ruben_clv
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- 5 Sep 2005
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Como no podía dormir fui a ver un rato la tele. Se me hicieron las tres de la mañana y seguía insomne, así que decidí volver a la cama. Del salón al dormitorio no encendí ninguna luz, iba caminando despacio tratando de apoyar toda la planta en cada paso, descalzo, sintiendo el frío de las baldosas. Di un trago largo a la botella de agua que tengo siempre en la mesita y me metí con cuidado bajo las sábanas.
Como no podía dormir, me giré para enfrentarme a ella. Dormía, o al menos eso parecía. Cerré los ojos fuerte, abriéndolos de cuando en cuando para adaptarlos a la oscuridad. Poco a poco se fueron apareciendo sus rasgos ante mí. Primero pensé en decir su nombre, luego en callarme. Estiré el brazo y con calma lo acerqué a su cuerpo. Rocé su camiseta y la pellizqué a la altura del ombligo. Estiré un poco la tela hacia mí. Abrió los ojos. Sonrió. Se apartó el pelo de la cara.
Como no podía dormir te he despertado. De niño hacía lo mismo con mi madre. Imaginaba cosas en la cama y el pánico hacía que la llamara a gritos. Siempre tardaba un poco en llegar. Se sentaba a mi lado y al final me tranquilizaba. Una temporada la idea que me aterraba era la de su muerte, no pensaba que yo fuese a morir. Un día dejé de llamarla. No me pasa nada, no te preocupes. Es solo que no puedo dormir.
Como no podía dormir, me miraba con preocupación. Acaricié su mejilla y pasé el dedo por detrás de su oreja, arrastrando su pelo. Bajé la mano por su cuello hasta el hombro. Me despedí de ella rozándole un pecho. Cerré los ojos un poco más fuerte, pero no sirvió de nada.
Como no podía dormir me olvidé de que hace años que ella no está allí.
Como no podía dormir, me giré para enfrentarme a ella. Dormía, o al menos eso parecía. Cerré los ojos fuerte, abriéndolos de cuando en cuando para adaptarlos a la oscuridad. Poco a poco se fueron apareciendo sus rasgos ante mí. Primero pensé en decir su nombre, luego en callarme. Estiré el brazo y con calma lo acerqué a su cuerpo. Rocé su camiseta y la pellizqué a la altura del ombligo. Estiré un poco la tela hacia mí. Abrió los ojos. Sonrió. Se apartó el pelo de la cara.
Como no podía dormir te he despertado. De niño hacía lo mismo con mi madre. Imaginaba cosas en la cama y el pánico hacía que la llamara a gritos. Siempre tardaba un poco en llegar. Se sentaba a mi lado y al final me tranquilizaba. Una temporada la idea que me aterraba era la de su muerte, no pensaba que yo fuese a morir. Un día dejé de llamarla. No me pasa nada, no te preocupes. Es solo que no puedo dormir.
Como no podía dormir, me miraba con preocupación. Acaricié su mejilla y pasé el dedo por detrás de su oreja, arrastrando su pelo. Bajé la mano por su cuello hasta el hombro. Me despedí de ella rozándole un pecho. Cerré los ojos un poco más fuerte, pero no sirvió de nada.
Como no podía dormir me olvidé de que hace años que ella no está allí.