried their
torsos night after night
with dreams, with drugs, with waking nightmares,
alcohol and cock and endless balls,
incomparable blind; streets of shuddering cloud and
lightning in the mind leaping toward poles of Canada & Paterson,
illuminating all the motionless world of Time between,
Peyote solidities of halls, backyard green tree cemetery
dawns, wine drunkenness over the rooftops,
storefront boroughs of teahead joyride neon
blinking traffic light, sun and moon and tree
vibrations in the roaring winter dusks of Brooklyn,
ashcan rantings and kind king light of mind,
who chained themselves to subways for the endless
ride from Battery to holy Bronx on benzedrine
until the noise of wheels and children brought
them down shuddering mouth-wracked and
battered bleak of brain all drained of brilliance
in the drear light of Zoo,
who sank all night in submarine light of Bickford's
floated out and sat through the stale beer after
noon in desolate Fugazzi's, listening to the crack
of doom on the hydrogen jukebox,
who talked continuously seventy hours from park to
pad to bar to Bellevue to museum to the Brooklyn Bridge,
lost battalion of platonic conversationalists jumping
down the stoops off fire escapes off windowsills
off Empire State out of the moon,
yacketayakking screaming vomiting whispering facts
and memories and anecdotes and eyeball kicks
and shocks of hospitals and jails and wars,
whole intellects disgorged in total recall for seven days
and nights with brilliant eyes, meat for the
Synagogue cast on the pavement,
who vanished into nowhere Zen New Jersey leaving a
trail of ambiguous picture postcards of Atlantic City Hall,
suffering Eastern sweats and Tangerian bone-grind-ings and
migraines of China under junk-with-drawal in Newark's bleak furnished room,
who wandered around and around at midnight in the
railroad yard wondering where to go, and went,
leaving no broken hearts,
who lit cigarettes in boxcars boxcars boxcars racketing
through snow toward lonesome farms in grand-father night,
who studied Plotinus Poe St. John of the Cross telepathy
and bop kabbalah because the cosmos instinctively
vibrated at their feet in Kansas,
who loned it through the streets of Idaho seeking visionary
indian angels who were visionary indian angels,
who thought they were only mad when Baltimore
gleamed in supernatural ecstasy,
who jumped in limousines with the Chinaman of Oklahoma on the impulse of winter midnight street
light smalltown rain,
who lounged hungry and lonesome through Houston
seeking jazz or sex or soup, and followed the
brilliant Spaniard to converse about America
and Eternity, a hopeless task, and so took ship to Africa,
who disappeared into the volcanoes of Mexico leaving
behind nothing but the shadow of dungarees
and the lava and ash of poetry scattered in fireplace Chicago,
who reappeared on the West Coast investigating the
F.B.I. in beards and shorts with big pacifist
eyes sexy in their dark skin passing out incomprehensible leaflets,
who burned cigarette holes in their arms protesting
the narcotic tobacco haze of Capitalism,
who distributed Supercommunist pamphlets in Union
Square weeping and undressing while the sirens
of Los Alamos wailed them down, and wailed
down Wall, and the Staten Island ferry also wailed,
who broke down crying in white gymnasiums naked
and trembling before the machinery of other skeletons,
who bit detectives in the neck and shrieked with delight
in policecars for committing no crime but their
own wild cooking pederasty and intoxication,
who howled on their knees in the subway and were
dragged off the roof waving genitals and manuscripts,
who let themselves be fucked in the ass by saintly
motorcyclists, and screamed with joy,
who blew and were blown by those human seraphim,
the sailors, caresses of Atlantic and Caribbean love,
who balled in the morning in the evenings in rose
gardens and the grass of public parks and
cemeteries scattering their sabo freely to
whomever come who may,
who hiccuped endlessly trying to giggle but wound up
with a sob behind a partition in a Turkish Bath
when the blond & naked angel came to pierce
them with a sword,
who lost their loveboys to the three old shrews of fate
the one eyed shrew of the heterosexual dollar
the one eyed shrew that winks out of the womb
and the one eyed shrew that does nothing but
sit on her ass and snip the intellectual golden
threads of the craftsman's loom,
who copulated ecstatic and insatiate with a bottle of
beer a sweetheart a package of cigarettes a candle and fell off the bed, and continued along
the floor and down the hall and ended fainting
on the wall with a vision of ultimate cunt and
come eluding the last gyzym of consciousness,
who sweetened the snatches of a million girls trembling
in the sunset, and were red eyed in the morning
but prepared to sweeten the snatch of the sun
rise, flashing buttocks under barns and naked in the lake,
who went out whoring through Colorado in myriad
stolen night-cars, N.C., secret hero of these
poems, cocksman and Adonis of Denver-joy
to the memory of his innumerable lays of girls
in empty lots & diner backyards, moviehouses'
rickety rows, on mountaintops in caves or with
gaunt waitresses in familiar roadside lonely petticoat upliftings & especially secret gas-station
solipsisms of johns, & hometown alleys too,
who faded out in vast sordid movies, were shifted in
dreams, woke on a sudden Manhattan, and
picked themselves up out of basements hung
over with heartless Tokay and horrors of Third
Avenue iron dreams & stumbled to unemployment offices,
who walked all night with their shoes full of blood on
the snowbank docks waiting for a door in the
East River to open to a room full of steamheat and opium,
who created great suicidal dramas on the apartment
cliff-banks of the Hudson under the wartime
blue floodlight of the moon & their heads shall
be crowned with laurel in oblivion,
who ate the lamb stew of the imagination or digested
the crab at the muddy bottom of the rivers of Bowery,
who wept at the romance of the streets with their
pushcarts full of onions and bad music,
who sat in boxes breathing in the darkness under the
bridge, and rose up to build harpsichords in their lofts,
who coughed on the sixth floor of Harlem crowned
with flame under the tubercular sky surrounded
by orange crates of theology,
who scribbled all night rocking and rolling over lofty
incantations which in the yellow morning were
stanzas of gibberish,
who cooked rotten animals lung heart feet tail borsht
& tortillas dreaming of the pure vegetable kingdom,
who plunged themselves under meat trucks looking for an egg,
who threw their watches off the roof to cast their ballot
for Eternity outside of Time, & alarm clocks
fell on their heads every day for the next decade,
who cut their wrists three times successively unsuccessfully, gave up and were forced to open antique
stores where they thought they were growing
old and cried,
who were burned alive in their innocent flannel suits
on Madison Avenue amid blasts of leaden verse
& the tanked-up clatter of the iron regiments
of fashion & the nitroglycerine shrieks of the
fairies of advertising & the mustard gas of sinister intelligent editors, or were run down by the
drunken taxicabs of Absolute Reality,
who jumped off the Brooklyn Bridge this actually happened and walked away unknown and forgotten
into the ghostly daze of Chinatown soup alley
ways & firetrucks, not even one free beer,
who sang out of their windows in despair, fell out of
the subway window, jumped in the filthy Passaic, leaped on negroes,
cried all over the street,
danced on broken wineglasses barefoot smashed
phonograph records of nostalgic European
1930s German jazz finished the whiskey and
threw up groaning into the bloody toilet, moans
in their ears and the blast of colossal steam whistles,
who barreled down the highways of the past journeying
to each other's hotrod-Golgotha jail-solitude
watch or Birmingham jazz incarnation,
who drove crosscountry seventytwo hours to find out
if I had a vision or you had a vision or he had
a vision to find out Eternity,
who journeyed to Denver, who died in Denver, who
came back to Denver & waited in vain, who
watched over Denver & brooded & loned in
Denver and finally went away to find out the
Time, & now Denver is lonesome for her heroes,
who fell on their knees in hopeless cathedrals praying
for each other's salvation and light and breasts,
until the soul illuminated its hair for a second,
who crashed through their minds in jail waiting for
impossible criminals with golden heads and the
charm of reality in their hearts who sang sweet
blues to Alcatraz,
who retired to Mexico to cultivate a habit, or Rocky
Mount to tender Buddha or Tangiers to boys
or Southern Pacific to the black locomotive or
Harvard to Narcissus to Woodlawn to the
daisychain or grave,
who demanded sanity trials accusing the radio of hyp
notism & were left with their insanity & their
hands & a hung jury,
who threw potato salad at CCNY lecturers on Dadaism
and subsequently presented themselves on the
granite steps of the madhouse with shaven heads
and harlequin speech of suicide, demanding instantaneous lobotomy,
and who were given instead the concrete void of insulin
Metrazol electricity hydrotherapy psychotherapy occupational
therapy pingpong & amnesia,
who in humorless protest overturned only one symbolic
pingpong table, resting briefly in catatonia,
returning years later truly bald except for a wig of
blood, and tears and fingers, to the visible mad
man doom of the wards of the madtowns of the East,
Pilgrim State's Rockland's and Greystone's foetid
halls, bickering with the echoes of the soul,
rocking and rolling in the midnight solitude-bench
dolmen-realms of love, dream of life a nightmare,
bodies turned to stone as heavy as the moon,
with mother finally ******, and the last fantastic book
flung out of the tenement window, and the last
door closed at 4. A.M. and the last telephone
slammed at the wall in reply and the last furnished room
emptied down to the last piece of mental furniture,
a yellow paper rose twisted on a wire hanger in the closet,
and even that imaginary,
nothing but a hopeful little bit of hallucination
ah, Carl, while you are not safe I am not safe, and
now you're really in the total animal soup of time
and who therefore ran through the icy streets obsessed
with a sudden flash of the alchemy of the use
of the ellipse the catalog the meter & the vibrating plane,
who dreamt and made incarnate gaps in Time & Space
through images juxtaposed, and trapped the
archangel of the soul between 2 visual images
and joined the elemental verbs and set the noun
and dash of consciousness together jumping
with sensation of Pater Omnipotens Aeterna Deus
to recreate the syntax and measure of poor human
prose and stand before you speechless and intelligent
and shaking with shame,
rejected yet confessing out the soul to conform to the rhythm
of thought in his naked and endless head,
the madman bum and angel beat in Time, unknown,
yet putting down here what might be left to say
in time come after death,
and rose reincarnate in the ghostly clothes of jazz in
the goldhorn shadow of the band and blew the
suffering of America's naked mind for love into
an eli eli lamma lamma sabacthani saxophone
cry that shivered the cities down to the last radio
with the absolute heart of the poem of life butchered
out of their own bodies good to eat a thousand years.
What sphinx of cement and aluminum bashed open
their skulls and ate up their brains and imagination?
Moloch! Solitude! Filth! Ugliness! Ashcans and unob
tainable dollars! Children screaming under the
stairways! Boys sobbing in armies! Old men
weeping in the parks!
Moloch! Moloch! Nightmare of Moloch! Moloch the
loveless! Mental Moloch! Moloch the heavy
judger of men!
Moloch the incomprehensible prison! Moloch the
crossbone soulless jailhouse and Congress of
sorrows! Moloch whose buildings are judgment!
Moloch the vast stone of war! Moloch the stunned governments!
Moloch whose mind is pure machinery! Moloch whose
blood is running money! Moloch whose fingers
are ten armies! Moloch whose breast is a cannibal dynamo!
Moloch whose ear is a smoking tomb!
Moloch whose eyes are a thousand blind windows!
Moloch whose skyscrapers stand in the long
streets like endless Jehovahs! Moloch whose factories
dream and croak in the fog! Moloch whose
smokestacks and antennae crown the cities!
Moloch whose love is endless oil and stone! Moloch
whose soul is electricity and banks! Moloch
whose poverty is the specter of genius! Moloch
whose fate is a cloud of sexless hydrogen!
Moloch whose name is the Mind!
Moloch in whom I sit lonely! Moloch in whom I dream
Angels! Crazy in Moloch! Cocksucker in
Moloch! Lacklove and manless in Moloch!
Moloch who entered my soul early! Moloch in whom
I am a consciousness without a body! Moloch
who frightened me out of my natural ecstasy!
Moloch whom I abandon! Wake up in Moloch!
Light streaming out of the sky!
Moloch! Moloch! Robot apartments! invisible suburbs!
skeleton treasuries! blind capitals! demonic
industries! spectral nations! invincible mad
houses! granite cocks! monstrous bombs!
They broke their backs lifting Moloch to Heaven! Pave-
ments, trees, radios, tons! lifting the city to
Heaven which exists and is everywhere about us!
Visions! omens! hallucinations! miracles! ecstasies!
gone down the American river!
Dreams! adorations! illuminations! religions! the whole
boatload of sensitive bullshit!
Breakthroughs! over the river! flips and crucifixions!
gone down the flood! Highs! Epiphanies! Despairs!
Ten years' animal screams and suicides!
Minds! New loves! Mad generation! down on
the rocks of Time!
Real holy laughter in the river! They saw it all! the
wild eyes! the holy yells! They bade farewell!
They jumped off the roof! to solitude! waving!
carrying flowers! Down to the river! into the street!
Carl Solomon! I'm with you in Rockland
where you're madder than I am
I'm with you in Rockland
where you must feel very strange
I'm with you in Rockland
where you imitate the shade of my mother
I'm with you in Rockland
where you've murdered your twelve secretaries
I'm with you in Rockland
where you laugh at this invisible humor
I'm with you in Rockland
where we are great writers on the same dreadful typewriter
I'm with you in Rockland
where your condition has become serious and
is reported on the radio
I'm with you in Rockland
where the faculties of the skull no longer admit
the worms of the senses
I'm with you in Rockland
where you drink the tea of the breasts of the
spinsters of Utica
I'm with you in Rockland
where you pun on the bodies of your nurses the
harpies of the Bronx
I'm with you in Rockland
where you scream in a straightjacket that you're
losing the game of the actual pingpong of the abyss
I'm with you in Rockland
where you bang on the catatonic piano the soul
is innocent and immortal it should never die
ungodly in an armed madhouse
I'm with you in Rockland
where fifty more shocks will never return your
soul to its body again from its pilgrimage to a
cross in the void
I'm with you in Rockland
where you accuse your doctors of insanity and
plot the Hebrew socialist revolution against the
fascist national Golgotha
I'm with you in Rockland
where you will split the heavens of Long Island
and resurrect your living human Jesus from the
superhuman tomb
I'm with you in Rockland
where there are twenty-five-thousand mad com-
rades all together singing the final stanzas of
the Internationale
I'm with you in Rockland
where we hug and kiss the United States under
our bedsheets the United States that coughs all
night and won't let us sleep
I'm with you in Rockland
where we wake up electrified out of the coma
by our own souls' airplanes roaring over the
roof they've come to drop angelic bombs the
hospital illuminates itself imaginary walls collapse
O skinny legions run outside O starry
spangled shock of mercy the eternal war is
here O victory forget your underwear we're free
I'm with you in Rockland
in my dreams you walk dripping from a sea-
journey on the highway across America in tears
to the door of my cottage in the Western night
 
