Cambio pues mi petición y te pido por favor que nos relates lo que acontecería en tu mansión si llegara una pija golfa random imaginaria, no la borbona. Con lujo de detalles.
Bien, vamos allá:
Aprovechando este último rato de la tarde antes del papeo, voy a explayarme en cómo sería tener a la borbo..., digoooo, a una pija cerda random imaginaria en mi mansión durante una noche.
Quiero dejar claro que jamás de los jamases una golfa de semejante calaña ha atravesado el portón de mi esplendorosa casa, las ha habido que han andado cerca, pero nunca han llegado a ese nivel. Ese olor a perfume caro de cojones que igual ni se encuentra en una perfumaría normal, esa cara de estirada rancia, esa pulserita de España en la muñeca, a poder ser, con un emblema del Opus Dei o de alguna hermandad impreso, esa ropa de firma y ese timbre de voz repelente mientras comenta bobadas y se ríe histriónicamente de LOL sabe qué.
El caso es que me invitan a una fiesta de pijos en un piso de la plaza de Cuba, puerta de entrada al barrio de los Remedios donde un alquiler cuesta me parece que un brazo, un pie y un huevo al mes. Llego allí medianamente disfrazado con un jersey Lacoste, unos Levis 501 y unos botines Niu Balans último modelo, modelno y campechano pero medio pijo al mismo tiempo. En seguida me calan como un intruso y le todos le preguntan al que me ha invitado por quién cojones soy yo, pero mi invitador me defiende diciendo que soy un tío guay y no sé qué. Total, que me presenta al plantel de lechuguinos al completo y entre ellos hay una pija repija que llega a dar puto asco por sus aires de superioridac y por su comportamiento altivo con todo kiski. Evidentemente es en ella en quien me fijo y, timidamente, empiezo a entablar conversación con ella entre cubata y cubata. Hago de tripas cuore por no vomitar ante tamaña cantidad de tontería que maneja la señorita, su discurso es paupérrimo y solo sabe hablar de su carrera (ADE), de sus vacaciones en Sotogrande y del barco de vela que tiene su popó, al que, en alguna que otra ocasión, fue invitado nuestro Juancar.
Ya a eso de las 00:30 o 1:00 de la madrugá comienzo a notar movimientos raros, gente que viene y va de las habitaciones, y claro, enseguida me doy cuenta de lo que pasa; empieza a rular la cocafina. En una de estas que nos quedamos los dos solos, va ella y saca un bolón de espanto, vuelca a toda velocidad una generosa cantidac sobre una cartera de cuero Louis Vouitton y sin preparar la loncha ni nada, se mete un leñazo entre pecho y espalda de estos de asustarse, aspirando con un ansia fuera de lo común y soltando un "aaaahhh" de placer al acabar la raya de entrar por su tocha. Entonces me doy cuenta de que, bajo esa cortina de apariencia impecable se esconde una auténtica viciosa.
-Mmmmm, se ve que te gusta la manteca, eh. Jijiji, jajaja.
-Sí, pero no se lo digas a nadie de aquí, porque ellos hacen lo mismo pero tampoco lo muestran. Me harían el vacío y me difamarían por todas partes.
Ya me extrañaba a mí que se asegurase bien de que no la vieran, claro, su rePUTAción dependía de su habilidad siendo discreta. Entonces me di cuenta de que la tenía en mis manos, podía chantajearla y no dudé en hacerlo ni por un segundo.
-No te preocupes, no es propio de mí ir diciendo lo que veo al primero que pasa, el problema es que yo estoy aquí bebiendo como todo el mundo, al ser el nuevo y estar obligado a relacionarme para no parecer un bicho raro, puede que se me vaya el pico sin siquiera darme cuenta.
-Joder-dijo ella- no tenía que haberte dejado verlo.
