Pentecostés
Aborto de Forero
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- 10 Abr 2011
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Pido, por favor, un poco de respeto para este tema, ya que os juro que lo he pasado muy mal y no tengo muchas ganas de leer opiniones negativas.
De toda la vida he sido un gran aficionado a los juegos de construye tu ciudad, gestiona bien tu compañía ferroviaria para que sea rentable el expreso Nueva Dheli-El Cañavate o expande tu imperio hormiguero hasta ser el amo del jardín.
-En su día envié una queja formal a la compañía exponiendo más de medio centenar de argumentos en contra de que una oruga echara por tierra el bienintencionado trabajo de horas de un jugador. Como no me respondieron, tomé venganza y no me compré sus juegos posteriores hasta bien pasado un año de su lanzamiento. ¡Para que vean con quién se jugaban el tipo!
La gestión de parques de atracciones, hospitales, pizzerías, cervecerías o zoológicos me hizo adquirir una ROCKEFELLERIANA visión de los negocios. Sentía cómo algo se había desarrollado en mi cabeza, me veía capaz de hacer grandes cosas. No os engaño, yo vivo con mis padres y en un proyecto piloto desarrollado durante un año conseguí que mi madre se ahorrara CENTENARES DE EUROS DIARIOS en abono para el geranio sustituyendo el que traía del Día% por uno propio generado en casa con humus de lombriz. Es cierto que mi padre contrajo el paludismo porque quizá yo pediera un poco el juicio y llenase la casa de estos bichos, pero puedo decir orgulloso que gracias al ahorro con el humus de lombriz pudimos pagarle a mi padre las medicinas. ¿Qué hubiera pasado si no hubiese ideado el REVOLUCIONARIO MÉTODO del humus de lombriz? Quizá mi padre estaría muerto.
-¿Sólo una caja? No sabe usted con quién está hablando...
Mi ideal de abrirme paso en el mundo de los negocios continuó cocinándose en mi cabeza. Cada día, cuando volvía a casa del módulo de FP le daba vueltas al asunto. Tenía muy buenas ideas, pero poco dinero. Debería tener una fuente de ingresos más o menos estable que me permitiera idear negocios y crear MILLARDOS de euros para convertirme en quien siempre había querido ser: El propietario de un FKK.
La gente de España está acostumbrada a, cuando se va de putas, conformarse con lo que le dan y cerrar la boca si le estafan con el servicio, como dando a entender que la culpa es suya por pagar por fornicar. Me parece un GRAVÍSIMO error.
¿Por qué acaso hemos de aguantar que la puta dicte las posturas que le dé la gana (siempre el misionero, para que te corras antes) o que, tras pagarle un servicio religiosamente, te diga que no te la chupa sin condón? ¿Acaso no nos merecemos disfrutar el tiempo que queramos en la MELÍFLUA vagina de una DIVINIDAD eslava que tan capaz es de hablarte de política internacional como de lamerte el ano con una fresa en la punta de la lengua?
Hasta hace un tiempo, yo no he tenido mucho dinero para putas, por lo que todos mis conocimientos acerca de ese mundo se limitaban a lo que había leído en algunos foros, a lo que oía en los programas de Mercedes Milá y a -os lo confesaré- lo que había visto cuando iba a la carretera de circunvalación de noche y me escondía tras un arbusto para ver cómo esas bellezas africanas exhibían sus muslos y sus muñecos de vudú a sus potenciales clientes, y masturbarme con sumo cuidado de hacer ruído.
-En primavera no lo hacía, que tengo alergia y un estornudo podría ser mi sentencia de muerte.
En uno de los foros de Internet que frecuentaba, leí algo sobre unos locales donde, por un módico precio accedías y tenías derecho a montar a cualquiera de las cuarenta hembras de todas las razas que se paseaban por allí COMPLETA Y ABSOLUTAMENTE DESNUDAS.
El negocio se llama FKK y al que se refería ese usuario estaba en Frankfurt. Tras pagar 50 euros a la entrada, te daban una bata y unas zapatillas y pasabas a unas instalaciones con una serie de características:
-BUFÉ LIBRE: Para que comieras lo que quisieras y bebieras cuantos refrescos carbonatados prefirieras. Estaba claro que te querían retener el mayor tiempo posible allí. Quedarse sin cada cliente sería fatal para ellos.
-VESTUARIOS: Para que pudieras darte una ducha antes de entrar y así estar presentable de cara al putiferio.
-CHICAS: Unas 40. Mientras estabas por allí se iban acercando y te cobraban 50 euros por media hora de servicio y mamada sin condón, con suplemento de 15 por corrida en la boca, 15 por anal y 15 por ass lick. Dejaba claro que no todas hacían de todo.
-HABITACIONES: Alrededor de 30. Cuando no había ninguna libre, las chicas podían hacer el servicio en cualquier rincón.
-CAJA FUERTE: Donde los clientes dejaban sus pertenencias y su dinero, y el lugar donde inmediatamente acudían con la puta tras el servicio. Porque sí, en el FKK de Frakfurt, Alemania, se pagaba después del servicio.
