Si no te gustan las pecas, supongo que no te gustan las negras, que solo tienen una pero muy grande. A mí las pecosas me hacen gracia, y si son pelirrojas, mejor. Eso si, jóvenes, que con esa piel tan seca son una delicia de chavalitas, pero luego se arrugan como escrotos.
De hecho algo que me pone mucho son las manchas de nacimiento en la cara. Un pequeño salpicón de melanina que la naturaleza ha decidido añadir a un bello rostro de mujer, le da un toque de belleza expontánea que se me hace irresistible.
Luego están los lunares y las verrugas. Eso ya es otra historia. Y por ahí ya no paso. Y por algún motivo esas mierdas están por todas partes. Quemarla con el mechero, eso deberíamos hacer cuando nos encontráramos una verruga en la piel de una mujer. Chupar una verruga peluda rodeada de tres o cuatro mas pequeñas es mi pesadilla. Eso me mataría.
Y luego está la belleza morbosa de las cicatrices.
Aquellos que os hayáis follado las tetas de una tía operada de corazón, sabréis apreciar un buen costurón sobre la nívea piel de una jovencita. Las únicas que no soporto son las de apendicitis, ya que al haber siempre algo de grasa en la zona abdominal, adquieren profundidad y crean como un segundo ombligo u ojete, una cavidad incierta e inquietante cerca de sus ingles.