Excelente Ginsberg.

Procedo a explorar un poco más el amplio universo de autores y, de paso, abrir un poco de polémica con un relato típico de Charles Bukowski (1920-1994). Si bien no se le puede asociar directamente con Kerouac o Ginsberg, creo que su narración directa, informal y contraria a toda retórica bien puede satisfacer a todos los lectores de literatura beat. Espero vuestras opiniones; de momento, el relato:

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Vida de un vagabundo

Harry se despertó en su cama con resaca. Una resaca horrible.
-Mierda -dijo en voz baja.
Había un pequeño lavabo en la habitación.
Harry se levantó, alivió su estómago en el lavabo que después aclaró con agua del grifo, metió la cabeza debajo y bebió un poco de agua. Después se mojó la cara y se la secó con la camiseta que llevaba puesta.
Era el año 1943.
Harry cogió algunas prendas del suelo y comenzó a vestirse lentamente. Las persianas estaban echadas y todo estaba oscuro menos los lugares donde el sol se colaba por los trozos rotos de la persiana. Había dos ventanas. Un sitio distinguido.
Salió pasillo adelante rumbo al retrete, cerró la puerta con llave y se sentó. Era increíble que aún pudiese defecar. No había comido desde hacía varios días.
Dios mío, pensó, la gente tiene intestinos, boca, pulmones, orejas, ombligo, órganos sexuales y... pelo, poros, lengua, a veces dientes, y todo lo demás..., uñas, pestañas, dedos de los pies, rodillas, estómago...
Había algo muy fastidioso en todo eso. ¿Por qué nadie se quejaba?
Harry acabó con el áspero papel higiénico de la pensión. Seguro que las caseras se limpiaban con algo mejor. Todas aquellas caseras tan religiosas, con maridos muertos hace tiempo.
Se subió los pantalones, tiró de la cadena, salió de allí, bajó la escalera de la pensión y salió a la calle.
Eran las 11 de la mañana. Se dirigió hacia el sur. La resaca era brutal, pero no le importaba. Eso significaba que había estado en algún otro lugar, algún sitio bueno. Mientras iba andando encontró medio cigarrillo en el bolsillo de la camisa. Se detuvo, miró el extremo negro y aplastado, buscó una cerilla y luego intentó encenderlo. La llama no prendía. Siguió intentándolo. Después de la cuarta cerilla, que le quemó los dedos, consiguió dar una calada. Sintió náuseas, luego tosió. Notó que su estómago se estremecía.
Un coche se acercó lentamente. Estaba ocupado por cuatro muchachos jóvenes.
-¡EH, TÚ, VEJESTORIO! ¡MUÉRETE! -gritó unno de ellos a Harry.
Los otros se rieron. Después se fueron.
El cigarrillo de Harry seguía encendido. Dio otra calada. Brotó una bocanada de humo azul. Le gustaba aquella bocanada de humo azul.
Caminaba bajo el calor del sol pensando: “Voy andando y fumando un cigarrillo.”
Harry caminó hasta llegar al parque que había frente a la biblioteca. Seguía chupando el cigarrillo. Entonces la colilla le quemó los dedos y la tiró a regañadientes. Entró en el parque y anduvo hasta encontrar un sitio entre una estatua y unos arbustos. Era una estatua de Beethoven. Y Beethoven estaba andando, con la cabeza gacha, las manos entrelazadas a la espalda, obviamente pensando en algo.
Harry se agachó y se tumbó sobre la hierba. La hierba recién cortada picaba bastante. Estaba puntiaguda, afilada, pero tenía un aroma agradable y limpio. El aroma de la paz.
Insectos diminutos comenzaron a pulular alrededor de su cara en círculos irregulares, cruzándose unos con otros pero sin chocar jamás.
Apenas eran unas partículas, pero eran unas partículas a la búsqueda de algo.
Harry levantó la mirada, a través de las partículas, hacia el cielo. El cielo estaba azul y endemoniadamente alto. Harry siguió mirando hacia arriba, al cielo, intentando sacar algo en claro. Pero Harry no sacó nada en claro. Ninguna sensación de eternidad, ni de Dios, ni siquiera del diablo. Pero uno tiene que encontrar primero a Dios para encontrar al diablo. Van en ese orden.
A Harry no le gustaban los pensamientos profundos. Los pensamientos profundos podían conducir a errores profundos.
Después pensó un poco en el suicidio. Tranquilamente. Como la mayoría de los hombres piensa en comprarse un par de zapatos nuevos. El problema principal del suicidio es la idea de que podría ser el comienzo de algo peor. Lo que él realmente necesitaba era una botella de cerveza helada, con la etiqueta un poco mojada y esas gotas frías tan hermosas sobre la superficie del vaso.
Harry comenzó a dormitar..., a ser despertado por el sonido de voces. Las voces de colegialas muy jóvenes. Se reían con risillas bobas.
-¡Ohh, mirad!
-¡Está dormido!
-¿Le despertamos?
Harry entreabrió un poco los ojos bajo el sol, espiándolas a través de las pestañas. No estaba seguro de cuántas eran, pero vio sus vestidos llenos de colores: amarillos y rojos y verdes y azules.
-¡Mirad, es precioso!
Soltaron unas risillas bobas, se rieron abiertamente, salieron corriendo.
Harry volvió a cerrar los ojos.
¿Qué había sido aquello?
Nunca le había pasado nada tan deliciosamente refrescante. Le habían llamado “precioso”. ¡Qué amabilidad!
Pero no regresarían.
Se levantó y anduvo hasta el extremo del parque. Allí estaba la avenida. Encontró un banco y se sentó. Había otro vagabundo en el banco de al lado. Era mucho más viejo que Harry. El vagabundo tenía un aire pesado, oscuro y siniestro que a Harry le recordó a su padre.
No, pensó Harry, ¡qué desconsiderado soy!
El vagabundo echó una rápida mirada a Harry. El vagabundo tenía unos ojos minúsculos e inexpresivos.
Harry le sonrió levemente. El vagabundo miró hacia otro lado.
Entonces se oyó un ruido procedente de la avenida. Motores. Era un convoy del ejército. Una larga fila de camiones llenos de soldados. Rebosantes de soldados que iban allí como enlatados, colgando por los costados de los camiones. El mundo estaba en guerra.
El convoy se movía lentamente. Los soldados vieron a Harry sentado en el banco del parque y ahí empezó todo. Era una mezcla de silbidos, abucheos y sartas de palabrotas. Le estaban gritando a él.
-¡EH, TÚ, HIJO DE PUTA!
-¡DESERTOR!
Cuando uno de los camiones del convoy ya habla pasado, el siguiente retomaba la cantinela.
-¡MUEVE EL CULO DE ESE BANCO!
-¡COBARDE!
-¡JODIDO MARICA!
-¡GALLINA!
Era un convoy muy largo y muy lento.
-¡VENGA, ÚNETE A NOSOTROS!
-¡NOSOTROS TE ENSEÑAREMOS A PELEAR, MAMARRRACHO!
Los rostros eran blancos y marrones y negros, flores del odio.
Entonces el vagabundo viejo se levantó del banco y gritó a los del convoy:
-¡SE LO VOY A HACER PAGAR POR VOSOTROS, AAMIGOS! ¡YO LUCHÉ EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL!
Los de los camiones se rieron y agitaron los brazos:
-¡HAZ QUE LO PAGUE, ABUELO!
-¡HAZLE VER LA LUZ!
Y el convoy desapareció.
Le habían tirado varias cosas a Harry: latas de cerveza vacías, latas de refrescos, naranjas, un plátano.
Harry se puso de pie, cogió el plátano, volvió a sentarse, lo peló y se lo comió. Estaba delicioso. Después encontró una naranja, la peló, masticó y se tragó la pulpa y el zumo. Encontró otra naranja y se la comió. Después encontró un encendedor que alguien había tirado o perdido. Lo encendió. Funcionaba.
Se dirigió hacia el vagabundo sentado en el banco, extendiendo el brazo en el que llevaba el encendedor.
-Eh, amigo, ¿tienes tabaco?
Los ojillos del vagabundo se volvieron rápidamente hacia Harry. No tenían vida, como si las pupilas les hubieran sido arrancadas. El labio inferior del vagabundo temblaba.
-Te gusta Hitler, ¿no? -dijo muy suavemennte.
-Oye, amigo -dijo Harry-. ¿Por qué no noss vamos tú y yo por ahí? Puede que consigamos alguna copa.
Los ojos del vagabundo viejo se quedaron en blanco. Durante un rato lo único que Harry vio fueron los blancos globos oculares inyectados en sangre. Después los ojos volvieron a su sitio.
El vagabundo lo miró:
-¡Contigo... no!
-Muy bien -dijo Harry-, hasta la vista....
Los ojos del vagabundo viejo volvieron a ponerse en blanco y repitió lo mismo, sólo que esta vez más alto:
-¡CONTIGO... NO!


