El bedel
MUJER CON ENVIDIA DE PENE
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- 10 Ago 2011
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Ella se sienta y mira alrededor con aire de suficiencia, casi severo, como comprobando que no haya ninguna mirada impertinente... aunque sabe que la hay, siempre la hay. A continuación abre el bolso, saca un florido neceser y comienza la laboriosa sesión de reconstrucción matinal: unas musculosas y hábiles manos van dibujando cada rasgo, van mágicamente describiendo trazos; no en vano algunos sabios renacentistas llegaron discutir en algún momento si el maquillaje debía considerarse o no un arte.
Tras la segunda estación se han borrado las ojeras y en la tercera un rubor aterciopelado acaricia unas mejillas que hace ya algún tiempo han dejado de abochornarse ante miradas anónimas. Sostiene la cajita de sombras con espejo muy cerca de su cara y comprueba con molestia que siempre hay quien la mira: unos con curiosidad ante la precisión a pesar del traqueteo, algunos molestos por la frivolidad del acto, otros simplemente absortos.
Como yo. Ha cruzado varias veces su mirada con la mía, creo que le intereso; aprovechando que ahora sólo hay tres personas más al fondo del vagón, ensayo un gesto entre adolescente tímido y galán veterano, y sonrío. Ella clava sus ojos ahumados en Dior en mis ojos de cervatillo, me espeta un "¿Qué coño miras?" fulminante y abandona furiosa el vagón.
Le he gustado, lo sé. Mañana la espero otra vez y me atrevo a decirle algo.
Tras la segunda estación se han borrado las ojeras y en la tercera un rubor aterciopelado acaricia unas mejillas que hace ya algún tiempo han dejado de abochornarse ante miradas anónimas. Sostiene la cajita de sombras con espejo muy cerca de su cara y comprueba con molestia que siempre hay quien la mira: unos con curiosidad ante la precisión a pesar del traqueteo, algunos molestos por la frivolidad del acto, otros simplemente absortos.
Como yo. Ha cruzado varias veces su mirada con la mía, creo que le intereso; aprovechando que ahora sólo hay tres personas más al fondo del vagón, ensayo un gesto entre adolescente tímido y galán veterano, y sonrío. Ella clava sus ojos ahumados en Dior en mis ojos de cervatillo, me espeta un "¿Qué coño miras?" fulminante y abandona furiosa el vagón.
Le he gustado, lo sé. Mañana la espero otra vez y me atrevo a decirle algo.
Poned aquí algo similar que os haya pasado, una situación humillante con una desconocida y en la que no hayáis podido reaccionar.
Ah, no, que sois unos machotes y las tías se matan por follaros
Ah, no, que sois unos machotes y las tías se matan por follaros