-EL KINO: Un cine porno abierto las 24 horas del día destinado a que los que prefieren ver en vez de follar puedan deleitarse con cómo se lo montan las demás parejas en ese recinto.
-SAUNA: Para relajarse en los tiempos muertos. Recomendaban tirarse un cubo de agua fría por encima tras llevar unos minutos en ella. Yo no lo haría ni de coña. Es más, no veo sano el uso de tanta agua, pues dicen que se te quita una capa de la piel y es más fácil que te entre gripe o cáncer.
-PISCINA: Más de lo mismo.
Las reglas del local eran claras, y el dueño obligaba a las chicas a hablar con sus clientes diez minutos después del polvo. Odiaba el trato inhumano.
-Así que eres contable de una empresa de áridos. Qué interesante, vaquero...
Fue leer eso y algo se iluminó dentro de mí. Toda mi vida pasó por delante de mis ojos y los mejores momentos hasta entonces vividos desfilaron uno a uno.
-Mejor momento: Adquisición de ExpeditionGe Force en el Roller Coaster Tycoon 3.
-Momento más intenso: Superación de la huelga de trabajadores tras varios meses de ruptura del diálogo social en el Theme Hospital.
-Momento más entrañable: Extinción del incendio que arrasó 40.000 viviendas en el Sim City I.
Mi objetivo estaba definido, mi vida en el mundo de los negocios estaba por fin encauzada y tenía claro que iba a poner todo de mi parte para montar un FKK y hacerlo rentable. Quería traer a España una idea brillante, CLAVE en países extranjeros y que supiera que iba a triunfar.
Pero claro, seguía necesitando dinero. Bajo juramento de que como se lo contara a alguien a buen seguro que su hermana amanecería "por casualidad" tirada en un desguace sin ropa interior, le conté mi plan a Nasser, el que creía un buen amigo del módulo de FP -luego resultó ser una mala persona y desde aquí le deseo un cáncer a él y a toda su estirpe- que, bueno, en un primer momento se mostró receptivo y me ofreció soluciones.
Es entonces cuando descubrí el mundo del NARCOTRÁFICO DE SUSTANCIAS PROHIBIDAS. Siempre me había preguntado porqué ese chico (cuyo padre era un afectado por el aceite de colza y tenía una pensión de la que vivía toda su familia) tenía tantas cosas caras e iba tan bien vestido: camisas de Rotweiller, playeras Nike Air Max, pendientes de diamantes, etc. Después de dar unos rodeos, me confesó que pasaba cosas y que el "género" no le salía muy caro. Me dijo que, como le caía bien, podíamos montar una COOPERATIVA y repartir los beneficios del negocio al cincuenta por ciento.
El sábado por la tarde quedamos en su casa. Le dije que si tenía que llevar algo y me dijo que no, que esta primera vez se encargaba él del "tema".
-Un halo de misterio envolvía a mi amigo. Esas palabras, esa expresión, esa mirada felina que sabía poner cuando le preguntaba por temas delicados.
Cuando llegué a su casa me abrió la puerta su hermana, que por entonces estaba embarazada de siete meses de un padre gitano que la pegaba. Ella tenía 13 años. Me sorprendió ver la amabilidad que derrochaba su padre mientras se revolcaba por el suelo en un extraño ejercicio que le había mandado su quiropráctico por lo de la colza.
Pasé a la habitación de Nasser y, tras apagar la luz y bajar las persianas, abrió una caja de "termagil" y, ayudado de una navaja a la que pegaba golpes, comenzó a picar los comprimidos.
-¿Pero qué haces?, pregunté.
-Mira, esto lo envolvemos en esas servilletas de bar y lo vendemos esta noche como Perico. A las aspirinas les tallamos con una navaja el símbolo de Mercedes y como si fueran pastis de verdad. Y nos sacamos una pasta.
Tras preguntarle cómo vendía las cosas Perico y aclararme que se refería a una sustancia, no a una persona (entendedme, no estaba muy puesto en el tema de la droga, Tycoon no había optado por esa línea y la desconocía absolutamente), comenzarmos a trabajar duro durante un rato hasta hacer unas cincuenta dosis en polvo y alrededor de veinte pastillas. Nasser calculaba que así nos sacaríamos unos 1.500 euros por cabeza y yo, SIEMPRE CON LA MENTE CARBURANDO, pensé que en un mes podría comenzar a negociar un local y unas chicas para mi proyecto de FKK.
Las cosas no salieron muy bien. Lo primero porque ninguno de los dos teníamos coche, por lo que tuvimos que desplazarnos hasta el parking de Pachá, Nasser en una bicicleta de cross y yo en uno de los patinetes que dio Marca hace unos años con una cartilla y que tenía Nasser en el cuarto trastero desmontado. Para no estropear la imagen de duros que queríamos dar, aparcamos a 4 kilómetros de la discoteca. Bueno, eso y me quité mi camiseta favorita por aquel entonces: una del capitán América que tenía una réplica del escudo en tela pegada en la manga, algo vistosa, sí, pero en mi opinión un 8 sobre 10.