Harry salió lentamente del parque y fue calle arriba hacia su bar preferido. El bar siempre estaba allí. Harry echaba anclas en aquel bar. Era su único refugio. Era despiadado y exacto.
De camino, Harry pasó por un terreno baldío. Un grupo de hombres de mediana edad jugaba a béisbol. No estaban en forma. La mayoría tenían una barriga prominente, eran bajos de estatura y tenían grandes traseros, casi de mujer. Eran todos no aptos o demasiado viejos para ser llamados a filas.
Harry se detuvo y observó el juego. Muchos tiros fuera, lanzamientos absurdos, bateadores golpeados, errores, pelotas mal bateadas, pero seguían jugando. Casi como un rito, un deber. Y estaban furiosos. Lo que mejor les salía era la furia. La energía de su furia era lo que dominaba.
Harry se quedó mirando. Todo parecía inútil. Hasta la pelota parecía triste, botando aquí y allá inútilmente.
-Hola, Harry, ¿cómo es que no estás en ell bar?
Era el viejo y flaco McDuff chupando su pipa. McDuff tenía alrededor de 62 años, siempre miraba hacia adelante, nunca te miraba a ti, pero de todas formas te veía desde detrás de aquellas gafas sin montura. Y siempre llevaba un traje negro y una corbata azul. Entraba en el bar todos los días alrededor de mediodía, se tomaba dos cervezas y luego se iba. No se le podía odiar y no se le podía querer. Era como un calendario o un portaplumas.
-Para allá voy -contestó Harry.
-Voy contigo -dijo McDuff.
Así que Harry se fue andando con el viejo y flaco McDuff, y el viejo y flaco McDuff iba chupando su pipa. McDuff siempre tenía encendida aquella pipa. McDuff era su pipa. ¿Por qué no?
Caminaban juntos sin hablar. No había nada que decir. Paraban en los semáforos. McDuff chupaba su pipa.
McDuff tenía dinero ahorrado. Nunca se había casado. Vivía en un apartamento de dos habitaciones y no hacía gran cosa. Bueno, leía los periódicos, pero sin demasiado interés. No era creyente. Pero no por falta de convicción, sino porque simplemente no se había preocupado de considerar ese aspecto de un modo u otro. Era como no ser republicano por no saber lo que es ser republicano. McDuff no era feliz ni desgraciado. Una vez se puso nervioso un instante, pareció que algo le preocupaba y durante unas décimas de segundo el terror se reflejó en sus ojos. Luego aquello pasó, rápidamente..., como una mosca que se hubiera posado... y luego saliese disparada hacia tierras más prometedoras.
Entonces llegaron al bar. Entraron.
El gentío habitual.
McDuff y Harry se sentaron en sus taburetes.
-Dos cervezas -canturreó al camarero el bbueno de McDuff.
-¿Qué haces, Harry? -preguntó uno de los clientes del bar.
-Buscar, moverme y cagar -contestó Harry..
Lo sintió por McDuff. Nadie lo había saludado. McDuff era como un papel secante sobre una mesa de despacho. No impresionaba. A Harry lo veían porque era un vagabundo. Les hacía sentirse superiores. Necesitaban esa sensación. McDuff les hacía sentirse débiles y ellos ya eran débiles de por sí.
No pasaba nada importante. Todo el mundo estaba sentado frente a sus bebidas, mimándolas. Pocos tenían la suficiente imaginación como para emborracharse simplemente como una cuba.
Una insulsa tarde de sábado.
McDuff pidió su segunda cerveza y tuvo la amabilidad de invitar a Harry de nuevo.
La pipa de McDuff estaba roja por las seis horas que llevaba ardiendo sin parar.
Acabó su segunda cerveza y salió del bar, y entonces Harry se quedó allí sentado solo, con el resto de la tripulación.
Era un sábado lento, lento, pero Harry sabía que si se quedaba allí sin hacer nada el tiempo suficiente, lo lograría. Por supuesto, el sábado por la noche era el mejor momento para gorronear copas. Pero no tenía adónde ir hasta entonces. Harry tenía que evitar a la dueña de la pensión. Pagaba por semanas y llevaba nueve días de retraso.
El ambiente se puso terrible entre copa y copa. Lo único que buscaban los clientes era sentarse y estar en algún sitio. Reinaba una soledad general, un miedo suave y una necesidad de estar juntos y charlar un poco, eso les aliviaba. Todo lo que Harry necesitaba era algo de beber. Harry podía beber sin parar y aún seguía necesitando más, no existía suficiente bebida para satisfacerle. Pero los demás... sólo estaban allí sentados, interviniendo de vez en cuando se hablara de lo que se hablase.
La cerveza de Harry se estaba desbravando. Y el asunto consistía en no terminarla, porque entonces había que pagar otra y no tenía dinero. Tenía que tener paciencia y esperanza. Como buen gorrón profesional de copas, Harry conocía la primera regla: nunca pidas que te inviten. Para los demás la gracia consistía en que estuviese sediento. Si pedía que le invitaran les quitaba el placer de sentirse espléndidos.
Harry dejó deambular su mirada por el bar. Había cuatro o cinco clientes. No eran muchos y no eran gran cosa. Uno de los que no eran gran cosa era Monk Hamilton. La razón principal por la que Monk creía merecer la inmortalidad era que se comía seis huevos para desayunar. Todos los días. Pensaba que eso le hacía superior. Pensar no se le daba bien. Era enorme, casi tan ancho como alto, tenía unos ojos pálidos y despreocupados, de mirada fija, un cuello de roble y unas manos enormes, peludas y nudosas.
Monk estaba hablando con el camarero. Harry miraba una mosca que se estaba metiendo despacito en un cenicero mojado de cerveza que había frente a él. La mosca dio varias vueltas entre las colillas, se dio contra un cigarrillo borracho y entonces emitió un zumbido furioso, se elevó en línea recta hacia arriba, pareció luego que volaba hacia atrás y hacia la izquierda y después se esfumó.
Monk era limpiacristales. Sus ojos afables vieron a Harry. Sus gruesos labios se contrajeron en una sonrisa altanera. Cogió su botella, se acercó, se sentó en el taburete contiguo al de Harry.
-¿Qué haces, Harry?
-Estoy esperando a que llueva.
-¿Te apetece una cerveza?
-Estoy esperando a que llueva cerveza, Moonk. Gracias.
Monk pidió dos cervezas. Las trajeron.
A Harry le gustaba beber la cerveza directamente de la botella. Monk vació parte de la suya dentro de un vaso.
-¿Necesitas trabajo, Harry?
-No he pensado en eso.
-Lo único que tienes que hacer es sosteneer la escalera. Necesitamos alguien que sostenga la escalera. Claro, no pagan tan bien como a los que están en lo alto, pero te dan algo. ¿Qué te parece?
Monk estaba bromeando. Monk creyó que Harry estaba demasiado jodido para darse cuenta.
-Déjame pensarlo un rato, Monk.
Monk miró a los otros clientes, puso de nuevo su sonrisa altanera, les guiñó un ojo y luego volvió a mirar a Harry.
-Oye, lo único que tienes que hacer es soostener derecha la escalera. Yo estaré arriba, limpiando las ventanas. Lo único que tienes que hacer es sostener derecha la escalera. No es muy difícil, ¿no?
-No tan difícil como muchas otras cosas, Monk.
-Entonces, ¿vas a hacerlo?
-Creo que no.
-¡Venga! ¿Por qué no pruebas una vez? -No sé hacerlo, Monk.
Entonces todos se sintieron bien. Harry era su chico. El perfecto idiota.
Harry miró todas aquellas botellas de detrás de la barra. Todos aquellos buenos momentos esperando, toda aquella risa, toda aquella locura..., bourbon, whisky, vino, ginebra, vodka y todo lo demás. Sin embargo, aquellas botellas estaban allí, sin abrir. Era como una vida esperando ser vivida y que nadie quería.
-Oye -dijo Monk-, voy a ir a cortarme el pelo.
Harry sintió la gordura silenciosa de Monk. Monk había ganado algo en algún sitio. Se sentía tan bien como una llave que encaja por una cerradura que permite entrar en algún lugar.
-¿Por qué no vienes y te quedas conmigo mmientras me cortan el pelo?
Harry no contestó.
Monk se inclinó acercándose:
-Pararemos a tomar una cerveza por el cammino y después te invitaré a otra.
-Vamos...
