buc
Asiduo
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- 24 Abr 2004
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Muchos de vosotros habéis nacido con internet y la cámara digital pegada al culo, pero algunos las hemos pasado verdaderamente putas para poder atisbar siquiera un poco de carne de fémina. Ya no hablo de porno no, hablo de ver unas tetas y con suerte un coño. Eran tiempos difíciles. El padre de un amigo era piloto y traía revistas de fuera que aquí eran impensables. Salían comidas de coño cuando en España lo máximo que se veía eran las titis del PlayLady en sujetador y bragas. El cielo se abrió cuando otro amigo decidió que ya era hora de hacerse con la llave del despacho de su viejo y apropiarse durante un rato del proyector de super 8 y de las numerosas películas porno que tenía guardadas. Y ahora viene lo bueno. Más de uno caerá en la broma fácil. El tema es que ahora cada uno tiene su ordenador, su video, su porno...No todos los padres de antes tenían en un solo pack proyector y pelis porno, no. La cuestión es que quedábamos unos cuantos y, acomodados en el salón aprovechando que sus viejos no estaban, nos empapábamos de grandes sesiones porno. Poníamos un rollo de papel higiénico en la mesa y cada uno se pajeaba a su antojo. Ahora el ordenador se cuelga, antes la película se quemaba y de vez en cuando se veía algún coño cuyo agujero no paraba de agrandarse hasta que se derretía. Eso cortaba mucho la nota.
Hala, a mamarla.
Hala, a mamarla.
