Peinadoaloafro
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Pues nada, que ante la sugerencia por parte de la moderación sin ningún tipo de coacción por su parte, repito, de ningún tipo, procedo a contar las tontunas de un instituto borrekil.
Decir que llegué allí por monguer, ciencias puras. Ocurre que acabas ahí porque van los amigos y no por darle media vuelta la tema. En fin.
Todo en euskera, claro. No pasa nada porque yo ya lo había estudiado desde parvulitos. Hablarlo y tal, vaya. Todo fluido. Pero vamos, al hilo.
Llegas allí de tus pajillas y tus tonterías y te encuentras con la madurez. La madurez vista desde la perspectiva de un mongolo, claro. Ahora lo pienso y es que me mato. Todo politizado, desde unas reuniones de delegados de clase con los estudiantes en que se tomaba todo muy en serio hasta las reivindicaciones políticas que fueran. Es decir, si se planteaba al profesorado la necesidad de hacer huelga o ir a una manifestación, esa votación se hacía. Ve y dí que no, abe. Y si salía manifa, diles tu que no al poblè. Ja, ja. Jajotas.
Me acuerdo que el primer año, al de unas cuantas manifas, había dos chicas que se mosquearon y votaron que no. Que no había que hacer paro para ir a la manifestación, que ellas querían estudiar. Que para eso iban. Y bueno. No salió mayoría absoluta, claro. Pero salió, y se hizo. Y algunos fueron a hablar con ellas. Y nunca más dejo de salir mayoría absoluta en las votaciones de la clase. Que diría el Sgnt Hartmann, viva la democracia.
Y nada, lo dicho. La secuencia semanal era esa: votación semanal por X excusa para irse de manifa pro-presos y la mitad iba allí y la otra mitad iba por ahí a fumar porros, ligar o jugar al futbito.
Alguna vez fui a alguna manifestación. Que vamos, nada del otro mundo. Estaba acostumbrado a verlo los findes por el casco viejo. Era algo común por aquella época. Tzaraina por doquier (más adelante me tiré una, tremenda que estaba la jodía) y pelotazos por todas las esquinas.
Era algo común, vamos. Entonces en las manifas no te impresionaba. Que vamos, ibas por ligar y te ibas cuando empezaban las hostias y tal. Los que iban en serio, eso ya era otro tema.
Una vez le estuve tirando los trastos a una que tenía al hermano en la cárcel. Y que a él le daban el tercer grado pero que no quería favores del Estado fascista. En ese plan. Y así más cosas. Lo habitual era eso, vaya. Ese plan a todas horas. Había una conciencia muy fuerte de lucha al invasor. Así conocí gente que sabía que estaba más o menos metida en la lucha pero no hasta donde. Años más tarde saber que acabaron en el mako, por una cosa u otra pero siempre por el mismo tema.
Y luego ya las tías. Muy empoderadas, como se dice ahora. De aquella ya había por el norte un feminismo empoderador, de hecho lo normal era el matriarcado en casa. Y hacían y deshacían, claro. Y muy bien me parecía, y me parece. Follando no había cortapisas, la norma era pasárselo bien con lo que apeteciera. Lo duro era llegar ahí, no eran precisamente de hacer migas con nadie que no conocieran. Y claro, más complicado.
Y la gente a pesar de las ideas políticas que tuvieran eran muy del topicazo, de ir de frente y de estar ahí a las duras y a las maduras. Gente de palabra.
Y tal. Muy bien todo.
P.D: El mayor problema que pasé (aparte de cuando me echaron por un lío que no viene al caso) fue con unos pantalones que tenía para las chuletas. Estaba serigrafiado totalmente con polladas de un crío de 16 años. Citas del Ché, Euskal kantak y por ahí cosas de exámenes, etc. Y un anagrama del hacha con la serpiente, enmedio del muslo y muy llamativo. Me lo hizo un amigo porque quedaba chulo, sin más. Pues un día con los pantalones por la calle se me puso una patrulla al lado y claro, no me acordaba de los pantalones. Cuando caí en la cuenta venga a correr y los perdí por una zona de soportales. Y menos mal, me hubieran dado lo más gordo por bobo.
