Sekhmet
Freak
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Supongo que todos en el colegio habéis hecho esa maldita prueba consistente en correr unos pocos metros cada vez en menos segundos, divididos en períodos.
Fin del período unooo. Doooos. Yo sólo llegaba al tres y me sentaba en un rincón a reflexionar sobre mi escasa virtud aeróbica. Nunca fui especialmente competitiva, siempre me ha faltado ego. Y es que no tengo soberbia y las frustraciones las digiero en forma de kit kats y bollos.
También guardo dentro de mí el fracaso de no aprobar el Advance hace cuatro años y no volverlo a intentar nunca. Me rendí y sentí a Macaulay Culkin pisoteándome. Abandoné el italiano y el alemán. Además, la historia se me dio siempre mal, entender la política y los entresijos de la economía fueron un imposible para mí.
Fui una niña tardía, supe que los reyes magos no existían ridículamente a deshora y perdí la virginidad muy tarde (pero sin pagar, hijo de puta), y lo que es peor: nunca aprendí a nadar. Eso hizo que ya de pequeña tolerara con adustez las burlas y constantemente respondía de forma desmedida: recuerdo en primaria un niño que vivía en mi barrio y que se mofaba por ir con cuatro ruedecitas en la bicicleta a los doce años, a lo que yo siempre respondía de la misma forma: CÁLLATE PEDRO QUE TU PADRE ESTÁ MUERTO.
Te toca.
Fin del período unooo. Doooos. Yo sólo llegaba al tres y me sentaba en un rincón a reflexionar sobre mi escasa virtud aeróbica. Nunca fui especialmente competitiva, siempre me ha faltado ego. Y es que no tengo soberbia y las frustraciones las digiero en forma de kit kats y bollos.
También guardo dentro de mí el fracaso de no aprobar el Advance hace cuatro años y no volverlo a intentar nunca. Me rendí y sentí a Macaulay Culkin pisoteándome. Abandoné el italiano y el alemán. Además, la historia se me dio siempre mal, entender la política y los entresijos de la economía fueron un imposible para mí.
Fui una niña tardía, supe que los reyes magos no existían ridículamente a deshora y perdí la virginidad muy tarde (pero sin pagar, hijo de puta), y lo que es peor: nunca aprendí a nadar. Eso hizo que ya de pequeña tolerara con adustez las burlas y constantemente respondía de forma desmedida: recuerdo en primaria un niño que vivía en mi barrio y que se mofaba por ir con cuatro ruedecitas en la bicicleta a los doce años, a lo que yo siempre respondía de la misma forma: CÁLLATE PEDRO QUE TU PADRE ESTÁ MUERTO.

Te toca.