Moderador Incógnito
Freak
- Registro
- 31 May 2011
- Mensajes
- 9.520
- Reacciones
- 5.140
Bueno, a riesgo de quedar como un vulgar epatante, paso a contar una anécdota (no exenta de trascendencia) que me acaba de pasar ahora mismo. Todavía escuece.
Quede claro, que soy un hombre temeroso del juicio ajeno (se habrán ustedes dado cuenta ya, en sólo dos líneas), que no me gustan las guarradas. A mi parecer, el mundillo de lo soez y la excrecencia está sobrevalorado, sobre todo en este foro. Sobre todo si no hay vueltas de tuerca.
A lo que íbamos.
Estaba en el water, haciendo de cuerpo. Suelo leer unas revistillas de surf mientras lo hago. De alguna manera conjuga bien con la dilatación de esfínteres. Es como una regresión a una fase anal tardía. Una asociación subconsciente, que se viene llamando en los círculos de entendidos.
Total, llevo la mano al rollo de papel y toco cartón. Miro al rincón del rollo de repuesto y veo otro cilindro de cartón pelado, con un fleco blanco colgando, como mostrando un patetismo cómico ante mi necesidad. Me levanto un poco, lo que me es posible, y alcanzo la balda del baño. Nada.
Estoy seguro que con párrafos como el anterior han comenzado un montón de bromas y chistes, de esos que voy a recibir en forma de comentarios ahora mismo. Tranquilos, a mí también me gustaría que me diera la mollera para más...
Sigo buscando con la mirada, busco clines, busco papel, siento un barro húmedo expandiendose en el canalillo. ¡Toallitas desmaquillantes!. Una vez lo hice con eso. Hacen el truco perfectamente, aunque dejan un residuo en forma de pelusilla ciertamente incómodo. En esos momentos me daba igual la pelusilla. Cuando notas residuos húmedos en las caras internas de las nalgas te invade una especie de auto-vergüenza que te hace sentir menos humano. Te da igual quitar esa sensación con lo que sea. Miro en la balda de mi hermana. No queda ni una puta toallita desmaquillante.
Pero hay unos paquetes azules con dibujos de colores. Compresas. El solo pensamiento me turba. Más que nada porque son las compresas de mi hermana. No, eso no. Escruto todo el baño. Algo tiene que haber. Abro la papelera, quizas haya algún burruño de papel higiénico que pueda ser util. Más compresas. Examino su superficie, parecen suaves. Los reparos muchas veces nacen de lo irracional, me he dicho.
"Odor-fresh", "ultra-absorbente". Esto quizás ayude, me decía, mientras separaba el plástico. No he reparado mucho en la cosa en si misma. Ustedes comprenderán. Iba a llevarme a la mismísima proximidad de mi ojete una compresa que, originalmente, estaba destinada a absorber las supuraciones menstruales de ¡mi hermana!. He quitado los mil papeles en los que viene envuelta la cosa, deprisa y me la he llevado al ano.
Pero al comenzar los conocidos movimientos circulares enseguida he notado que algo iba mal. De alguna manera la compresa se me ha pegado al culo. Girándome malamente he mirado el asunto. Una banda azul de adhesivo recorría toda la cara que intentaba frotar. De puta madre.
Embebidos en el adhesivo azul de los cojones estaban mis pelos del culo. Bastante embebidos, por cierto. Y la mierda que pretendía quitar inicialmente seguía rondándolo todo. He intentado quitármelo poco a poco. Sólo era prolongar la agonía. Hay que tirar. Como un hombre. Como un hombre con una compresa pegada en el culo.
Me he acordado de Eva, Ivi y Ava (las tanga girls) mientras veía la superficie marrunolenta y plagada de pelos enhiestos. Fun. A lot of. Me he torturado un rato con el ardor, antes de darle la vuelta a la compresa y limpiarme, por fin, todos los restos del jiñote. Es que eres tonto. ¿Cómo cojones no lo has visto?, ¿cómo van a sujetar las tías una compresa con las cuerdas que llevan entre el coño hoy en día?, ¡pues con adhesivo!, ¡con adhesivo, melón!.
Me ha estado bien empleado. Ya no escuece tanto.