Después de tener algunas dificultades para entrar en la discoteca que se saldaron con Nasser siendo golpeado por seis porteros tras intentar sobornarle a uno de ellos deslizando un billete de CINCO EUROS sobre su bolsillo, decidimos probar suerte en uno de esos locales nocturnos de divorciados.
Ahí la cosa fue bastante mejor. Como éramos jóvenes, en seguida se nos arrimó un grupo de mujeres y nos hicieron bailar con ellas. Yo, a pesar de haber jugado al simulador oficial de Mira Quién Baila, no había practicado mucho en mi vida -a decir verdad, nada-, por lo que decidí ir a mi aire y, para hacerme notar entre la multitud, empecé a dar saltos de los que caía con las piernas semi abiertas, a hacer el siempre socorrido paso de las manos cruzadas con las piernas y a revolcarme por el suelo, en un FRUCTÍFERO intento de break que me valió que me hicieran un corro y me aplaudieran. Alguno me tiró alguna moneda e incluso ciertas personas MALINTENCIONADAS se rieron de mí. Pero me dio igual, pues había conseguido lo que quería: atención.
Entre tanto, Nasser había empezado a vender la mercancía, hasta el punto que, con la excusa de decir que yo estaba así porque la había tomado, tuvo éxito entre el público, que compró como si se tratara del afrodisiaco definitivo.
Cuando a un cincuentón se le ocurrió recriminarnos que su raya sabía aspirina, echamos patas, con la mala suerte de que en la puerta nos topamos con un portero de unos setenta años que nos trató de impedir el paso. Como buenos negociadores, le tiramos al suelo y le dimos 3 ó 4 patadas en la cabeza hasta que dejó de gritar que parásemos. Lo interpreté como un gesto de cortesía, por lo que nos fuimos sin más, ante el temor de que nuestros clientes nos comenzaran a pedir las "hojas de reclamaciones".
-A mí no me engañan, y lo de ayer no era M, era Omeoprazol.
Repetimos la experiencia durante los siguientes seis fines de semana, hasta que conseguí AMASAR la NADA DESDEÑABLE cantidad de 8.000 euros. A los más listos no se os habrá pasado el detalle de que 1.500 x 6 son 9.000, pero es que decidí darme varios homenajes, entretanto, y me gasté 950 euros en Deluxe Editions del Zoo Tycoon 2 Extinct Animals, del Berkley Bass Tournament Tycoon y del Lemonade Tycoon 2, aparte de 30 euros en comer y cenar durante una semana en el KFC -era una apuesta personal- y 15 euros en una prostituta. Con los 5 euros restantes recargué el metrobus.
----
Con todo lsto para montar MI PROPIO FKK, comencé la búsqueda de un local que se adecuara a las características que pedía: un gran espacio de alrededor de 85.000 metros cuadrados con unas treinta habitaciones -quería superar al de Frankfurt-, dos piscinas con unas CATARATA simulada, sauna, un kino y servicio de bufet constante en un comedor con capacidad para 100 personas.
El problema es que lo que yo creía que era un presupuesto más que suficiente lo que manejaba para el alquiler de ese local -unos 300 euros al mes, para no quitar fondos para las DIVINIDADES que tendría mi propio FKK- se antojó al final un poco corto, por lo que tuve que barajar otras opciones, hasta que encontré la definitiva.
Las instalaciones estaban a 60 kilómetros de la capital de la provincia, en un pueblo deshabitado desde hace 40 años porque al hacer un túnel para construir una autovía salió de debajo de la tierra no sé qué gas que obligó a evacuarlo. Y hasta la fecha.
El local no tenía agua corriente, pero como buen hombre de negocios había ideado hacer un par de viajes con el coche de mi padre lleno de botellas de Fuensanta de cinco litros para llenar la piscina. Bueno, a decir verdad, la bañera, porque de piscina nada. Pero daba igual, yo, que tengo el lado del cerebro de los negocios más desarrollado -como os he hecho ver- ideé lo de llamarla jacuzzi, que eso vende mucho.
Las tres habitaciones que tenía la casa no tenían muebles, por lo que decidí optar por el tema orgías MULTITUDINARIAS, compré una serie de mantas e hice una cama redonda en cada una de ellas INIGUALABLE. Daba morbo sólo de verlo. La verdad es que de tanto que me excité pensando en las que se organizarían allí con esas bellezas, esas ROSAS DEL DESIERTO, me puse desnudo boca abajo y me masturbé con el roce de las ásperas mantas, dejando mi simiente en ellas. Pensé en limpiarlo en un primer momento, pero luego se secó y apenas si se notaba una IMPERCEPTIBLE mancha de medio metro de diámetro.
-La Mancha
Tras terminar de preparar las instalaciones para mi local con la puesta de luces led cubiertas por pañuelos rojos y la compra de albornoces y zapatillas en los chinos, además de con la adquisición de un exquisito bufé basado en mis alimentos preferidos (arroz tres delicias congelado, helados Magnum y pizza de queso de cabrales), comencé a buscar las chicas.