Harry vació sin dificultad la botella dentro de su sed y puso la botella sobre la barra. Salió del bar siguiendo a Monk. Bajaron la calle juntos. Harry se sentía como un perro siguiendo a su amo. Y Monk estaba tranquilo, todo estaba funcionando, todo encajaba. Era su sábado libre e iba a cortarse el pelo.
Encontraron un bar y pararon. Era mucho más bonito y limpio que aquel en el que Harry solía pasarse las horas muertas.
Monk pidió las cervezas.
¡Cómo estaba allí sentado! ¡Un superhombre! Y además, le gustaba sentirse así. Nunca había pensado en la muerte, por lo menos no en la suya.
Cuando estaban sentados uno junto al otro, Harry comprendió que había cometido un error: un trabajo de 8 a 5 hubiese sido menos penoso.
Monk tenía un lunar en el lado derecho de la cara, un lunar muy relajado, un lunar sin conciencia de sí mismo.
Harry observó cómo Monk levantaba su botella y chupaba de ella. Era algo que Monk hacía porque sí, como meterse el dedo en la nariz. No estaba realmente sediento de alcohol.
Monk estaba simplemente allí sentado con su botella y había pagado para eso. Y el tiempo pasaba como la mierda río abajo.
Terminaron sus botellas y Monk le dijo algo al camarero y el camarero le contestó algo.
Entonces Harry salió del bar siguiendo a Monk. Iban juntos y Monk iba a cortarse el pelo.
Llegaron a la peluquería y entraron. No habla ningún otro cliente. El peluquero conocía a Monk. Mientras Monk se encaramaba en su silla, se dijeron algo. El peluquero extendió la toalla y la cabeza de Monk surgió de allí dentro, con el lunar firme en la mejilla derecha, y dijo:
-Lo quiero corto alrededor de las orejas y no mucho por arriba.
Harry, desesperado por otra copa, cogió una revista, pasó algunas páginas e hizo como si tuviera interés en ella.
Entonces oyó a Monk hablar con el peluquero.
-Por cierto, Paul, Este es Harry. Harry, Este es Paul.
Paul y Harry y Monk.
Monk y Harry y Paul.
Harry, Monk, Paul.
-Oye, Monk -dijo Harry-, ¿qué tal si me vvoy a tomar otra cerveza mientras te cortan el pelo?
Los ojos de Monk se clavaron en Harry.
-No, nos beberemos una cerveza cuando yo termine aquí.
Luego sus ojos se clavaron en el espejo.
-No quites demasiado de encima de las oreejas, Paul.
Mientras el mundo daba vueltas, Paul tijereteaba.
-¿Has ligado mucho, Monk?
-Nada, Paul.
-No me lo creo...
-Pues deberías creerlo, Paul.
-No es eso lo que he oído.
-¿Qué, por ejemplo?
-Que cuando Betsy Ross hizo aquella primeera bandera, ¡las 13 estrellas no hubieran dado para envolverte la polla!
-Joder, Paul, eres demasiado!
Monk se rió. Su risa era como si se estuviesen cortando rebanadas de linóleum con un cuchillo mal afilado, O quizás era un grito de muerte.
De pronto, dejó de reírse.
-No me quites demasiado de arriba.
Harry dejó la revista y miró el suelo. La risa de linóleum se había convertido en un suelo de linóleum. Verde y azul, con diamantes púrpura. Un suelo antiguo. Algunas partes hablan empezado a pelarse, dejando al descubierto el suelo marrón oscuro de debajo. A Harry le gustaba el marrón oscuro.
Empezó a contar: 3 sillones de peluquería, 5 sillas para esperar, 13 o 14 revistas. Un peluquero. Un cliente. Un... ¿qué?
Paul y Harry y Monk y el marrón oscuro.
Fuera pasaban los coches. Harry empezó a contarlos, paró. No hay que jugar con la locura, la locura no juega.
Más fácil era contar las copas en la mano: ninguna.
El tiempo sonaba como una campana muda.
Harry tomó conciencia de sus pies, de sus pies dentro de los zapatos, luego de los dedos... en los pies... dentro de los zapatos.
Movió los dedos de los pies. Su vida se consumía yendo hacia ninguna parte como si fuese un caracol que se arrastra hacia el fuego.
Las plantas echaban hojas, los antílopes levantaban la cabeza de la hierba, un carnicero de Birmingham levantaba el cuchillo y Harry estaba sentado esperando en una peluquería, con sus esperanzas puestas en una cerveza.
No tenía honor, nunca era su día.
Aquello siguió, transcurrió, siguió y por fin terminó. El final de la obra del sillón del peluquero. Paul giró a Monk para que pudiese verse en los espejos de detrás del sillón.
Harry odiaba las peluquerías. El giro final en el sillón, aquellos espejos, eran momentos de horror para él.
A Monk no le importaba.
Se miró. Estudió su imagen, su cara, su pelo, todo. Parecía admirar lo que veía. Entonces habló:
-Muy bien, Paul, pero ¿te importaría corttarme ahora un poquito más del lado izquierdo? ¿Y ves estos pelillos que salen por aquí? Deberías cortarlos.
-Oh, sí, Monk..., ahora mismo...
El peluquero volvió a girar a Monk y se concentró en los pelitios que se salían de su sitio.
Harry miró las tijeras. Había mucho clic-clic pero no cortaban casi nada.
Entonces Paul giró otra vez a Monk hacia los espejos.
Monk volvió a mirarse.
Una leve sonrisa le distorsionó el lado derecho de la boca. Luego en el lado izquierdo de la cara le apareció un ligero tic. Narcisismo con sólo una sombra de duda.
-Así está bien -dijo-, ahora está perfectto.
Paul cepilló a Monk con un cepillo pequeño. El pelo muerto caía hacia un mundo muerto.
Monk buscó en el bolsillo el dinero para pagar y la propina.
La transacción monetaria tintineó en la tarde muerta.
Después, Harry y Monk fueron juntos calle abajo de regreso al bar.
-No hay nada como un corte de pelo -dijo Monk- para sentirse como un hombre nuevo.
Monk siempre llevaba camisas de trabajo azul pálido, remangadas para exhibir los bíceps. ¡Menudo tío! Ahora lo único que le faltaba era una hembra que le doblase los calzoncillos y las camisetas, que le enrollase los calcetines y los guardara en el cajón de la cómoda.
-Gracias por acompañarme, Harry.
-Vale, Monk...
-La próxima vez que vaya a cortarme el peelo me gustaría que me acompañaras.
-Quizás, Monk...
Monk iba andando junto al bordillo y fue como un sueño. Un sueño sensacionalista. Simplemente ocurrió. Harry no sabía de dónde había venido el impulso, pero lo permitió, simuló que tropezaba y empujó a Monk. Y Monk, como un pesado bloque de carne, cayó delante del autobús. El conductor pisó los frenos y se oyó un ruido sordo, no demasiado fuerte, pero un ruido sordo. Y allí estaba Monk sentado en la cuneta, con su corte de pelo, lunar, y todo. Y Harry bajó la mirada. Lo más extraño de todo aquello: la cartera de Monk estaba en la cuneta. Habla saltado del bolsillo trasero de Monk por el impacto y allí estaba, en la cuneta. Sólo que no estaba plana sobre el suelo, se erguía como una pequeña pirámide.
Harry se agachó, la recogió, la puso en su bolsillo delantero. Estaba tibia y llena de gracia. Dios te salve, María.
Entonces Harry se inclinó sobre Monk.
-¿Monk? Monk..., ¿estás bien?
Monk no contestó. Pero Harry notó que respiraba y vio que no había sangre. Y de repente el rostro de Monk se volvió hermoso y elegante.
Está jodido, pensó Harry, y yo estoy jodido. Todos estamos jodidos sólo que de diferentes maneras. No hay verdad, no hay nada real, no hay nada.
Pero si había algo. Había una multitud.
-¡Retírense! -dijo alguien-. ¡Denle aire!!
Harry retrocedió. Retrocedió hasta meterse entre la multitud. Nadie le detuvo.
Iba andando hacia el sur. Oyó el lamento de la ambulancia, junto con el de su propia culpa.
Entonces, de pronto, la culpa desapareció. Como acaba una vieja guerra. Había que seguir adelante. Las cosas continuaban. Como las pulgas y las tortitas con caramelo.
Harry se precipitó dentro de un bar en el que no había reparado antes. Había un camarero en la barra. Había botellas. Estaba oscuro allí dentro. Pidió un whisky doble, lo bebió de un trago. La cartera de Monk estaba hinchada y espléndida. El viernes debía de ser día de paga. Harry sacó un billete, pidió otro whisky doble. Bebió la mitad de un trago, aguardó un minuto en homenaje a Monk y luego se bebió el resto. Por primera vez en mucho tiempo se sintió muy bien.


