Sekhmet
Freak
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Pues en el insti está esa tía que me saca de quicio porque me ha pisado las prácticas ese verano y cree que está por encima de mí porque se tira a un profe aunque tiene peor media que yo. En verdad le pone codos además de rodillas y estudia mucho, pero siempre intenta medrar a pesar de que a la cara va de buena compañera y amiga. Además es irritante porque parece que vaya acelerada todo el rato como si le hubieran dado al fastforward con el mando.
Hoy la he visto cruzando un paso cebra cargada de bolsas y empujando el carrito de su bebé, hablando por el móvil al triple de velocidad que lo haría una persona normal. Es un cruce que está justo después de la rotonda de entrada a mi pueblo y es bastante ancho porque cruza una carretera nacional, he pensado en ayudarla en lo que el semáforo parpadeaba pero mi sentido arácnido me ha prevenido y me he quedado congelada en el sitio con la boca paralizada incapaz de articular palabra, nada más ponerse verde ha salido escopeteada como de costumbre y de repente la realidad me ha golpeado a la cara en forma de gritos de agonía, miedo y desesperación.
Era ella, atrapada debajo de un tronco que ha caído de un camión cuando ha chocado contra una furgoneta. Todo ha sucedido en un abrir y cerrar de ojos, han sido necesarias ocho personas para liberarla de debajo de su prisión de madera, la mueca de dolor de su cara era indescriptible y parecía al borde del desmayo. De cadera para abajo su cuerpo era una pulpa blandengue envuelta por harapos empapados en sangre. En ese punto nadie sabía qué hacer, era todo un mar de confusión, gritos y órdenes contradictorias, el conductor del camión estaba de rodillas llorando implorando que le perdonase, los ayudantes en estado de shock incapaces de procesar el mensaje de una mujer que gritaba que llamasen al 112, el resto de testigos sumidos en un mar de confusión, todos menos yo, que no puedo más que pensar que he visto la mano de Dios actuando para APLASTAR a mis enemigos.
Hoy la he visto cruzando un paso cebra cargada de bolsas y empujando el carrito de su bebé, hablando por el móvil al triple de velocidad que lo haría una persona normal. Es un cruce que está justo después de la rotonda de entrada a mi pueblo y es bastante ancho porque cruza una carretera nacional, he pensado en ayudarla en lo que el semáforo parpadeaba pero mi sentido arácnido me ha prevenido y me he quedado congelada en el sitio con la boca paralizada incapaz de articular palabra, nada más ponerse verde ha salido escopeteada como de costumbre y de repente la realidad me ha golpeado a la cara en forma de gritos de agonía, miedo y desesperación.
Era ella, atrapada debajo de un tronco que ha caído de un camión cuando ha chocado contra una furgoneta. Todo ha sucedido en un abrir y cerrar de ojos, han sido necesarias ocho personas para liberarla de debajo de su prisión de madera, la mueca de dolor de su cara era indescriptible y parecía al borde del desmayo. De cadera para abajo su cuerpo era una pulpa blandengue envuelta por harapos empapados en sangre. En ese punto nadie sabía qué hacer, era todo un mar de confusión, gritos y órdenes contradictorias, el conductor del camión estaba de rodillas llorando implorando que le perdonase, los ayudantes en estado de shock incapaces de procesar el mensaje de una mujer que gritaba que llamasen al 112, el resto de testigos sumidos en un mar de confusión, todos menos yo, que no puedo más que pensar que he visto la mano de Dios actuando para APLASTAR a mis enemigos.