Eso era tarea fácil: siempre he tenido un imán para buscar chochos en Internet, por lo que RASTREÉ cada página de escorts y ofrecí MAREANTES cantidades de dinero a sus dueños para que me proporcionaran los contactos en LOS CINCO CONTINENTES para encontrar a las chicas para mi propio FKK.
Como el negocio del sexo, al igual que el del porno nacional, está plagado de egoístas y de fracasados que llevan 10 años sin hacer nada memorable y a los que les JODE PROFUNDAMENTE dejar paso a las nuevas promesas, a los nuevos jeques, como yo, no recibí ninguna respuesta, por lo que empecé a buscar por mi cuenta.
Pasaba noches en chats de Europa del Este, con el traductor de google abierto para que me tradujera las respuestas y me dijera lo que tenía que decir, con el fin de formar mi HARÉN. Después de aproximadamente tres meses, conseguí que una gitana-rumana accediera a trabajar para mí. Quedó encantada con las condiciones: un salario fijo de 100 euros mensuales, más el 2 por ciento de cada servicio. Lo demás, para mis arcas (era necesario si quería expendir mi negocio por otras ciudades de la UE).
-Mi cabeza iba maquinando.
Como veía que lo del chat no funcionaba, decidí explorar el terreno, saltar a la realidad, a lo no virtual. Así que con mi patinete me recorrí los puntos de carretera, los polígonos y los parques donde en los foros de Internet se decía que había una mayor concentración de prostitutas.
La operación fue un éxito: en un mes conseguí atraer a SEIS PIVONAZOS que, en principio, no querían trabajar para mí, pero a las que camelé con la técnica de arrancarles un mechón de pelo en un descuido y amenazarles con hacerles magia negra.
Mi PROPIO FKK estaba formado entonces por la rumana a la que antes mencioné, además de por:
-Una tanzana con problemas de dicción que temblaba a las 13.00 y a las 17.00 horas.
-Una congoleña con la cara quemada en el conflicto armado de ese país, pero con unas bufas de impresión -tal vez ligeramente caídas.
-Una sudafricana -doble nacionalidad española- adicta al basuco, pero que hacía lo de mover las caderas para los lados cuando follaba, procurando placer a la otra parte.
-Una barbuda de Antigua y Barbuda, de 19 años y 5 hijos que siempre, SIEMPRE, estaban con ella.
-Un travesti apátrida -me enteré después de lo del travesti, pero era tan maja que me dio palo decir que no, así que le puse de special service-.
Como Amancio Ortega, estaba totalmente en contra de gastar mis recursos en publicidad. Confiaba en el boca a boca para que mi local estuviera cada noche A REBOSAR. La idea del FKK iba a triunfar en España y a garantizarme una vida fácil en la que jamás me faltaría ni dinero, ni tiempo para lo que más amaba: los videojuegos Tycoon.
El problema es que el boca a boca no puede funcionar si no viene nadie. Los primeros días no apareció ningún cliente. Es más, en la carretera no asfaltada que unía ese pueblo fantasma con la capital comarcal y, a su vez por la ciudad, no había tráfico. Conté que pasó una serpiente, dos topos, un zorro -a éste le hice una foto con el móvil, pero salió movida- y tres piedras.
Por lo tanto, decidí tirar de agenda para atraer clientes. Pero me di cuenta de que no tenía mucho espacio en el que moverme, pues sólo guardaba tres teléfonos: el de Nasser, el de mi padre -impotente por la enfermedad que dicen que le causaron mis lombrices- y el de Nasser, que se acababa de gastar los 9.000 euros ganados mediante la venta de sustancias fraudulentas en transformar su Seat León en el Stuka Rakuda. El caso es que yo le llamé, y como le dije que, por ser él, el servicio era gratis el primer día, allí se presentó, con su extraño coche.
Por unas o por otras, no me digáis por qué, pero la cosa se torció. La verdad es que el chaval no salió con muy buena cara de la experiencia, todo sea dicho, pero echar un buen POLVAZO con esas jamelgas era normal que te dejara DESFALLECIDO, sin fuerzas. Me comentó algo de que le faltaban sus pertenencias, pero no le di importancia, le dije que buscara por casa.
Todo parecía ir bien, con un PUJANTE negocio EN ALZA tras recibir al primer cliente, cuando a la mañana siguiente la policía se presentó -muy chulos además- y, sin darme explicaciones, me precintó el local. Posteriormente, me enteré de que el DESAGRADECIDO de Nasser me había denunciado por no sé qué enfermedad o no sé qué ébola que cogió en MI PROPIO FKK que, dicen las malas lenguas, que fue la que le causó la muerte. No me gusta mucho hablar mal de los muertos, pero creo que a ese fracasado, a ese hombre que se sabía sin talento y que iba a vivir siempre a la sombra del verdadero genio, es decir, yo, le pudo la envidia.
Porque ése es el problema de este país, la envidia. Yo le intenté llevar una gran idea, un FKK, un paraíso en la tierra lleno de diosas dispuestas a hacer gozar a los clientes por todos sus sentidos. Y ellos me lo agradecieron así, cerrándomelo, echándome, favoreciendo, quizá, al amigo de algún alcalde que tiene una empresa y que, curiosamente, seguro que tuvo la misma idea que yo.