A última hora de la tarde Harry bajó andando hasta el Groton Steak House. Entró y se sentó en la barra. Nunca había entrado allí. Un hombre alto, delgado y anodino, con gorro de cocinero y delantal manchado, se acercó y se inclinó por encima de la barra. Necesitaba un afeitado y olía a aerosol contra cucarachas. Miró maliciosamente a Harry.
-¿Vienes por el TRABAJO? -preguntó.
¿Por qué demonios quieren todos ponerme a trabajar?, pensó Harry
-No -contestó.
-Hay un puesto de friegaplatos. Cincuentaa centavos la hora y, de vez en cuando, se le puede tocar el culo a Rita.
La camarera pasó a su lado. Harry le miró el culo.
-No, gracias. Lo que quiero ahora es una cerveza. Sin vaso. De cualquier marca.
El chef se le acercó aún más. Tenía unos pelos muy largos en los agujeros de la nariz, que provocaban una enorme intimidación, como una pesadilla fuera de programa.
-Oye, cabrón, ¿tienes dinero?
-Claro que tengo -dijo Harry.
El chef dudó un momento, luego se alejó, abrió la nevera y sacó una botella. La destapó, volvió a donde estaba Harry y la puso de un golpe frente a él.
Harry dio un buen trago, bajó suavemente la botella hasta la barra.
El chef seguía examinándolo. El chef no podía comprenderlo del todo.
-Ahora -dijo Harry-, quiero un bistec de solomillo, tirando a hecho, con patatas fritas y poca salsa. Y tráigame otra cerveza ahora mismo.
El chef se alzó amenazadoramente frente a él, como una nube furiosa, luego se largó, volvió a la nevera, repitió la acción que incluía llevar la botella y depositarla de un golpe sobre la barra.
Entonces el chef fue hacia la parrilla, lanzó un bistec encima.
Se levantó un velo de humo glorioso. A través de él, el chef miraba fijamente a Harry.
No sé por qué no le gusto, pensó Harry. Bueno, quizás necesite cortarme el pelo (quíteme bastante de todas partes, por favor) y afeitarme, quizás tenga la cara un poco magullada, pero llevo la ropa bastante limpia. Gastada, pero limpia. Probablemente estoy más limpio que el alcalde de esta puta ciudad.
La camarera se acercó. No tenía mal aspecto. No era nada del otro mundo, pero no estaba mal. Llevaba el pelo recogido hacia arriba, como revuelto y con unos rizos que le colgaban por los lados. Bonito.
Se inclinó por encima de la barra.
-¿Vas a quedarte de friegaplatos?
-Me gusta el sueldo, pero no es mi tipo dde trabajo.
-¿Cuál es tu tipo de trabajo?
-Soy arquitecto.
-Eres un comemierda -dijo, y se alejó. Harry sabía que no era demasiado bueno entablando conversación. Se había dado cuenta de que cuanto menos hablaba, mejor se sentía la gente.
Harry se acabó las dos cervezas. Entonces llegó el bistec con patatas fritas. El chef depositó el plato de un golpe. El chef era un gran golpeador.
A Harry le parecía un milagro. Se puso a ello, cortando y masticando. Hacía un par de años que no comía un bistec. A medida que comía sentía cómo entraba en su cuerpo una fuerza nueva. Cuando no se come a menudo, eso resulta un gran acontecimiento.
Hasta su cerebro sonreía. Y su cuerpo parecía decir gracias, gracias, gracias.
Entonces Harry acabó.
El chef aún seguía mirándolo fijamente.
-Muy bien -dijo Harry-, tráigame otro plaato de lo mismo.
-¿Vas a tomar otra vez lo mismo?
-Sí.
La mirada pasó de fija a feroz. El chef se alejó y lanzó otro bistec sobre la parrilla.
-Y tomaré otra cerveza, por favor. Ahora..
-¡RITA! -gritó el chef-, ¡DALE OTRA CERVEZA!
Rita se acercó con la cerveza.
-Para ser arquitecto -dijo-, le das mucho a la cerveza.
-Estoy planeando levantar algo.
-¡Ja, ja! ¡Como si pudieras...!
Harry se concentró en su cerveza. Luego se levantó y se fue al lavabo de caballeros. Cuando regresó se acabó la cerveza.
El chef salió y puso de un golpe el plato de bistec delante de Harry.
-El puesto sigue vacante si lo quieres.
Harry no contestó. Empezó a comer otra vez.
El chef volvió a la parrilla desde donde continuó mirando fijamente a Harry.
-Tienes derecho a dos comidas -dijo el chef-, y a meter mano.
Harry estaba demasiado ocupado con el bistec con patatas para contestar. Seguía teniendo hambre. Cuando se es un vagabundo, y especialmente si se es bebedor, pueden pasar días y días sin que comas, muchas veces sin que sientas siquiera ganas, pero de pronto te ataca un hambre insoportable. Uno empieza a pensar en comérselo todo, cualquier cosa: ratones, mariposas, hojas, resguardos de la casa de empeños, periódicos, corchos, lo que sea.
Ahora, en plena faena del segundo bistec, el hambre de Harry continuaba allí. Las patatas fritas estaban fantásticas, crujientes, amarillas y calientes, parecidas a la luz del sol, una gloriosa y nutritiva luz solar que podía morderse. Y el bistec no era simplemente una rebanada de algún pobre bicho asesinado, era algo apasionante que alimentaba el cuerpo y el alma y el corazón, que iluminaba la mirada y hacía que el mundo no fuera tan difícil de soportar, o tan inhóspito. De momento la muerte no importaba.
Entonces acabó el segundo plato. Sólo quedó el hueso del bistec y, además, completamente limpio. El chef seguía mirándole.
-Me voy a comer otro -le dijo Harry al chhef-. Otro bistec con patatas y otra cerveza, por favor.
-¡NO! -gritó el chef-. ¡VAS A PAGAR Y TE VAS A LARGAR A LA PUTA CALLE!
Dio la vuelta a la parrilla y se paró frente a Harry. Tenía una libreta en la mano. Garabateó furiosamente en la libreta. Luego tiró la cuenta en medio del plato sucio. Harry la cogió del plato.
Había otro cliente en el restaurante, un hombre muy redondo y rosado, con una cabeza grande, llena de pelos despeinados, teñidos de un castaño bastante desalentador. El hombre había consumido numerosas tazas de café mientras leía el periódico de la tarde.
Harry se puso de pie, sacó unos billetes, apartó dos y los acercó al plato.
Luego salió de allí.
El tráfico de las primeras horas de la noche comenzaba a llenar de coches la avenida. El sol se estaba poniendo a sus espaldas. Harry observó a los conductores de los coches. Parecían desgraciados. El mundo era desgraciado. La gente estaba en la oscuridad. La gente estaba aterrada y desilusionada. La gente había caído en las trampas. La gente estaba desesperada y a la defensiva. Se sentían como si estuvieran malgastando sus vidas. Y tenían razón.
Harry echó a andar. Se detuvo en un semáforo. Y en ese momento tuvo una sensación muy extraña. Le pareció que él era la única persona viva del mundo.
Cuando la luz se puso verde se olvidó completamente del asunto. Cruzó la calle hacia la otra acera y continuó caminando.

