Cimmerio
La Diva Caprichosa
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Si puedes ve a ver algún campeonato de sumo. No tanto por el deporte en sí, que es bastante aburrido, sino por el ceremonial y por ver a los japos en su salsa. Primero salen todos los gordos con una especie de delantales de colorines tó guapos, y dan vueltas a ring o como se llame, y gente con banderolas. Y luego, antes de cada combate, sale una especie de sacerdote dando gritos y haciendo un ruido muy característico con unas maderitas que recuerda a las pelis de samurais. Y lo mejor es ver a los señores mayores japoneses emocionados, desgañitándose como aquí los del fútbol. En primera fila en vez de butacas hay tatamis, como si fueran palcos para grupos, que deben ser carísimos. Las localidades más baratas están lejos, pero tienes buena visión de conjunto. Fuera del estadio hay ambientazo. En los alrededores te cruzas con luchadores, supongo que de poca monta, y a la salida la gente se echa encima de las limusinas de las estrellas para hacerse selfies con ellos. Muy curioso todo.
El otro día pasé por delante del Ryogoku, y está cerrado por coronavirus y los combates de hoy eran sin público.
Al final puedo volver a España, en un vuelo un poco más tardío.
Podría alargar las vacaciones, y saltarme la cuarentena española, pero no quiero jugar con fuego y quedarme aquí atrapado teniendo que comerme mis ahorros.
Procuro que todas las noches cenemos comida no japonesa. Aquí lo único que es más barato que en España es el panko (ver hilo de las croquetas) y algunos pescados.
Mañana toca croquetas y pulpo a la gallega.
He visto alguna pareja mixta de japoneses y extranjeros, y algún guiri suelto incluso haciendo la compra en un supermercado de barrio, pero la cantidad de extranjeros es bastante inferior a Tokio, a pesar de tener bastantes iglesias y presencia católica. Recomiendo el visionado de Silencio de Scorsese y tal.
Creo que haré las crónicas del viaje al final del mismo, ya que creo que tocará aislamiento.
Además, el viaje es el antes, el durante y el después, sobre todo el después.
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