De lo contrario, no me explico lo que ha podido fallar.
De toda la vida he sido un gran aficionado a los juegos de construye tu ciudad, gestiona bien tu compañía ferroviaria para que sea rentable el expreso Nueva Dheli-El Cañavate o expande tu imperio hormiguero hasta ser el amo del jardín.
-En su día envié una queja formal a la compañía exponiendo más de medio centenar de argumentos en contra de que una oruga echara por tierra el bienintencionado trabajo de horas de un jugador. Como no me respondieron, tomé venganza y no me compré sus juegos posteriores hasta bien pasado un año de su lanzamiento. ¡Para que vean con quién se jugaban el tipo!
La gestión de parques de atracciones, hospitales, pizzerías, cervecerías o zoológicos me hizo adquirir una ROCKEFELLERIANA visión de los negocios. Sentía cómo algo se había desarrollado en mi cabeza, me veía capaz de hacer grandes cosas. No os engaño, yo vivo con mis padres y en un proyecto piloto desarrollado durante un año conseguí que mi madre se ahorrara CENTENARES DE EUROS DIARIOS en abono para el geranio sustituyendo el que traía del Día% por uno propio generado en casa con humus de lombriz. Es cierto que mi padre contrajo el paludismo porque quizá yo pediera un poco el juicio y llenase la casa de estos bichos, pero puedo decir orgulloso que gracias al ahorro con el humus de lombriz pudimos pagarle a mi padre las medicinas. ¿Qué hubiera pasado si no hubiese ideado el REVOLUCIONARIO MÉTODO del humus de lombriz? Quizá mi padre estaría muerto.
-¿Sólo una caja? No sabe usted con quién está hablando...
Mi ideal de abrirme paso en el mundo de los negocios continuó cocinándose en mi cabeza. Cada día, cuando volvía a casa del módulo de FP le daba vueltas al asunto. Tenía muy buenas ideas, pero poco dinero. Debería tener una fuente de ingresos más o menos estable que me permitiera idear negocios y crear MILLARDOS de euros para convertirme en quien siempre había querido ser: El propietario de un FKK.
La gente de España está acostumbrada a, cuando se va de putas, conformarse con lo que le dan y cerrar la boca si le estafan con el servicio, como dando a entender que la culpa es suya por pagar por fornicar. Me parece un GRAVÍSIMO error.
¿Por qué acaso hemos de aguantar que la puta dicte las posturas que le dé la gana (siempre el misionero, para que te corras antes) o que, tras pagarle un servicio religiosamente, te diga que no te la chupa sin condón? ¿Acaso no nos merecemos disfrutar el tiempo que queramos en la MELÍFLUA vagina de una DIVINIDAD eslava que tan capaz es de hablarte de política internacional como de lamerte el ano con una fresa en la punta de la lengua?
Hasta hace un tiempo, yo no he tenido mucho dinero para putas, por lo que todos mis conocimientos acerca de ese mundo se limitaban a lo que había leído en algunos foros, a lo que oía en los programas de Mercedes Milá y a -os lo confesaré- lo que había visto cuando iba a la carretera de circunvalación de noche y me escondía tras un arbusto para ver cómo esas bellezas africanas exhibían sus muslos y sus muñecos de vudú a sus potenciales clientes, y masturbarme con sumo cuidado de hacer ruído.
-En primavera no lo hacía, que tengo alergia y un estornudo podría ser mi sentencia de muerte.
En uno de los foros de Internet que frecuentaba, leí algo sobre unos locales donde, por un módico precio accedías y tenías derecho a montar a cualquiera de las cuarenta hembras de todas las razas que se paseaban por allí COMPLETA Y ABSOLUTAMENTE DESNUDAS.
El negocio se llama FKK y al que se refería ese usuario estaba en Frankfurt. Tras pagar 50 euros a la entrada, te daban una bata y unas zapatillas y pasabas a unas instalaciones con una serie de características:
-BUFÉ LIBRE: Para que comieras lo que quisieras y bebieras cuantos refrescos carbonatados prefirieras. Estaba claro que te querían retener el mayor tiempo posible allí. Quedarse sin cada cliente sería fatal para ellos.
-VESTUARIOS: Para que pudieras darte una ducha antes de entrar y así estar presentable de cara al putiferio.
-CHICAS: Unas 40. Mientras estabas por allí se iban acercando y te cobraban 50 euros por media hora de servicio y mamada sin condón, con suplemento de 15 por corrida en la boca, 15 por anal y 15 por ass lick. Dejaba claro que no todas hacían de todo.
-HABITACIONES: Alrededor de 30. Cuando no había ninguna libre, las chicas podían hacer el servicio en cualquier rincón.
-CAJA FUERTE: Donde los clientes dejaban sus pertenencias y su dinero, y el lugar donde inmediatamente acudían con la puta tras el servicio. Porque sí, en el FKK de Frakfurt, Alemania, se pagaba después del servicio.
-EL KINO: Un cine porno abierto las 24 horas del día destinado a que los que prefieren ver en vez de follar puedan deleitarse con cómo se lo montan las demás parejas en ese recinto.
