Black Adder
Plagiador de mierda
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Se cree que el palabro, originario del griego antiguo (literalmente, "arte de expugnar ciudades"), nació al ser adjudicado como sobrenombre a Demetrio I, hijo de Antígono I, rey macedonio que excelió en la materia de la toma de plazas fuertes y quien sin embargo fracasó en el mayor asedio que capitaneó, el de la ciudad de Rodas, en virtud de la frustración del cual sus ciudadanos erigieron el célebre Coloso de Rodas.
Se considera una ciencia extinta a partir de la popularización de las armas de fuego de alta cadencia, que obligaron a replantear primero, y condenaron al desuso después, las fortificaciones dedicadas a funciones militares, si bien ha sufrido esporádicos episodios de revigorización debidos a condiciones bélicas especiales: la guerra de trincheras en el frente occidental durante la Gran Guerra o, más recientemente, el uso de smartphones por parte de chicas que van al gimnasio.
Estamos hablando de herramientas poderosas, de gran capacidad de penetración y cadencia de tiro que han puesto todo el poder del microprocesado digital de alta potencia en las manos de personas inestables, carentes de criterio y escrúpulos y cualquier clase de referente moral: chicas de 16 años que van al gimnasio.
Herramientas que jubilaron el diseño de construcciones defensivas y la práctica de guarnecer tropas en ellas han sido superadas por dispositivos que caben en bolsillos y pueden ser accionados en cualquier momento por individuos con cuerpo de mujer y la maduración a medio completar, menores que acuden en leggins al gimnasio, ante las cuales son ineficaces castillos y ciudadelas, alcázares, murallas con o sin torreones en ellas, almenas y aspilleras, buhardas, adarves, matacanes, ladroneras, parapetos, fosos y barbacanas, atalayas, albarranas, castilletes y zafras, portones y la antiguamente sana costumbre de cerrar la puerta y no contestar al timbre nunca.
Se dice que la ciudad de Florencia, ante el advenimiento de Federico Barbarroja, excavó en 5 meses un foso de 20 pies de profundidad para protegerse del avance de las tropas gibelinas. Medidas desesperadas como esta o el antiguo botón de no admisión resultan completamente ineficaces hoy, donde la cobertura infinita y la geolocalización y disponibilidad permanentes nos hacen vulnerables a los ojos escrutadores, incansables, inmunes al sueño de las chicas de 16 años que empiezan a acosarnos desde que un día les enseñamos cómo se usa la prensa de sentadilla hack.
Chicas menores, de 16 años, enfundadas en leggins bien apretados por sus padres que les pagan la cuota para que vayan a hacer el mendrugo al gimnasio en lugar de dar por saco en casa, que mediante acoso y derribo logran averiguar que vives casualmente justo en el bloque de enfrente.
De modo que por necesidad imperiosa una fuerza mayor te recluye, pero no estamos hablando de Demetrio I el Poliorcetes precisamente, no es el duque de Verwick el adversario que tenemos enfrente sino una MENOR, una menor que te hace encerrarte en tu casa, te vence y te mantiene cautivo en la cárcel que considerabas tu sancta sanctorum y que ahora será tu propia tumba.
Morirás aquí atrapado. Si no ahora pronto, y tu vida habrá sido un error, tú habrás hecho que fracasara, puesto que ha sido trasbalsada por una menor, tendrías que matarla, pero no eres capaz de hacerlo, antes te encaramarías a un tejado y vaciarías cargadores contra personas que quizás nunca hicieron daño a nadie y que madrugan para alimentar a su familia sin causar problemas a los demás, gente inocente a la que horadarías la caja torácica con certeros disparos cuya única manifestación es un eco sordo y un orificio de entrada y salida de poco más de 7 mm, que se dice pronto, pero se acomete rápido, es lo bastante limpio y te garantiza una pensión vitalicia en una institución mental donde te drogarán a diario para adormecer tus sentidos, nadie te culpará si desatas una matanza en la diagonal desde lo alto de la Torre Godó, pero no puedes matar a una menor, es un asunto muy sucio, es una grave alteración del orden público y social que sólo conduce a la pérdida del lugar de trabajo y a palizas mortales en la cárcel, no, no puedes matar a una menor, ni hablar.