(Relato incluido en la antología Peleando a la contra, publicado por Anagrama, dentro de su colección de Cuadernos)
 
Un miembro más de nuestro elitista rebaño, salve: William Everson (1912-1994)

everson.jpg


Seed

Some seed in me,
Some troublous birth,
Like an awkward awakening,
stirs into life.

Terrible and instinctive
It touches my guts.
I fear and resist it,
Crouch down on my norms, a man's
Patent assurances.

I don't know its nature.
I have no term for it.
I cannot see its shape.
But, there, inscrutable,
Just underground,
Is the long-avoided tatency.

Like the mushrooms in the oak wood,
Where the high-sloped mountain
Benches the sea,
When the faint rains of November
Damp down the duff,
Wakening their spores---
Like them,
Gross, thick and compelling,
What I fear and desire
Pokes up its head.
 
Alimento el hilo con fragmentos de la entrevista que Jennie Skerl realizó a William S. Burroughs (1914-1997), claro precursor del movimiento, en el año 1980. Curioso documento donde Burroughs habla de sus gustos, aficiones y relaciones literarias, concepciones artísticas y demás aspectos de su compleja (y drogada) personalidad.

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Jennie Skerl: Me gustaría empezar con algunas cuestiones sobre tu actividad desde tu retorno a Estados Unidos en el año 1974. ¿Por qué decidiste volver a los Estados Unidos?
William S. Burroughs: Bien, fui uno de los muchos que decidieron volver a los Estados Unidos. La marea estaba entonces desplazándose de Europa a los Estados Unidos, nadie quería vivir más en Europa. Actualmente, Nueva York es un comercio magnífico más barato que Londres, París o cualquier lugar en Europa. Por entonces, yo estaba viviendo en Londres y la ciudad estaba convirtiéndose en algo menos y menos satisfactorio y más y más caro –estabas pagando más y más por cada vez menos. Estuve muy satisfecho de marcharme. Nunca en mi vida estuve tan contento de marcharme de un lugar como entonces.

JS: ¿Qué diferencias encuentras entre el actual clima social de los Estados Unidos y el que dejaste al marcharte en el año 1949?
WB: La diferencia es irreconocible, y América es bastamente más liberal y apacible que durante ese tiempo que mencionas. Mucho de eso, claro está, ocurre desde Watergate. Así que yo creo que hay un núcleo de gente que ahora está volviendo por las mismas razones por las cuales se marcharon. Se fueron para buscar un clima más liberal y precios más baratos. Ahora están volviendo porque ambas cosas no se encuentran ya en Europa.

JS: ¿Has estado ofreciendo muchas lecturas en este país durante los últimos años?
WB: Sí, desde que volví a los Estados Unidos he estado ofreciendo lecturas, teniendo en cuenta que nunca ofrecí lecturas cuando residí en Inglaterra. No pagaban nada. Diez pounds o disparates semejantes. No lo hice allí, pero desde que volví en 1973 he realizado un gran número de lecturas.

[...]

JS: Tengo entendido que recientemente has estado tomando parte en una película que tiene la intención de ser un documental acerca de tu vida.
WB: Sí, Howard Brookner está haciendo un documental. Ha estado trabajando en ello en torno a un año. Cogió mucho metraje durante la Convención Nova. Cogió metraje en Colorado, cuando yo estaba allí, y está realizando más metraje aquí.

JS: ¿Y esta película, ¿tratará sobre tu vida o tu obra?
WB: Bueno… es un documental.

[...]

JS: ¿En qué estás trabajando actualmente?
WB: No estoy trabajando en ningún proyecto particular en este momento. Estoy trabajando con Vic Bockris en un libro de ensayos y algún trabajo editorial. Justo he terminado un libro largo, extenso: The Cities of the Red Night, que es el libro más largo que he editado hasta la fecha. Debería estar en la calle en enero del año que viene.

JS: ¿Es otra obra de ficción?
WB: Oh, sí: es ficción.

JS: ¿Introduce algún tema innovador?
WB: Bueno, algunos de los mismos temas figuran en el libro, si bien es la aproximación más clara a la novela que he redactado jamás. Tiene un argumento o un número de tramas; un inicio, un desarrollo y un desenlace, y se desenvuelve en un estilo narrativo mucho más convencional. Así que en este sentido no creo que pueda considerarse una innovación.

JS: ¿Qué estás leyendo en este momento? ¿Estás leyendo algunos autores actuales que consideres interesantes?
WB: No leo de manera rigurosa; leo un gran número de thrillers, terror y este tipo de cosas.

JS: ¿También ciencia-ficción?
WB: A veces. Hay muy poca ciencia-ficción que pueda leer.

JS: ¿De veras? Es sorprendente teniendo en cuenta los elementos de ciencia-ficción en tus libros.
WB: Bueno... no, es decir, actualmente he viajado a través de un robusto muro de ciencia-ficción, pero encuentro pocos libros que pueda leer porque es un estilo muy difícil. Muy pocas veces el autor logra converte que eso pueda haber sucedido en algún lugar.

[...]

JS: ¿Qué autores de misterio te gustan?
WB: Difícilmente pueda decirte nombres. Sólo los títulos. He leído muchas historias de fantasmas, muy pocas de ellas son buenas. Vamos a ver, he leído un libro muy interesante, titulado The Contaminant, que trata sobre la estrategia de la CIA de colocar agentes cancerígenos en la comida exportada a Rusia. [...] He leído todas las historias de plagas y epidemias. He leído The Coma.

JS: ¿Lees best sellers?
WB: Es verdaderamente extraño que encuentre un best seller que pueda leer –leí Jaws y The Godfather. El mejor escritor de best sellers que puedo pensar es Forsyth –es bastante bueno.

JS: ¿Hay algún escritor joven que encuentres interesante?
WB: No puedo pensar en ninguno.

JS: He realizado alguna búsqueda acerca de tus antecedentes familiares y, si no te importa, me gustaría hacerte algunas preguntas al respecto. Me gustaría que me puedieses describir cómo eran tus padres.
WB: La verdad, ellos no tienen cabida en ninguna categoría. La gente está permanentemente tratando de colocarlos en alguna categoría. En ese libro, Naked Angels, él estaba tratando de ponerlos en una categoría en la cual ellos no pertenecían en absoluto. No fueron nunca ricos. Él dijo que eran ricos. Nunca fueron definibles como ricos. Se mantuvieron a si mismos; nunca fueron gente socialmente activa.

JS: ¿Pero no provenían ambos de famílias prominentes?
WB: No, yo no lo diría así. Bueno, por supuesto, mi abuelo fue el inventor de la máquina de sumar [adding machine], pero esto no signfica nada dado que vendió su stock a principios o antes de los años '20, así que nada tenía que hacer con su compañía. No hay conexión alguna. Pertenecer a una familia prominente no significa nada a no ser que el dinero todavía esté allí.

JS: ¿Así que realmente no hay ninguna conexión entre la compañía y tu familia?
WB: No, ninguna. No la ha habido en 50 años; más de 50: 60, aproximadamente.

[...]

JS: ¿Qué pensaban tus padres de tus libros?
WB: No los leían.

JS: ¿Por qué no querían leerlos, o...?
WB No querían hacerlo.

JS: ¿Por qué?
WB: Porque simplemente no querían. Eran, en parte, gente muy convencional.

[...]

JS: ¿Puedes dar tu definición de "arte"?
WB: Bueno, he dado varias definiciones. Podría decir que la función del arte o, la verdad, de todo pensamiento creativo es hacer a la gente conciente sobre qué y qué no sabe. Por ejemplo, durante la Edad Media, los habitantes de la costa sabían que la Tierra era redonda, mas creían que era plana. Le tocó a Galileo decirles aquello que ellos ya sabían -que la Tierra era redonda. Cuando Cézanne exhibió por primera vez sus lonas, el público quedó tan indignado que, en algunos casos, atacó las lonas porque era algo que no estaban acostumbrados a ver. No comprendieron que era una pera -vista desde diferente ángulo, con diferente luz. OK, después del fin del furor, todo el mundo lo acepta. Ha habido un avance en la conciencia. Ahora la gente sabe que la Tierra es redonda porque no podrían navegar sin saberlo. Cualquier niño sabrá actualmente identificar los objetos presentes en una pintura de Cézanne -nadie está todavía molesto por esto. James Joyce les abrió los ojos ante su propio flujo de la conciencia, y fue acusado de ser ininteligible, pero no creo que demasiada gente lo encuentre actualmente ininteligible, ciertamente no Ulysses. Esta es mi definición de la función del arte.

[...]

JS: En este sentido, pues, ¿siempre hay algún tipo de vanguardia -un cortante filo de artistas que están constantemente incrementando nuestra conciencia?
WB: Bueno, podría decir artistas o cualquier tipo de pensamiento creativo -ya sean psíquicos, científicos, directores de cine, economistas- todo aquél que verdaderamente esté haciendo algo en favor del pensamiento vanguardista.

[...]

JS: Viviste en Francia durante una temporada, y allí tu trabajo fue bien recibido. ¿Conoces personalmente a alguno de los críticos franceses?
WB: La verdad, he tenido muy buenas críticas en Francia. Algunos de los críticos más inteligentes y, por supuesto, he conocido personalmente a muchos críticos franceses. Uno de mis traductores bien puede ser considerado crítico -Gérard Lemair. Las observaciones parecen mucho más intelectuales que las de los [críticos] americanos.

[...]

JS: ¿Has pensado nunca en tus lectores?
WB: Ciertamente. Pero hasta que no llegué a América y empecé a ofrecer lecturas, no tuve demasiado contacto con ellos. Ahora ofrezco lecturas y estoy en contacto con la gente que lee mis libros. Este es el motivo por el cual vienen a mis lecturas, y ha sido muy interesante y gratificante.

JS: Oh, ¿así que te interesa hablar con la gente y conocer sus reacciones y opiniones?
WB: Así es.

JS: ¿Quiénes crees que son tus lectores?
WB: Bien, estadísticamente hablando, la mayor parte de mis lectores son jóvenes, cosa que no lo significa todo. Pero mayormente he estado dando lecturas en universidades.

JS: Siempre has dicho que Kerouac ha sido la persona que más ha influido en tí como escritor, que te ha animado a escribir.
WB: He dicho que ha tenido influencia en estimularme para escribir -no en lo que he escrito. Fue el inventor del título de Naked Lunch para mi libro, cierto. Pero actualmente no podemos estar más alejados hablando de nuestro estilo de trabajo. Él siempre decía que el primer borrador era el mejor. Yo le dije "Bien Jack, puede que esto sea para tí; pero no para mí". Estoy acostumbrado a revisar mis escritos tres veces mínimo. Son formas diferentes de trabajar, concepciones diferentes. Eso es todo.

JS: ¿Compararías tu obra con la de Ginsberg?
WB: No lo haría.

JS: ¿En absoluto?
WB: En absoluto. En primer lugar, soy un escritor en prosa y Allan es un poeta. Así que, realmente, no hay demasiados puntos de unión susceptibles de comparación alguna.

JS: Pienso que existen similitudes generales entre vosotros.
WB: Similitudes generales, puede ser. Pienso que ambos estamos orientados hacia la libertad. Es decir, compartimos ciertos objetivos -así como el final de la censura, la libertad sexual, la legalización de la marijuana o una actitud más liberal hacia las drogas- pero literariamente, no hay demasiada comparación posible.
 