-SAUNA: Para relajarse en los tiempos muertos. Recomendaban tirarse un cubo de agua fría por encima tras llevar unos minutos en ella. Yo no lo haría ni de coña. Es más, no veo sano el uso de tanta agua, pues dicen que se te quita una capa de la piel y es más fácil que te entre gripe o cáncer.
-PISCINA: Más de lo mismo.
Las reglas del local eran claras, y el dueño obligaba a las chicas a hablar con sus clientes diez minutos después del polvo. Odiaba el trato inhumano.
-Así que eres contable de una empresa de áridos. Qué interesante, vaquero...
Fue leer eso y algo se iluminó dentro de mí. Toda mi vida pasó por delante de mis ojos y los mejores momentos hasta entonces vividos desfilaron uno a uno.
-Mejor momento: Adquisición de ExpeditionGe Force en el Roller Coaster Tycoon 3.
-Momento más intenso: Superación de la huelga de trabajadores tras varios meses de ruptura del diálogo social en el Theme Hospital.
-Momento más entrañable: Extinción del incendio que arrasó 40.000 viviendas en el Sim City I.
Mi objetivo estaba definido, mi vida en el mundo de los negocios estaba por fin encauzada y tenía claro que iba a poner todo de mi parte para montar un FKK y hacerlo rentable. Quería traer a España una idea brillante, CLAVE en países extranjeros y que supiera que iba a triunfar.
Pero claro, seguía necesitando dinero. Bajo juramento de que como se lo contara a alguien a buen seguro que su hermana amanecería "por casualidad" tirada en un desguace sin ropa interior, le conté mi plan a Nasser, el que creía un buen amigo del módulo de FP -luego resultó ser una mala persona y desde aquí le deseo un cáncer a él y a toda su estirpe- que, bueno, en un primer momento se mostró receptivo y me ofreció soluciones.
Es entonces cuando descubrí el mundo del NARCOTRÁFICO DE SUSTANCIAS PROHIBIDAS. Siempre me había preguntado porqué ese chico (cuyo padre era un afectado por el aceite de colza y tenía una pensión de la que vivía toda su familia) tenía tantas cosas caras e iba tan bien vestido: camisas de Rotweiller, playeras Nike Air Max, pendientes de diamantes, etc. Después de dar unos rodeos, me confesó que pasaba cosas y que el "género" no le salía muy caro. Me dijo que, como le caía bien, podíamos montar una COOPERATIVA y repartir los beneficios del negocio al cincuenta por ciento.
El sábado por la tarde quedamos en su casa. Le dije que si tenía que llevar algo y me dijo que no, que esta primera vez se encargaba él del "tema".
-Un halo de misterio envolvía a mi amigo. Esas palabras, esa expresión, esa mirada felina que sabía poner cuando le preguntaba por temas delicados.
Cuando llegué a su casa me abrió la puerta su hermana, que por entonces estaba embarazada de siete meses de un padre gitano que la pegaba. Ella tenía 13 años. Me sorprendió ver la amabilidad que derrochaba su padre mientras se revolcaba por el suelo en un extraño ejercicio que le había mandado su quiropráctico por lo de la colza.
Pasé a la habitación de Nasser y, tras apagar la luz y bajar las persianas, abrió una caja de "termagil" y, ayudado de una navaja a la que pegaba golpes, comenzó a picar los comprimidos.
-¿Pero qué haces?, pregunté.
-Mira, esto lo envolvemos en esas servilletas de bar y lo vendemos esta noche como Perico. A las aspirinas les tallamos con una navaja el símbolo de Mercedes y como si fueran pastis de verdad. Y nos sacamos una pasta.
Tras preguntarle cómo vendía las cosas Perico y aclararme que se refería a una sustancia, no a una persona (entendedme, no estaba muy puesto en el tema de la droga, Tycoon no había optado por esa línea y la desconocía absolutamente), comenzarmos a trabajar duro durante un rato hasta hacer unas cincuenta dosis en polvo y alrededor de veinte pastillas. Nasser calculaba que así nos sacaríamos unos 1.500 euros por cabeza y yo, SIEMPRE CON LA MENTE CARBURANDO, pensé que en un mes podría comenzar a negociar un local y unas chicas para mi proyecto de FKK.
Las cosas no salieron muy bien. Lo primero porque ninguno de los dos teníamos coche, por lo que tuvimos que desplazarnos hasta el parking de Pachá, Nasser en una bicicleta de cross y yo en uno de los patinetes que dio Marca hace unos años con una cartilla y que tenía Nasser en el cuarto trastero desmontado. Para no estropear la imagen de duros que queríamos dar, aparcamos a 4 kilómetros de la discoteca. Bueno, eso y me quité mi camiseta favorita por aquel entonces: una del capitán América que tenía una réplica del escudo en tela pegada en la manga, algo vistosa, sí, pero en mi opinión un 8 sobre 10.
Después de tener algunas dificultades para entrar en la discoteca que se saldaron con Nasser siendo golpeado por seis porteros tras intentar sobornarle a uno de ellos deslizando un billete de CINCO EUROS sobre su bolsillo, decidimos probar suerte en uno de esos locales nocturnos de divorciados.
