Dan penita en casa, pero ellos están tan felices en su territorio. En mi barrio hay uno que saca a su gato y lo lleva con correa. Al gato se le ve más ancho que una canasta, va tan pancho. Algún día me lo he cruzado con el gato subido a los hombros repanchingado mirándolo todo tan feliz.
Mi pobre gato es como blanki, ya en el ascensor dentro de su trasportin se mea.
Si no le gusta no le gusta, pobrecita. No creo que la vayas a conseguir acostumbrar. Menudos son...
A mí ni se me ocurre comprarle un arenero cubierto como para meterle en ese mochilo macuto horroroso con ventilador, que sé que lo hacías con buena intención, pero es que a quién se le ocurre.