Bueno, haberlo contado no me libera de la vergüenza de haberlo hecho, como no me ha liberado el ver a la compresa y los mil papeles ser devorados por el pequeño maremoto en miniatura.
Supongo que deberé cargar con ello.
Quede claro, que soy un hombre temeroso del juicio ajeno (se habrán ustedes dado cuenta ya, en sólo dos líneas), que no me gustan las guarradas. A mi parecer, el mundillo de lo soez y la excrecencia está sobrevalorado, sobre todo en este foro. Sobre todo si no hay vueltas de tuerca.
A lo que íbamos.
Estaba en el water, haciendo de cuerpo. Suelo leer unas revistillas de surf mientras lo hago. De alguna manera conjuga bien con la dilatación de esfínteres. Es como una regresión a una fase anal tardía. Una asociación subconsciente, que se viene llamando en los círculos de entendidos.
Total, llevo la mano al rollo de papel y toco cartón. Miro al rincón del rollo de repuesto y veo otro cilindro de cartón pelado, con un fleco blanco colgando, como mostrando un patetismo cómico ante mi necesidad. Me levanto un poco, lo que me es posible, y alcanzo la balda del baño. Nada.
Estoy seguro que con párrafos como el anterior han comenzado un montón de bromas y chistes, de esos que voy a recibir en forma de comentarios ahora mismo. Tranquilos, a mí también me gustaría que me diera la mollera para más...
Sigo buscando con la mirada, busco clines, busco papel, siento un barro húmedo expandiendose en el canalillo. ¡Toallitas desmaquillantes!. Una vez lo hice con eso. Hacen el truco perfectamente, aunque dejan un residuo en forma de pelusilla ciertamente incómodo. En esos momentos me daba igual la pelusilla. Cuando notas residuos húmedos en las caras internas de las nalgas te invade una especie de auto-vergüenza que te hace sentir menos humano. Te da igual quitar esa sensación con lo que sea. Miro en la balda de mi hermana. No queda ni una puta toallita desmaquillante.
Pero hay unos paquetes azules con dibujos de colores. Compresas. El solo pensamiento me turba. Más que nada porque son las compresas de mi hermana. No, eso no. Escruto todo el baño. Algo tiene que haber. Abro la papelera, quizas haya algún burruño de papel higiénico que pueda ser util. Más compresas. Examino su superficie, parecen suaves. Los reparos muchas veces nacen de lo irracional, me he dicho.
"Odor-fresh", "ultra-absorbente". Esto quizás ayude, me decía, mientras separaba el plástico. No he reparado mucho en la cosa en si misma. Ustedes comprenderán. Iba a llevarme a la mismísima proximidad de mi ojete una compresa que, originalmente, estaba destinada a absorber las supuraciones menstruales de ¡mi hermana!. He quitado los mil papeles en los que viene envuelta la cosa, deprisa y me la he llevado al ano.
Pero al comenzar los conocidos movimientos circulares enseguida he notado que algo iba mal. De alguna manera la compresa se me ha pegado al culo. Girándome malamente he mirado el asunto. Una banda azul de adhesivo recorría toda la cara que intentaba frotar. De puta madre.
Embebidos en el adhesivo azul de los cojones estaban mis pelos del culo. Bastante embebidos, por cierto. Y la mierda que pretendía quitar inicialmente seguía rondándolo todo. He intentado quitármelo poco a poco. Sólo era prolongar la agonía. Hay que tirar. Como un hombre. Como un hombre con una compresa pegada en el culo.
Me he acordado de Eva, Ivi y Ava (las tanga girls) mientras veía la superficie marrunolenta y plagada de pelos enhiestos. Fun. A lot of. Me he torturado un rato con el ardor, antes de darle la vuelta a la compresa y limpiarme, por fin, todos los restos del jiñote. Es que eres tonto. ¿Cómo cojones no lo has visto?, ¿cómo van a sujetar las tías una compresa con las cuerdas que llevan entre el coño hoy en día?, ¡pues con adhesivo!, ¡con adhesivo, melón!.
Me ha estado bien empleado. Ya no escuece tanto.
Bueno, haberlo contado no me libera de la vergüenza de haberlo hecho, como no me ha liberado el ver a la compresa y los mil papeles ser devorados por el pequeño maremoto en miniatura.
Supongo que deberé cargar con ello.