Aprovecho este hilo para postear aquí también los fragmentos de On the road que más me impactaron o interesaron, ya citados en otro hilo referente a fragmentos literarios de toda índole y, así, englobar y recopilar el máximo de información. A ver si con esto nos animamos un poco todos e intentamos exprimir al máximo esta gentuza beat: creo que hay mucho por decir y entre todos podemos hacer de este hilo algo interesante y digno de visitar. Os espero, malditos.

Un poco de Kerouac y de su obra magna, pues:

jack_kerouac3.jpg


“La única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos coches amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas y entonces se ve estallar una luz azul y todo el mundo suelta un “¡Ahhh!”. ¿Cómo se llamaban estos jóvenes en la Alemania de Goethe?” (I, I)

“Y aquél fue un momento inequívoco de mi vida, el más extraño momento de todos, en el que no sabía ni quién era yo mismo: estaba lejos de casa, obsesionado, cansado por el viaje, en la habitación de un hotel barato que nunca había visto antes, oyendo los siseos del vapor afuera, y el crujir de la vieja madera del hotel, y pisadas en el piso de arriba, y todos los ruidos tristes posibles, y miraba hacia el techo lleno de grietas y auténticamente no supe quién era yo durante unos quince extraños segundos. No estaba asustado; simplemente era otra persona, un extraño, y mi vida entera era una vida fantasmal, la vida de un fantasma. Estaba a medio camino atravesando América, en la línea divisoria entre el Este de mi juventud y el Oeste de mi futuro, y quizá por eso sucedía eso allí y entonces, aquel extraño atardecer rojo.” (I, III)

“La ópera era Fidelio. “¡Cuánta tiniebla!”, gritaba el barítono en el calabozo bajo una imponente losa. Lloré. También veo la vida de ese modo. Estaba tan interesado en la ópera que durante un rato olvidé las circunstancias de mi loca existencia y me perdí entre los tristes sonidos de Beethoven y los matizados tonos de Rembrandt del libreto.” (I, IX)

“Llegó enseguida el crepúsculo, un crepúsculo púrpura sobre viñas, naranjos y campos de melones; el sol de color de uva pisada, cortado con rojo borgoña, los campos color amor y misterios españoles. Saqué la cabeza por la ventanilla y respiré profundamente la fragancia del aire. Fue el más hermoso de todos los momentos” (I, XII)

“¿No es cierto que se empieza la vida como un dulce niño que cree en todo lo que pasa bajo el techo de su padre? Luego llega el día de la decepción cuando uno se da cuenta de que es desgraciado y miserable y pobre y está ciego y desnudo, y con rostro de fantasma dolorido y amargado camina temblando por la pesadilla de la vida” (I, XIV)

“Algo, alguien, un espíritu nos perseguía por el desierto de la vida y nos alcanzaría antes de llegar al cielo. Por supuesto, ahora que volvía a ello, no podía ser más que la muerte: la muerte que nos alcanza antes de que lleguemos al cielo. Lo que anhelamos durante nuestra vida, lo que nos hace suspirar y gemir y sufrir todo tipo de dulces náuseas, es el recuerdo de una santidad perdida que probablemente disfrutamos en el seno materno y sólo puede reproducirse (aunque nos moleste admitirlo) al morir. Pero, ¿quién quiere morir? En el torbellino de acontecimientos en el fondo de la mente seguía pensando en eso” (II, IV)

“Desde las orillas donde hombres infinitesimales pescaban con caña, y desde los brazos del delta que se extendían por una tierra cada vez más roja, el enorme río jorobado rodeaba Algiers con su brazo principal, con rumor indescriptible. Soñolienta y peninsular, Algiers parecía condenada a ser barrida algún día con sus avispas y chozas. El sol declinaba, los mosquitos revoloteaban, las temibles aguas rugían.” (II, VI)

“¿Qué se siente cuando uno se aleja de la gente y ésta retrocede en el llano hasta que se convierte en motitas que se desvanecen? Es que el mundo que nos rodea es demasiado grande, y es el adiós. Pero nos lanzamos hacia delante en busca de la próxima aventura disparatada bajo los cielos.” (II, VIII)

“Y durante un momento llegué al punto del éxtasis al que siempre había querido llegar; a ese paso completo a través del tiempo cronológico camino de las sombras sin nombre; al asombro en la desolación del reino de lo mortal con la sensación de la muerte pisándome los talones, y un fantasma siguiendo sus pasos y yo corriendo por una tabla desde la que todos los ángeles levantan el vuelo y se dirigen al vacío sagrado de la vacuidad increada, mientras poderosos e inconcebibles esplendores brillan en la esplendente Esencia Mental e innumerables regiones del loto caen abriendo la magia del cielo. Oía un indescriptible rumor hirviente que no estaba en mi oído sino en todas partes y no tenía nada que ver con el sonido. Comprendí que había muerto y renacido innumerables veces aunque no lo recordaba porque el paso de vida a muerte y de muerte a vida era fantasmalmente fácil; una acción mágica sin valor, lo mismo que dormir y despertar millones de veces, con una profunda ignorancia totalmente casual. Comprendí que estas ondulaciones de nacimiento y muerte sólo tenían lugar debido a la estabilidad de la Mente intrínseca, igual que la acción del viento sobre la superficie pura, serena y como de un espejo del agua. Sentí una dulce beatitud oscilante, como un gran chute de heroína en plena vena; como un trago de vino al atardecer que hace estremecerse; mis pies vacilaron. Pensé que iba a morir de un momento a otro” (II, X)

“La carretera era una larga línea recta. No era como conducir a través de Carolina, Texas, Arizona o Illinois; era como conducir a través del mundo por lugares donde por fin aprenderíamos a conocernos entre los indios del mundo, esa raza esencial básica de la humanidad primitiva y doliente que se extiende a lo largo del vientre ecuatorial del planeta desde Malaya (esa larga uña de China) hasta el gran subcontinente de la India, hasta Arabia, hasta Marruecos, hasta estos mismos desiertos y selvas de México y sobre los mares hasta Polinesia, hasta el místico Siam del Manto Amarillo y así, dando vueltas y vueltas, se oye el mismo lamento junto a las destrozadas murallas de Cádiz, España, que se oye 20.000 kilómetros más allá de las profundidades de Benarés, la capital del mundo. Estos individuos eran indudablemente indios y en nada se parecían a los edros y Panchos del estúpido saber popular americano… tenían pómulos salientes y ojos oblicuos y gestos delicados; no eran idiotas, no eran payasos; eran indios solemnes y graves, eran el origen de la humanidad, sus padres. Las olas son chinas, pero la tierra es asunto indio. Tan esenciales como las rocas del desierto son ellos en el desierto de la “historia”. […] Porque cuando llegue la destrucción al mundo de la “historia” y el Apocalipsis vuelva una vez más como tantas veces antes, ellos seguirán mirando con los mismos ojos desde las cuevas de México, desde las cuevas de Bali, donde empezó todo y donde Adán fue engañado y aprendió a conocer” (IV, V)
 
Más beats: Robert Duncan (1919-1988)

duncan.jpg



Often I am Permitted to Return to a Meadow

as if it were a scene made-up by the mind,
that is not mine, but is a made place,

that is mine, it is so near to the heart,
an eternal pasture folded in all thought
so that there is a hall therein

that is a made place, created by light
wherefrom the shadows that are forms fall.

Wherefrom fall all architectures I am
I say are likenesses of the First Beloved
whose flowers are flames lit to the Lady.

She it is Queen Under the Hill
whose hosts are a disturbance of words within words
that is a field folded.

It is only a dream of the grass blowing
east against the source of the sun
in an hour before the sun's going down

whose secret we see in a children's game
of ring a round of roses told.

Often I am permitted to return to a meadow
as if it were a given property of the mind
that certain bounds hold against chaos,

that is a place of first permission,
everlasting omen of what is.



Bending the Bow

We've our business to attend Day's duties,
bend back the bow in dreams as we may
til the end rimes in the taut string
with the sending. Reveries are rivers and flow
where the cold light gleams reflecting the window upon the
surface of the table,
the presst-glass creamer, the pewter sugar bowl, the litter
of coffee cups and saucers,
carnations painted growing upon whose surfaces. The whole
composition of surfaces leads into the other
current disturbing
what I would take hold of. I'd been

in the course of a letter – I am still
in the course of a letter – to a friend,
who comes close in to my thought so that
the day is hers. My hand writing here
there shakes in the currents of... of air?
of an inner anticipation of...? reaching to touch
ghostly exhilarations in the thought of her.

At the extremity of this
design
"there is a connexion working in both directions, as in
the bow and the lyre"–
only in that swift fulfillment of the wish
that sleep
can illustrate my hand
sweeps the string.

You stand behind the where-I-am.
The deep tones and shadows I will call a woman.
The quick high notes... You are a girl there too,
having something of sister and of wife,
inconsolate,
and I would play Orpheus for you again,

recall the arrow or song
to the trembling daylight
from which it sprang.
 
Más beats: Robert Duncan (1919-1988)

duncan.jpg



Often I am Permitted to Return to a Meadow

as if it were a scene made-up by the mind,
that is not mine, but is a made place,

that is mine, it is so near to the heart,
an eternal pasture folded in all thought
so that there is a hall therein

that is a made place, created by light
wherefrom the shadows that are forms fall.

Wherefrom fall all architectures I am
I say are likenesses of the First Beloved
whose flowers are flames lit to the Lady.

She it is Queen Under the Hill
whose hosts are a disturbance of words within words
that is a field folded.

It is only a dream of the grass blowing
east against the source of the sun
in an hour before the sun's going down

whose secret we see in a children's game
of ring a round of roses told.

