Culos, siempre culos. Pero no los culos de esas golfas que ponen como ejemplo, no. Culos honestos, culos de diario, culos de chica pobre pero honrada que probaron una vez el tanga y no lo volvieron a usar porque les rozaba. Culos gordos y redondos que nunca vieron la luz del sol ni los rayos uva y se nos ofrecen, después de mucho insistir, con la marca del elástico surcando las nalgas, mientras su propietaria mira hacia el suelo sin saber qué hacer. Culos que rellenan contundentemente bragas de algodón blancas o celestes, de cintura alta y con refuerzo de tohalla para la junta de culata. Esos de las fotos ni son culos ni son nada.