Ahí la cosa fue bastante mejor. Como éramos jóvenes, en seguida se nos arrimó un grupo de mujeres y nos hicieron bailar con ellas. Yo, a pesar de haber jugado al simulador oficial de Mira Quién Baila, no había practicado mucho en mi vida -a decir verdad, nada-, por lo que decidí ir a mi aire y, para hacerme notar entre la multitud, empecé a dar saltos de los que caía con las piernas semi abiertas, a hacer el siempre socorrido paso de las manos cruzadas con las piernas y a revolcarme por el suelo, en un FRUCTÍFERO intento de break que me valió que me hicieran un corro y me aplaudieran. Alguno me tiró alguna moneda e incluso ciertas personas MALINTENCIONADAS se rieron de mí. Pero me dio igual, pues había conseguido lo que quería: atención.
Entre tanto, Nasser había empezado a vender la mercancía, hasta el punto que, con la excusa de decir que yo estaba así porque la había tomado, tuvo éxito entre el público, que compró como si se tratara del afrodisiaco definitivo.
Cuando a un cincuentón se le ocurrió recriminarnos que su raya sabía aspirina, echamos patas, con la mala suerte de que en la puerta nos topamos con un portero de unos setenta años que nos trató de impedir el paso. Como buenos negociadores, le tiramos al suelo y le dimos 3 ó 4 patadas en la cabeza hasta que dejó de gritar que parásemos. Lo interpreté como un gesto de cortesía, por lo que nos fuimos sin más, ante el temor de que nuestros clientes nos comenzaran a pedir las "hojas de reclamaciones".
-A mí no me engañan, y lo de ayer no era M, era Omeoprazol.
Repetimos la experiencia durante los siguientes seis fines de semana, hasta que conseguí AMASAR la NADA DESDEÑABLE cantidad de 8.000 euros. A los más listos no se os habrá pasado el detalle de que 1.500 x 6 son 9.000, pero es que decidí darme varios homenajes, entretanto, y me gasté 950 euros en Deluxe Editions del Zoo Tycoon 2 Extinct Animals, del Berkley Bass Tournament Tycoon y del Lemonade Tycoon 2, aparte de 30 euros en comer y cenar durante una semana en el KFC -era una apuesta personal- y 15 euros en una prostituta. Con los 5 euros restantes recargué el metrobus.
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Con todo lsto para montar MI PROPIO FKK, comencé la búsqueda de un local que se adecuara a las características que pedía: un gran espacio de alrededor de 85.000 metros cuadrados con unas treinta habitaciones -quería superar al de Frankfurt-, dos piscinas con unas CATARATA simulada, sauna, un kino y servicio de bufet constante en un comedor con capacidad para 100 personas.
El problema es que lo que yo creía que era un presupuesto más que suficiente lo que manejaba para el alquiler de ese local -unos 300 euros al mes, para no quitar fondos para las DIVINIDADES que tendría mi propio FKK- se antojó al final un poco corto, por lo que tuve que barajar otras opciones, hasta que encontré la definitiva.
Las instalaciones estaban a 60 kilómetros de la capital de la provincia, en un pueblo deshabitado desde hace 40 años porque al hacer un túnel para construir una autovía salió de debajo de la tierra no sé qué gas que obligó a evacuarlo. Y hasta la fecha.
El local no tenía agua corriente, pero como buen hombre de negocios había ideado hacer un par de viajes con el coche de mi padre lleno de botellas de Fuensanta de cinco litros para llenar la piscina. Bueno, a decir verdad, la bañera, porque de piscina nada. Pero daba igual, yo, que tengo el lado del cerebro de los negocios más desarrollado -como os he hecho ver- ideé lo de llamarla jacuzzi, que eso vende mucho.
Las tres habitaciones que tenía la casa no tenían muebles, por lo que decidí optar por el tema orgías MULTITUDINARIAS, compré una serie de mantas e hice una cama redonda en cada una de ellas INIGUALABLE. Daba morbo sólo de verlo. La verdad es que de tanto que me excité pensando en las que se organizarían allí con esas bellezas, esas ROSAS DEL DESIERTO, me puse desnudo boca abajo y me masturbé con el roce de las ásperas mantas, dejando mi simiente en ellas. Pensé en limpiarlo en un primer momento, pero luego se secó y apenas si se notaba una IMPERCEPTIBLE mancha de medio metro de diámetro.
-La Mancha
Tras terminar de preparar las instalaciones para mi local con la puesta de luces led cubiertas por pañuelos rojos y la compra de albornoces y zapatillas en los chinos, además de con la adquisición de un exquisito bufé basado en mis alimentos preferidos (arroz tres delicias congelado, helados Magnum y pizza de queso de cabrales), comencé a buscar las chicas.
Eso era tarea fácil: siempre he tenido un imán para buscar chochos en Internet, por lo que RASTREÉ cada página de escorts y ofrecí MAREANTES cantidades de dinero a sus dueños para que me proporcionaran los contactos en LOS CINCO CONTINENTES para encontrar a las chicas para mi propio FKK.