Often I am permitted to return to a meadow
as if it were a given property of the mind
that certain bounds hold against chaos,

that is a place of first permission,
everlasting omen of what is.



Bending the Bow

We've our business to attend Day's duties,
bend back the bow in dreams as we may
til the end rimes in the taut string
with the sending. Reveries are rivers and flow
where the cold light gleams reflecting the window upon the
surface of the table,
the presst-glass creamer, the pewter sugar bowl, the litter
of coffee cups and saucers,
carnations painted growing upon whose surfaces. The whole
composition of surfaces leads into the other
current disturbing
what I would take hold of. I'd been

in the course of a letter – I am still
in the course of a letter – to a friend,
who comes close in to my thought so that
the day is hers. My hand writing here
there shakes in the currents of... of air?
of an inner anticipation of...? reaching to touch
ghostly exhilarations in the thought of her.

At the extremity of this
design
"there is a connexion working in both directions, as in
the bow and the lyre"–
only in that swift fulfillment of the wish
that sleep
can illustrate my hand
sweeps the string.

You stand behind the where-I-am.
The deep tones and shadows I will call a woman.
The quick high notes... You are a girl there too,
having something of sister and of wife,
inconsolate,
and I would play Orpheus for you again,

recall the arrow or song
to the trembling daylight
from which it sprang.
 
Ramon Llull rebuznó:
Cocineros cachondos III rebuznó:
Kerouak manda. Los Vagamundos del Dharma tampoco está nada mal.
En efecto. Adelante, espero su comentario, opinión y demás.

No sirvo mucho para estas cosas.

Despues de On the road y El orgullo de los Duluoz, empecé a leerlo, pero no era la época más adecuada para mi. Tiempo despues lo volví a retomar desde el principio y conseguí disfrutarlo palabra a palabra

Kerouak madura en su escritura pero siempre dentro de sus viajes sin rumbo, donde lo único importante es el camino que se recorre.

En el Dharma, empieza a explorar los mecanismos del alma, buscando el equilibrio en el zen y en el budismo (lo que luego llevaría a nacer al movimiento hippie, que en mi opinión es un extremo de esos conocimientos), contando sus experiencias con toda una gama de brillantes personajes, llenos de vida y sabiduría.

Me encantó leer su experiencia como único habitante de una montaña y como relata cada momento como si fuera único y precioso como un diamante, el dharma del diamante, dice él.

Me encantó de principio a fin.
 
Genial post

Voy a rescatar "En el camino" y volverlo a leer.
 
Me alegro que el post beat tenga de nuevo constantes vitales. Un poco de Lew Welch

The image, as in a Hexagram

The image, as in a Hexagram:

The hermit locks his door against the blizzard.
He keeps the cabin warm.

All winter long he sorts out all he has.
What was well started shall be finished.
What was not, should be thrown away.

In spring he emerges with one garment
and a single book.

The cabin is very clean.

Except for that, you'd never guess
anyone lived there.


I saw myself

I saw myself
a ring of bone
in the clear stream
of all of it

and vowed
always to be open to it
that all of it
might flow through

and then heard
"ring of bone" where
ring is what a

bell does



Que siga, que siga.
 
"En el camino" de Jack Kerouak y "Yonqui" de William Burroughs... que tiempos. Acabo de rescatarlos de la biblioteca, los dos los compré y leí en 1981. Supongo que con la música del "Heroes" de Bowie de fondo (el lp es 5 años anterior, pero lo descubri también en ese año). Imprescindibles.
 
ronin rebuznó:
"En el camino" de Jack Kerouak y "Yonqui" de William Burroughs... que tiempos. Acabo de rescatarlos de la biblioteca, los dos los compré y leí en 1981. Supongo que con la música del "Heroes" de Bowie de fondo (el lp es 5 años anterior, pero lo descubri también en ese año). Imprescindibles.
Son dos grandes libros, y recuperarlos y leerlos en un contexto temporal diferente es altamente recomendable. Pero no acabe su camino aquí, lo importante es el camino; siga explorando otros autores beat menos populares como Peter Orlovski, Bob Kaufman o Frank O'Hara: no lo lamentará.
Personalmente, prefiero escuchar más la música del primer Tom Waits, melancólico, gris y etilizado. Armonioso resulta.
 
Waits es Dios.
Un dios atormentado, oscuro, siniestro. Pero un dios al fin y al cabo. Algo que nunca seremos nosotros, hombres mediocres.
 
Lírica de Bukowski, el beat que más me recuerda a Waits.

My Father

was a truly amazing man
he pretended to be
rich
even though we lived on beans and mush and weenies
when we sat down to eat, he said,
"not everybody can eat like this."

and because he wanted to be rich or because he actually
thought he was rich
he always voted Republican
and he voted for Hoover against Roosevelt
and he lost
and then he voted for Alf Landon against Roosevelt
and he lost again
saying, "I don't know what this world is coming to,
now we've got that god damned Red in there again
and the Russians will be in our backyard next!"

I think it was my father who made me decide to
become a bum.
I decided that if a man like that wants to be rich
then I want to be poor.

and I became a bum.
I lived on nickles and dimes and in cheap rooms and
on park benches.
I thought maybe the bums knew something.

but I found out that most of the bums wanted to be
rich too.
they had just failed at that.

so caught between my father and the bums
I had no place to go
and I went there fast and slow.
never voted Republican
never voted.

buried him
like an oddity of the earth
like a hundred thousand oddities
like millions of other oddities,
wasted.

wineglas.jpg


Young in New Orleans

starving there, sitting around the bars,
and at night walking the streets for
hours,
the moonlight always seemed fake
to me, maybe it was,
and in the French Quarter I watched
the horses and buggies going by,
everybody sitting high in the open
carriages, the black driver, and in
back the man and the woman,
usually young and always white.
and I was always white.
and hardly charmed by the
world.
New Orleans was a place to
hide.
I could piss away my life,
unmolested.
except for the rats.
the rats in my dark small room
very much resented sharing it
with me.
they were large and fearless
and stared at me with eyes
that spoke
an unblinking
death.

women were beyond me.
they saw something
depraved.
there was one waitress
a little older than
I, she rather smiled,
lingered when she
brought my
coffee.

that was plenty for
me, that was
enough.

there was something about
that city, though
it didn't let me feel guilty
that I had no feeling for the
things so many others
needed.
it let me alone.

sitting up in my bed
the llights out,
hearing the outside
sounds,
lifting my cheap
bottle of wine,
letting the warmth of
the grape
enter
me
as I heard the rats
moving about the
room,
I preferred them
to
humans.


being lost,
being crazy maybe
is not so bad
if you can be
that way
undisturbed.

New Orleans gave me
that.
nobody ever called
my name.

no telephone,
no car,
no job,
no
anything.

me and the
rats
and my youth,
one time,
that time
I knew
even through the
nothingness,
it was a
celebration
of something not to
do
but only
know.
 
Aquí les dejo una perla de La máquina blanda, de William S. Burroughs, al más puro estilo Naked Lunch

La guerra entre los sexos partió el planeta en bandos armados como la línea media divide una cosa de otra–Y yo los he visto todos: Las coronelas lesbianas de uniforme verde ceñido, las jóvenes asistentas y directivas que consideran al Enemigo Sexual desde departamentos que se multiplican.
Sobre la línea está el Mercado del Bebé y el Semen donde los sexos se encuentran para trocar la mercancía básica que se conoce como “propiedad”– Las propiedades nonatas se muestran con un proyector de tiempo. Cuando en la pantalla de subastas relampaguea una joven cara activa maricas frenéticos de todas las naciones gritan: “¡Una muñeca! ¡Una muñeca! ¡Una muñeca!” Y se hacen pedazos unos a otros con garras de leopardo y con botellas rotas–efectos sonoros de subasta de tabaco–Brotan disturbios como tormentas de arena que rocían el mercado con miembros cercenados y cabezas que rebotan.
En la mayoría de los casos los padres biológicos no son los dueños de la propiedad. Actúan a las órdenes de propietarios ausentes para instalar las pausas que pautan el guión vital escrito–Cada Propiedad va acompañada de un guión vital–Arrastrando los pies entre granjeros de propiedad y guionistas, una legión de corredores, colocadores, guías, agentes, intermediarios, las caras dementes de afán, error y confusión pandémica–Hay compradores que tienen una Propiedad de primera y un asqueroso guión vital grado B.
“¡Me has jodido el guión vital tú puta barata degradada!”
Por todas partes falsos pujadores y sesteadotes de tiempo hacen saltar la posición temporal de las propiedades.
“Y me dejó plantado sin pastillas ni billete para viajar, con la propiedad en el Panamá de 1910–Sin mi propiedad ni siquiera me siento humano–¿Cómo me voy a sentir sin dedos?”
También se puede propulsar la propiedad hacia delante en el tiempo y venderla en cualquier época–La vida de la propiedad avanzada es cuando menos difícil: agentes virales, venenosos entran y salen en tropel a toda hora: “Sólo pasábamos a ver unos amigos una población de patrulleros”–Extraños de Peoria agitando títulos de derecho a reembolso, rastreadores, recaudadores, falsos pujadores que exigen pago por supuestos servicios dicen: “La otra media propiedad es nuestra”.

93-blackriderbooklet.jpg

W.Burroughs y Tom Waits
 
rescato este hilo porque ayer noche termine de leer "on the road" de kerouac.......


me parecio magnifico, os agradezco a todos que me lo descubrierais porque, aunque lo he visto mil veces recomendado en la libreria donde suelo comprar, no formaba parte de mis lecturas planeadas a corto plazo.........

en cuanto al libro en si solo decir que me emocione muchisimo al terminarlo, senti muchisima nostalgia por esa epoca y el tipo de personajes que se daban cita en ella....hace poco mas de 50 años y ese mundo ya no existe......(senti mas o menos lo mismo al leer "kim" de kipling, esa india, al igual que esa "america" de paradise, es irrecuperable)....

un saludo y gracias a todos
 
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