Tengo que comerme todo lo que he dicho de Ronaldo. Hoy, de nuevo, cuando el equipo más le necesitaba, ha aparecido. Hoy, de nuevo, en los momentos decisivos, en esos momentos en los que un tío que ha costado 94 millones de eyporls ha de hacer acto de presencia y decidir situaciones críticas, de nuevo, repito, ha dejado su impronta, su sello, su made in, de nuevo, eh.
Seguro que no he sido el único que pedía a Ózil o Kaká dar el balón a Higuaín, Benzemán o Callejón, y no a Ronaldo. Seguro que no era el único que espetaba insultos de lo más grotescos al luso después de sus disparos desde 35 metros, o después de que le llorase al árbitro faltas mientras el balón seguía en juego y el Mallorca salía al contragolpe, o después de que no se fuese ni de su sombra, o después de que lanzase otra falta de risa, o después de que no viese los desmarques de Callejón y Benzemán en la primera parte pero sí viese como Cendrós le hacía faltas...
Eh, pero que muy bien, este miércoles, después de que los diez jugadores que estarán a su lado se dejen el alma en el campo, corran como nunca, luchen y breguen hasta el exangüe, intenten que el Barcelona no les pase por encima, y si hay suerte, hasta puede que ganen, este miércoles, repito, después de todo ello, tendremos a un portugués con un partido más sin hacer el huevo, con 15 faltas cuyo destino será la afición madridista -que no me extraña que algunos le silben, temiendo como temen por su vida cada vez que Cristiano se dispone a lanzar un chut de falta- y una veintena de ocasiones clamorosas marradas, se volverá a oír aquello de que Cristiano marca 50 goles al año.
Pues sí, oye, 50 goles por temporada y un título de 9 de posibles, olé.