A partir de ese momento empezó a sentirse incómoda y me dijo que quería irse para no tener que dar explicaciones si a mí me daba por chivarme involuntariamente. Se ve que no pensó que si quería chivarme, podía hacerlo tranquilamente al día siguiente o al otro o al otro, el lío se lo iba a montar igual, pero nada, se emperró en irse diciendo que quería seguir pasándoselo bien pero que ya, allí en ese piso con vistas a la torre del oro del que cagó el moro, no se sentía relajada.
Bueno, no te apures-le dije yo- si quieres podemos ir a mi mansión y seguir allí nosotros a nuestra bola. Ella me contestó que me acababa de conocer y que no sabía, que le resultaba raro, pero que por encima de todo quería seguir pasándoselo bien, así que, como le había caído bien, se animaba a venirse conmigo.
Con una excusa bastante peregrina (ella se sentía mal y yo iba a acompañarla a su casa cortesmente, avalado por mi invitador para que todos los pijos se quedasen tranquilos) salimos de aquel piso. Mientras bajábamos en el ascensor ella me preguntaba en qué zona vivía. ¿Santa Clara de Cuba? ¿Nervión, zona Buhaira? ¿Simón Verde? A lo que yo conteste "sí, por allí, cerca de Santa Clara"...
Pedimos un Cabifay y cuando vio que llegábamos a la zona limítrofe del Parque Amate con la Ronda del Tamarguillo empezó a ponerse algo nerviosa.
-¡Hits, no me digas que vives aquí!
-Es que es algo provisional, ¿sabes? Me estoy separando y mientras busco una casa a mi medida me he visto obligado a pasar unas semanas en este barrio, pero me mudaré corriendo de aquí, porque como ves, esto es de gentuza sin clase.
-Menos mal, pensé que eras de aquí. Bueno mira, pues un puntito macarra que nunca he conocido, hihihihihi (risa de hiena para partirle la cara a hostias).
En cuanto giré la llave y abrí el portón, el primer impacto visual que se llevó fue el siguiente: el sofá con un rajote de extremo a extremo en un lateral, en la mesita baja un cenicero lleno de chustas y colillas cuyo olor nauseabundo invadía toda la estancia, un litro vacío, un plato con tomate reseco de los espaguetis del DIA que había almorzado, dos servilletas usadas tiradas por el suelo y un charquito de birra pegajoso en el suelo. También pudo apreciar cómo tres moscas se peleaban por rebañar las costras de tomate y cómo se oía a los vecinos, eruditos del refinamiento, echar una bronca de la hostia a grito pelao al subnormal de su hijo.
Justo en ese momento, incomprensiblemente, se me abalanzó y me metió la lengua hasta la campanilla mientras me apretujaba el paquete con la mano. Algo debió hacerle chispa en el selebro, toda su fachada y vida de opereta estallaron en mil pedazos como deseando hacerlo, no sé, ni puta idea, el caso es que en seguida ví que iba a ser mi gran noche, como canta el sarasa ese de la época del paleolítico.
-Te va la marcha, ¿eh, cabrona?, le dije mientras la agarraba de la cola de caballo que llevaba.
-Uffff, no sé qué me pasa, estoy muy muy cachonda.
-¿Sí? Pues te vas a enterar, so puta.
-Fóllame bien, no como los niños tontos que se juntan conmigo.
Al decir eso, no pude hacer otra cosa que obligarla a ponerse de rodillas y darle dos buenos bofetones con el interior y el exterior de la mano. Ella me miró entre asustada y to cachonda, lo cual propició que todo me importara ya un carajo y fuera con todo, como los hermanos puteros de León.
