Manifiesto revolucionario.

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Werther

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16 Mar 2004
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Donde hay vida, superior o inferior, compleja o sencilla, psíquica o física, colectiva o individual, de una planta, de un hombre, de una nación, puede haber funcionamiento normal de las energías vitales, o juego anormal de esas funciones. Frente al pasado glorioso de nuestra patria, la brutal y abstracta ideología del nacionalismo centrífugo y la perniciosa e inhumana economía política, llamada clásica, han reducido la situación presente de la nación a un estado de inaudito libertinaje y desenfrenada corrupción de la raza. La democracia inorgánica e individualista ha completado la obra. Todo, en suma, anglosajón. No es ya la miseria ideológica del utilitarismo material; es la miseria moral, el abandono, el desabrigo humano, el vacío afectivo que en torno suyo perpetuamente se alza como el ambiente solitario de un perdido de la vida. Es que aquí nadie tiene grupo social, hermandad espiritual, vecinal o profesional que le llame suyo, que le tenga por miembro humano propio; de aquí el grito universal por el agua de esta sed horrible:¡nación, patria, España! Son las Cortes, dominadas por un gobierno subyugado al arbitrio de los nacionalistas, la navaja que España lleva metida en el costado y por cuya ancha herida viértesela la sangre a borbotones y éntrasela la infección purulenta a manos llenas. Oír a un patriota ensalzar las virtudes de nuestra nación frente a la gran masa nihilista social- nacionalista, es asistir al rezo de un rosario doloroso, al evangelio de la pasión y muerte de un Cristo llevado de Herodes a Pilatos, ultrajado, escupido, azotado y no pocas veces crucificado con INRI sobre la santa cabeza, ¡no es posible crear una civilización poderosa con semejantes sayones!
Hay que volver cuanto antes y a todo trance a nuestro ser y modo propios, y ya se verá cuán pronto torna a surgir la savia abundante, sana y fecunda, reverdeciéndose donde quiera y floreciendo el árbol nacional, hoy desmochado y aterido. No hay fórmula, por otra parte, más depuradora de todo arbitrismo o ideológico o inadecuado, siempre estéril, en esta materia: marchar constantemente en la nación y con la nación. En los senos inviolables y en los inaccesibles rincones, en montañas o comarcas apartadas y escondidos valles superviven aún esos restos indígenas de patria, y en el alma profunda de todo el pueblo, allí donde moran los estratos enterrados, gérmenes que sólo esperan una burbuja de oxígeno, una gota de humedad y un rayo de sol para desentumecerse, reiniciar la gestación y surgir de nuevo a la superficie y a la vida, gritando: ¡Arriba España!
 
Si total , los nacionalistas perifericos son los mas españoles e todo ya que son los que mas demuestras este nuestro espiritu cainita .

Nunca seremos un gran pais porque nosotros mismos ya nos encargamos de ponernos la zancadilla .
 
He's back.

El romanticismo tiene que ser más cercano a la verdad que esa falacia que pones acusando la aespañolidad de cancerarlo todo, cuando pertenecen a dos categorías de procesos distintos.

Fanático cegado, que no tan burro para creerte lo que hipocritamente has pegado.
 
Obviamnte yuxtapone el planteamiento precedente desde un prisma radicalmente opuesto al planteamiento raiz del que parte la cuestion planteada .
 
Vaya tostón, puedes quitarle toda la parafernalia y ponerlo de manera que en el segundo renglón no den ganas de parar de leer?

Es una critica constructiva.
 
espantallo2 rebuznó:
Vaya tostón, puedes quitarle toda la parafernalia y ponerlo de manera que en el segundo renglón no den ganas de parar de leer?

Es una critica constructiva.
Donde no hay...
 
¿Es aquí donde hay que escribir para parecer culto? Vamos allá:

Versos de Horacio:

Pallida mors, aequo pulsat pede
pauperum tabernas regumque turres


Otro de Petrarca:

un bel morir tutta la vita honora

Una sentencia de Jardiel:

La medicina es el arte de acompañar la muerte con palabras griegas.

Y una promesa de Felipe González:

OTAN, de entrada, no.
 
Me da harta pereza explicarlo, pero bueno…
Dos son los errores que han terminado por reducir a la nada la ya de por sí paupérrima cultura hispánica: los nacionalismos centrífugos y la economía política en su versión anglosajona. El resultado es un hombre completamente nihilista que, o no perteneciendo a ningún grupo, ideología, nación, se siente ciudadano cosmopolita, o siendo objeto de doctrinas erróneas, es partidario de un nacionalismo vació que al fin y a la postre es otro tipo de nihilismo. El cosmopolitismo y el nacionalismo excluyente son contrarios al verdadero sentimiento patrio y éste es fundamental para que una sociedad sea consciente de su propio propósito vital. Los ciudadanos españoles carecen de un sentimiento hacia la madre patria que les permita columbrar su función en dicha sociedad y, por tanto, formar parte de esa finalidad a que toda gran cultura tiende. El español de hoy es completamente individualista y su fin en la vida es la mera satisfacción de sus deseos materiales; esto es, carece de espíritu. No conoce la historia de su pueblo, no se siente parte de la misma, ha perdido todos sus ideales y se ha convertido en simple materia viviente, cuya felicidad depende del número de cosas que consuma. El consumo es el fin de su vida: consumo de productos, de sexo, de ocio, etc…) Nada siente realmente como algo auténtico, para él todo lo que no sea la completa satisfacción de sus necesidades carece de sentido.
Frente a esta degeneración, propugno un retorno a los verdaderos valores hispánicos, que aún perduran en lo más recóndito de nuestra geografía. Pero, ¿el español de hoy, ciudadano de grandes urbes, puede recordar todavía en qué consisten esos valores que formaron parte del espíritu de sus antepasados? Me pregunto sino es ya demasiado tarde.
 
Ridículo. Nuestro nacionalismo es Patria, pero tu ceguera te impide admitir que las que no sean la tuya sean válidas, justificadas y veraces. No es nihilismo, sinó fe.
 
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