Pero vivir, tampoco puedes VIVIR con eso, una menor es la quintaesencia del caos y la anarquía, una montaña rusa emocional que publica poemas y declaraciones y sube fotos tuyas para que las vea todo el mundo y sepa lo mucho que te quiere con una intensidad abrasadora tal que fundiría las mismas retinas del astro Rey y con una caducidad de pocas semanas tras las cuales podría posarse en otra flor despreocupadamente dejando a la anterior marchita, podrida, una flor donde se ha posado una menor queda para siempre inservible, porque a ver cómo lo explicas cuando ya es tema de conversación, ya se habla en todos sitios, el tipo de Ciudad Lineal que guardaba los narcóticos para drogarlas al lado de las botellitas de oxandrolona, es tema común, lo hablan las secretarias por la mañana mientras hacen su pausa del desayuno y los padres que recojen a sus hijas en el colegio, a ver cómo lo explicas cuando habrá 50 tipos dispuestos a señalarte, "sí, es ese el vecino que la acosaba por las redes", ya será demasiado tarde para dar explicaciones, "los vi hablando en el gimnasio", llegará a oídos de tu familia y amigos que te darán la espalda, te girarán la cara, te apoyarían si fueras un estafador, un corrupto, un asesino de mendigos pero no en este caso, nunca, estamos hablando de una menor, es imperdonable, "jaja, ya sé lo que debéis estar pensando, pues no amigos, todo tiene una explicación, mirad: en realidad no es lo que parece eh?", tienes que detenerlo como sea y cortar esta situación de raíz, este asunto que se ha ido de las manos, este embrollo que sólo puede terminar costándote el lugar de trabajo y quien sabe si algo peor, una menor, un asunto muy espinoso: una menor revolotea libre sin atenerse a un sentido común que considera encorsetador y excesivamente normativo y las normas no se hicieron para ella, ingenua criatura, lo bastante como para creerse única en el mundo, pero no lo suficiente como para no haber entregado sus placeres carnales a puerta de una discoteca, una menor es todo pasión, su energía es tan inagotable como su inconsciencia, su rumbo es tan fruto del azar como del capricho, bate sus alas ruidosamente y te rasga la cara, te picotea los ojos, te araña y esparce bacterias mortales y enfermedades venéreas contagiadas por poligoneros que le regalan marihuana a cambio de que les chupe la polla, y no se queda sola: una menor atrae otras menores, se aparean, se REPRODUCEN, y en un visto y no visto tienes una clase de repetidoras de auxiliares de enfermería enteras rondando tu casa, tu supermercado, te ponen sitio, ya no puedes salir de tu propia casa sin encontrártelas sentadas en un portal observándote, picando en sus diminutas pantallas esbozando sonrisas siniestras, no puedes salir, morirás de hambre, no pasará mucho tiempo sin que empieces a ahogarte en tu propia mierda, tendrás que bajar por el patio interior deslizándote por la cañería y sin duda resbalarás de forma poco oportuna y encontrarás la muerte contra el pavimento.
No, serás demasiado cobarde, te mantendrás encerrado en tu cuarto con las persianas bajadas y lanzarás cibernéticamente un grito de ayuda pidiendo auxilio, pedirás consejo entre tus amigos foreros porque estás acorralado, estás perdido, no tienes salida, temes el primer dedo acusador tras el cual vendrán todos los demás, emitiendo el juicio definitivo, "pues parecía buen tío, siempre saludaba", la condena social y el ostracismo, el espinoso sanbenito de la pederastia contra el cual es imposible defenderse, así que te conectas y emites una llamada de socorro desesperada para que te ayuden a deshacerte de una menor, una MENOR.
Se considera una ciencia extinta a partir de la popularización de las armas de fuego de alta cadencia, que obligaron a replantear primero, y condenaron al desuso después, las fortificaciones dedicadas a funciones militares, si bien ha sufrido esporádicos episodios de revigorización debidos a condiciones bélicas especiales: la guerra de trincheras en el frente occidental durante la Gran Guerra o, más recientemente, el uso de smartphones por parte de chicas que van al gimnasio.
Estamos hablando de herramientas poderosas, de gran capacidad de penetración y cadencia de tiro que han puesto todo el poder del microprocesado digital de alta potencia en las manos de personas inestables, carentes de criterio y escrúpulos y cualquier clase de referente moral: chicas de 16 años que van al gimnasio.
Herramientas que jubilaron el diseño de construcciones defensivas y la práctica de guarnecer tropas en ellas han sido superadas por dispositivos que caben en bolsillos y pueden ser accionados en cualquier momento por individuos con cuerpo de mujer y la maduración a medio completar, menores que acuden en leggins al gimnasio, ante las cuales son ineficaces castillos y ciudadelas, alcázares, murallas con o sin torreones en ellas, almenas y aspilleras, buhardas, adarves, matacanes, ladroneras, parapetos, fosos y barbacanas, atalayas, albarranas, castilletes y zafras, portones y la antiguamente sana costumbre de cerrar la puerta y no contestar al timbre nunca.
Se dice que la ciudad de Florencia, ante el advenimiento de Federico Barbarroja, excavó en 5 meses un foso de 20 pies de profundidad para protegerse del avance de las tropas gibelinas. Medidas desesperadas como esta o el antiguo botón de no admisión resultan completamente ineficaces hoy, donde la cobertura infinita y la geolocalización y disponibilidad permanentes nos hacen vulnerables a los ojos escrutadores, incansables, inmunes al sueño de las chicas de 16 años que empiezan a acosarnos desde que un día les enseñamos cómo se usa la prensa de sentadilla hack.
Chicas menores, de 16 años, enfundadas en leggins bien apretados por sus padres que les pagan la cuota para que vayan a hacer el mendrugo al gimnasio en lugar de dar por saco en casa, que mediante acoso y derribo logran averiguar que vives casualmente justo en el bloque de enfrente.
