Max_Demian
Puta rata traicionera
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Memento mori, tempus fugit. Si la vida es fugaz, la adolescencia añorada es un destello.
Disputación metafísica entre envidia, imitación y emulación. ¿La posibilidad no es equidistante a la nulidad y a la realidad?
Ya se encarga la familia de anular las posibilidades de vivir en libertad para los jóvenes, de sabotear su felicidad.
Quien no tiene plan de vida vagará sin rumbo mientras quienes dirigen su vida ya se ocupan de hacer su cama.
Racionalizar el hedonismo, entre epicureos y cirenaicos, el placer dentro de un orden al contemplar la puesta de Sol.
Un huerto de habas, queso de cabra, tostadas mientras conversa el ramillete de escolares en corro al guía espiritual.
Imitamos la naturaleza para nuestros artificios, mientras seguimos convencionalismos para estar integrados en sociedad, donde fueres, haz lo que vieres, tal como plañidera en funeral. La emulación, tendrá base en la admiración, seguir la vida tal como lo estableció el mentor, pose con mano dentro de chaleco. Cautela, pues en la admiración y la confianza ciega al primo mayor, vendrá la traición a la honra familiar por prevalimiento.
Mucho peor que un envidioso es ser un notorio gran heideggeriano.
Tal como el dasein preparado para la muerte, la eternidad de la imagen del cuerpo.
La envidia proviene de las personas más próximas al saboteado. Son aquellos mordidos, amargados, resentidos, que son conscientes de sus nulas posibilidades de alcanzar expectativas sociales, especialmente en ligar, marginados desde la adolescencia, su resquemor carcome una madera de origen podrida. Sin embargo detectan en su radar de tullidos rencorosos a quien sí tiene posibilidades de vivir libremente su sexualidad, de quien gusta por genuina atracción, sin fingimiento, manipulación, ni montaje de apariencias. La gentuza envidiosa ya sabe que nunca tendrá, lo que no tolera es que tú sí consigas.
Por solidaridad ante los horrendos, de cuerpo contrahecho, deformidad física, malformaciones que corroen su personalidad odiosa que en ningún espejo salvo los convexos del esperpéntico callejón soportan medir reflejo de su propia imagen con ningún rival, te sugestionarán que "no seas egoísta", para que aceptes sacrificarte por la pandilla de colegiales y renunciar a doncellas que ya se declararon, sabes que gustas, que te desean, pero con todo la persona agraciada cederá por sentimientos compasivos para que los malnacidos no se sientan tan inferiores por su herencia genética.
¿Se perpetúan los mejor adaptados, las combinaciones de acervo genético más virtuosas?
La marrullería del simio desnudo se marcó un hacklife a la selección natural cual filántropo que tanto da en ofrenda el fémur ungido de grasa, como descubre el fuego hasta destapar el ánfora de Pandora.
Cruel mentira. Hasta el fin de la humanidad, la mayoría de la población será fea a rabiar, porque quien tiene descendencia es egoísta a ultranza en sus intereses de impunidad y aniquilación de enemigos. La fealdad no es discapacidad, pero sin triquiñuelas, sin makeup, sin ir a la moda, pone difícil ir de diva en las aventuras amorosas. Observad cómo los progenitores que son conscientes de transmitir enfermedades desfigurativas, tienen una ejecución programática, un cronograma represivo para colocar a sus desechos genéticos desde colegios privados y recomendación empresarial, generación tras generación.
No subestimes a los justicieros. Al menos a las guarras sí las ponen en su sitio expuestas frente a la severa mirada de papito. Ya nadie se acuerda.
Pues eso es lo que digo yo.