Yo estuve unos días con la encía que rodea a mi última muela (del juicio) inferior izquierda inflamada como un balón de playa. Abría la boca frente al espejo como un funcionario que ha terminado sus dos horas de trabajo diario, para inspeccionar la zona, y en mi desesperación por aliviar aquel dolor me apretaba con el dedo en todos los puntos posibles esperando ver salir pus -sospecha basada en la experiencia-.
Algo raro había ahí porque en la yema del dedo descubrí restos blancos de algo similar a pus reseco, que tal vez fuesen comida de días atrás, ocultos bajo la encía hinchada que se montaba parcialmente sobre la muela y a donde el cepillo no puede llegar.
El olor era absolutamente nauseabundo, y muy fuerte para la minúscula cantidad de excrecencia que tenía en el dedo, señal de que la encía estaba infectada. Porque si dos o tres horas después de comer restriegas el dedo por la más recóndita muela de la boca, esa saliva huele regular, pero es un olor de origen remoto y tolerable, pero si huele a caldo de cubo de basura hay que preocuparse.
Pero bueno, solo quería dejar reflejada aquí mi aportación a la odontología, para futuros estudiantes y profesionales del sector. Tanto el pus de encía infectada como la comida largamente olvidada en los recovecos de la boca huelen increíblemente mal.