De modo que por necesidad imperiosa una fuerza mayor te recluye, pero no estamos hablando de Demetrio I el Poliorcetes precisamente, no es el duque de Verwick el adversario que tenemos enfrente sino una MENOR, una menor que te hace encerrarte en tu casa, te vence y te mantiene cautivo en la cárcel que considerabas tu sancta sanctorum y que ahora será tu propia tumba.
Morirás aquí atrapado. Si no ahora pronto, y tu vida habrá sido un error, tú habrás hecho que fracasara, puesto que ha sido trasbalsada por una menor, tendrías que matarla, pero no eres capaz de hacerlo, antes te encaramarías a un tejado y vaciarías cargadores contra personas que quizás nunca hicieron daño a nadie y que madrugan para alimentar a su familia sin causar problemas a los demás, gente inocente a la que horadarías la caja torácica con certeros disparos cuya única manifestación es un eco sordo y un orificio de entrada y salida de poco más de 7 mm, que se dice pronto, pero se acomete rápido, es lo bastante limpio y te garantiza una pensión vitalicia en una institución mental donde te drogarán a diario para adormecer tus sentidos, nadie te culpará si desatas una matanza en la diagonal desde lo alto de la Torre Godó, pero no puedes matar a una menor, es un asunto muy sucio, es una grave alteración del orden público y social que sólo conduce a la pérdida del lugar de trabajo y a palizas mortales en la cárcel, no, no puedes matar a una menor, ni hablar.
Pero vivir, tampoco puedes VIVIR con eso, una menor es la quintaesencia del caos y la anarquía, una montaña rusa emocional que publica poemas y declaraciones y sube fotos tuyas para que las vea todo el mundo y sepa lo mucho que te quiere con una intensidad abrasadora tal que fundiría las mismas retinas del astro Rey y con una caducidad de pocas semanas tras las cuales podría posarse en otra flor despreocupadamente dejando a la anterior marchita, podrida, una flor donde se ha posado una menor queda para siempre inservible, porque a ver cómo lo explicas cuando ya es tema de conversación, ya se habla en todos sitios, el tipo de Ciudad Lineal que guardaba los narcóticos para drogarlas al lado de las botellitas de oxandrolona, es tema común, lo hablan las secretarias por la mañana mientras hacen su pausa del desayuno y los padres que recojen a sus hijas en el colegio, a ver cómo lo explicas cuando habrá 50 tipos dispuestos a señalarte, "sí, es ese el vecino que la acosaba por las redes", ya será demasiado tarde para dar explicaciones, "los vi hablando en el gimnasio", llegará a oídos de tu familia y amigos que te darán la espalda, te girarán la cara, te apoyarían si fueras un estafador, un corrupto, un asesino de mendigos pero no en este caso, nunca, estamos hablando de una menor, es imperdonable, "jaja, ya sé lo que debéis estar pensando, pues no amigos, todo tiene una explicación, mirad: en realidad no es lo que parece eh?", tienes que detenerlo como sea y cortar esta situación de raíz, este asunto que se ha ido de las manos, este embrollo que sólo puede terminar costándote el lugar de trabajo y quien sabe si algo peor, una menor, un asunto muy espinoso: una menor revolotea libre sin atenerse a un sentido común que considera encorsetador y excesivamente normativo y las normas no se hicieron para ella, ingenua criatura, lo bastante como para creerse única en el mundo, pero no lo suficiente como para no haber entregado sus placeres carnales a puerta de una discoteca, una menor es todo pasión, su energía es tan inagotable como su inconsciencia, su rumbo es tan fruto del azar como del capricho, bate sus alas ruidosamente y te rasga la cara, te picotea los ojos, te araña y esparce bacterias mortales y enfermedades venéreas contagiadas por poligoneros que le regalan marihuana a cambio de que les chupe la polla, y no se queda sola: una menor atrae otras menores, se aparean, se REPRODUCEN, y en un visto y no visto tienes una clase de repetidoras de auxiliares de enfermería enteras rondando tu casa, tu supermercado, te ponen sitio, ya no puedes salir de tu propia casa sin encontrártelas sentadas en un portal observándote, picando en sus diminutas pantallas esbozando sonrisas siniestras, no puedes salir, morirás de hambre, no pasará mucho tiempo sin que empieces a ahogarte en tu propia mierda, tendrás que bajar por el patio interior deslizándote por la cañería y sin duda resbalarás de forma poco oportuna y encontrarás la muerte contra el pavimento.
No, serás demasiado cobarde, te mantendrás encerrado en tu cuarto con las persianas bajadas y lanzarás cibernéticamente un grito de ayuda pidiendo auxilio, pedirás consejo entre tus amigos foreros porque estás acorralado, estás perdido, no tienes salida, temes el primer dedo acusador tras el cual vendrán todos los demás, emitiendo el juicio definitivo, "pues parecía buen tío, siempre saludaba", la condena social y el ostracismo, el espinoso sanbenito de la pederastia contra el cual es imposible defenderse, así que te conectas y emites una llamada de socorro desesperada para que te ayuden a deshacerte de una menor, una MENOR.