Fuimos al baño y le dije de quitarse toda la ropa; lo hizo incluso con prisa. Cogí todas sus prendas y las tiré con desprecio a la bañera, descascarillada y amarillenta por el uso, me saqué el nabo y las meé enteras hasta empaparlas. Una vez en su jugo, la obligué a meterse en pelotas en la bañera y a arrodillarse para, una vez en esa postura, cogiera las prendas una por una y las exprimiese sobre su cabeza, cayéndole todo el meao en el pelo. Así lo hizo con todas ellas hasta llegar a los calcetines y las bragas. Decidí dejarlos para el final porque al meao mío se le uniría al menos un poco de olor a sudor de quesos y a culo de algunos peos que se tirara al meterse la coca. Hizo lo mismo con ellos solo que derramando el preciado líquido en su boca abierta. Le ordené que se lo tragara, pero le dió una arcada tan fuerte que potó violentamente toda la bañera. Ni que decir tiene que lo dejó todo como los chorros del otro mientras yo me hacía un par de raias como dos maromas de barco.
Nos las metimos y tuve que darle otros dos tortazos antes de obligarla a comerme el culo a lengüetazos, como también me había dedicado a tirarme peos caldosos a causa del consumo de farla, aquello olía realmente mal, y todo el contorno del ojo del culo tenía una consistencia como viscosa. Lo relamió todo con una entrega total.
Como estaba muy acelerado para follar a saco (no me fuese a dar un infarto de LOL) le lubriqué el culo a base de escupitajos y de meterle todo lo que entontraba por el keli: el mango de un destornillador, un rotulador de los gordos, tres dedos, etc. Cuando lo tuvo que se le caían los mojones sin apretar, le endiñé el rabo de un empujón, provocando que pegara un alarido que sobrepasó en decibelios a los gritos que los vecinos seguían dando al soplapollas de su hijo. Tanto fue así que golpearon la pared para interesarse por lo que ocurría.
-Hits, ¿estás bien?, ¿pasa algo?
-Nada, Manué, que tengo aquí a una puta golfa y le estoy dando tralla. Vente y te la follas tú también.
Pero en seguida se oyó a su mujer negarse en redondo amenazando con rajarle si atravesaba el dintel de mi puerta. Como ya me estaba cansando de horadarle el ano, la saqué con algo de mierda pegada en pequeñas motas a lo largo de mi carajo y se lo introduje en tol boquino. Entre arcadas bestiales y súplicas para que parase me corrí apuntando a los ojos, con tan buena puntería, que el primer trallazo casi le hace saltar el globo ocular. Ella se lamentaba como si le hubiesen dado una predada, mientras tanto, yo aproveché para escupirle en el pelo los cuatro gapos secos que me quedaban en la garganta. Acto seguido, fui a la cocina a por una tijeras, volví y le corté la pulserita con la bandera de España que adornaba su muñeca, me limpié el sudor del culo y los restos de sabo con ella y se la introduje en la boca, solo para obligarla a decir a voz en grito "gora Euskadi" por lo menos diez veces.
Ya para terminar me hice un porro, puse un partido de la liga de vete a saber dónde, de estos que echan a las cinco de la mañana, la puse a cuatro patas en el suelo a modo de mesita y le coloqué los pies en la espalda. Le dije que ni se le ocurriera moverse hasta que terminara la segunda parte (iba por el minuto 56); los treinta y cuatro minutos más el descuento que quedaban los pasé dándole buches a un litro, caladas al porro, eructando como un energúmeno y escupiendole a placer.
Cuando me entró sueño le dije que se vistiese y rapidito, la agarré del pelo y la eché a empujones al rellano de la escalera. Pegué un portazo y me tumbé en el mismo sofá a dormir un rato. Recuerdo oirla gritar desde la escalera "gracias, Hits, por esta noche", del mismo modo que algún vecino también gritaba "cállate, puta, que no puedo dormir. Como salga te voy a matar".
Me asomé al balcón un momento y vi cómo paraba un taxi, se montaba en él y desaparecía por el horizonte como en las penículas. Me tiré un peo bastante sonoro y apestoso y me quedé roque.
Bueno, señor Gintonic, espero haber estado a la altura de lo que esperaba de mí, y también espero haber hecho que se loleen los demás hermanos. Ojalá LOL me de la oportunidad algún día de llevar a la práctica esta inocente fantasía.
Forero del todo a cien
Frikazo
Clásico
Veterano
Freak
Freak total
Muerto por dentro+