Como el negocio del sexo, al igual que el del porno nacional, está plagado de egoístas y de fracasados que llevan 10 años sin hacer nada memorable y a los que les JODE PROFUNDAMENTE dejar paso a las nuevas promesas, a los nuevos jeques, como yo, no recibí ninguna respuesta, por lo que empecé a buscar por mi cuenta.
Pasaba noches en chats de Europa del Este, con el traductor de google abierto para que me tradujera las respuestas y me dijera lo que tenía que decir, con el fin de formar mi HARÉN. Después de aproximadamente tres meses, conseguí que una gitana-rumana accediera a trabajar para mí. Quedó encantada con las condiciones: un salario fijo de 100 euros mensuales, más el 2 por ciento de cada servicio. Lo demás, para mis arcas (era necesario si quería expendir mi negocio por otras ciudades de la UE).
-Mi cabeza iba maquinando.
Como veía que lo del chat no funcionaba, decidí explorar el terreno, saltar a la realidad, a lo no virtual. Así que con mi patinete me recorrí los puntos de carretera, los polígonos y los parques donde en los foros de Internet se decía que había una mayor concentración de prostitutas.
La operación fue un éxito: en un mes conseguí atraer a SEIS PIVONAZOS que, en principio, no querían trabajar para mí, pero a las que camelé con la técnica de arrancarles un mechón de pelo en un descuido y amenazarles con hacerles magia negra.
Mi PROPIO FKK estaba formado entonces por la rumana a la que antes mencioné, además de por:
-Una tanzana con problemas de dicción que temblaba a las 13.00 y a las 17.00 horas.
-Una congoleña con la cara quemada en el conflicto armado de ese país, pero con unas bufas de impresión -tal vez ligeramente caídas.
-Una sudafricana -doble nacionalidad española- adicta al basuco, pero que hacía lo de mover las caderas para los lados cuando follaba, procurando placer a la otra parte.
-Una barbuda de Antigua y Barbuda, de 19 años y 5 hijos que siempre, SIEMPRE, estaban con ella.
-Un travesti apátrida -me enteré después de lo del travesti, pero era tan maja que me dio palo decir que no, así que le puse de special service-.
Como Amancio Ortega, estaba totalmente en contra de gastar mis recursos en publicidad. Confiaba en el boca a boca para que mi local estuviera cada noche A REBOSAR. La idea del FKK iba a triunfar en España y a garantizarme una vida fácil en la que jamás me faltaría ni dinero, ni tiempo para lo que más amaba: los videojuegos Tycoon.
El problema es que el boca a boca no puede funcionar si no viene nadie. Los primeros días no apareció ningún cliente. Es más, en la carretera no asfaltada que unía ese pueblo fantasma con la capital comarcal y, a su vez por la ciudad, no había tráfico. Conté que pasó una serpiente, dos topos, un zorro -a éste le hice una foto con el móvil, pero salió movida- y tres piedras.
Por lo tanto, decidí tirar de agenda para atraer clientes. Pero me di cuenta de que no tenía mucho espacio en el que moverme, pues sólo guardaba tres teléfonos: el de Nasser, el de mi padre -impotente por la enfermedad que dicen que le causaron mis lombrices- y el de Nasser, que se acababa de gastar los 9.000 euros ganados mediante la venta de sustancias fraudulentas en transformar su Seat León en el Stuka Rakuda. El caso es que yo le llamé, y como le dije que, por ser él, el servicio era gratis el primer día, allí se presentó, con su extraño coche.
Por unas o por otras, no me digáis por qué, pero la cosa se torció. La verdad es que el chaval no salió con muy buena cara de la experiencia, todo sea dicho, pero echar un buen POLVAZO con esas jamelgas era normal que te dejara DESFALLECIDO, sin fuerzas. Me comentó algo de que le faltaban sus pertenencias, pero no le di importancia, le dije que buscara por casa.
Todo parecía ir bien, con un PUJANTE negocio EN ALZA tras recibir al primer cliente, cuando a la mañana siguiente la policía se presentó -muy chulos además- y, sin darme explicaciones, me precintó el local. Posteriormente, me enteré de que el DESAGRADECIDO de Nasser me había denunciado por no sé qué enfermedad o no sé qué ébola que cogió en MI PROPIO FKK que, dicen las malas lenguas, que fue la que le causó la muerte. No me gusta mucho hablar mal de los muertos, pero creo que a ese fracasado, a ese hombre que se sabía sin talento y que iba a vivir siempre a la sombra del verdadero genio, es decir, yo, le pudo la envidia.
Porque ése es el problema de este país, la envidia. Yo le intenté llevar una gran idea, un FKK, un paraíso en la tierra lleno de diosas dispuestas a hacer gozar a los clientes por todos sus sentidos. Y ellos me lo agradecieron así, cerrándomelo, echándome, favoreciendo, quizá, al amigo de algún alcalde que tiene una empresa y que, curiosamente, seguro que tuvo la misma idea que yo.
De lo contrario, no me explico lo que ha podido fallar.
Asiduo
Forero del todo a cien
Clásico