Decir que llegué allí por monguer, ciencias puras. Ocurre que acabas ahí porque van los amigos y no por darle media vuelta la tema. En fin.
Todo en euskera, claro. No pasa nada porque yo ya lo había estudiado desde parvulitos. Hablarlo y tal, vaya. Todo fluido. Pero vamos, al hilo.
Llegas allí de tus pajillas y tus tonterías y te encuentras con la madurez. La madurez vista desde la perspectiva de un mongolo, claro. Ahora lo pienso y es que me mato. Todo politizado, desde unas reuniones de delegados de clase con los estudiantes en que se tomaba todo muy en serio hasta las reivindicaciones políticas que fueran. Es decir, si se planteaba al profesorado la necesidad de hacer huelga o ir a una manifestación, esa votación se hacía. Ve y dí que no, abe. Y si salía manifa, diles tu que no al poblè. Ja, ja. Jajotas.
Me acuerdo que el primer año, al de unas cuantas manifas, había dos chicas que se mosquearon y votaron que no. Que no había que hacer paro para ir a la manifestación, que ellas querían estudiar. Que para eso iban. Y bueno. No salió mayoría absoluta, claro. Pero salió, y se hizo. Y algunos fueron a hablar con ellas. Y nunca más dejo de salir mayoría absoluta en las votaciones de la clase. Que diría el Sgnt Hartmann, viva la democracia.
Y nada, lo dicho. La secuencia semanal era esa: votación semanal por X excusa para irse de manifa pro-presos y la mitad iba allí y la otra mitad iba por ahí a fumar porros, ligar o jugar al futbito.
Alguna vez fui a alguna manifestación. Que vamos, nada del otro mundo. Estaba acostumbrado a verlo los findes por el casco viejo. Era algo común por aquella época. Tzaraina por doquier (más adelante me tiré una, tremenda que estaba la jodía) y pelotazos por todas las esquinas.
Era algo común, vamos. Entonces en las manifas no te impresionaba. Que vamos, ibas por ligar y te ibas cuando empezaban las hostias y tal. Los que iban en serio, eso ya era otro tema.
Una vez le estuve tirando los trastos a una que tenía al hermano en la cárcel. Y que a él le daban el tercer grado pero que no quería favores del Estado fascista. En ese plan. Y así más cosas. Lo habitual era eso, vaya. Ese plan a todas horas. Había una conciencia muy fuerte de lucha al invasor. Así conocí gente que sabía que estaba más o menos metida en la lucha pero no hasta donde. Años más tarde saber que acabaron en el mako, por una cosa u otra pero siempre por el mismo tema.
Y luego ya las tías. Muy empoderadas, como se dice ahora. De aquella ya había por el norte un feminismo empoderador, de hecho lo normal era el matriarcado en casa. Y hacían y deshacían, claro. Y muy bien me parecía, y me parece. Follando no había cortapisas, la norma era pasárselo bien con lo que apeteciera. Lo duro era llegar ahí, no eran precisamente de hacer migas con nadie que no conocieran. Y claro, más complicado.
Y la gente a pesar de las ideas políticas que tuvieran eran muy del topicazo, de ir de frente y de estar ahí a las duras y a las maduras. Gente de palabra.
Y tal. Muy bien todo.
P.D: El mayor problema que pasé (aparte de cuando me echaron por un lío que no viene al caso) fue con unos pantalones que tenía para las chuletas. Estaba serigrafiado totalmente con polladas de un crío de 16 años. Citas del Ché, Euskal kantak y por ahí cosas de exámenes, etc. Y un anagrama del hacha con la serpiente, enmedio del muslo y muy llamativo. Me lo hizo un amigo porque quedaba chulo, sin más. Pues un día con los pantalones por la calle se me puso una patrulla al lado y claro, no me acordaba de los pantalones. Cuando caí en la cuenta venga a correr y los perdí por una zona de soportales. Y menos mal, me hubieran dado lo más gordo por bobo.
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