No, por amor de Dios, ahora no.

Main man

Limpia, fija e invita a putas a coca-colas
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4 Feb 2006
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Estimada basura orgánica capaz de aporrear teclas y formar palabras:

Esta misma semana he podido asistir a un espectáculo formidable en el extranjero. Una ceremonia del más alto nivel -sólo superable, a mi juicio, por la ceremonia de los Oscar- cuyo acceso estaba vetado a las economías que no alcanzan cierta enjundia o bien a quien no disponga de las credenciales que a mí me avalan. Así debía vestir, con indudable gozo por mi parte, en un evento en el que las copas de champagne costaban 30 euros:






He podido codearme con primeros ministros, banqueros, potentados, duquesas y ricos herederos, amén de primeras figuras de la política europea. Sin embargo, dos sucesos empañaron mi felicidad: pisé la cola del vestido de una dama que no hablaba inglés y que se molestó conmigo sobremanera lanzándome toda suerte de improperios, y otro mucho más grosero: me entraron unas ganas de cagar atroces en mitad del augusto ceremonial. Ni qué decir tiene que, vestido como un pingüino emperador y sentado en el palco de un palacio, las condiciones de fuga se hacen mucho más complejas que si uno está a orillas del Guadalquivir arrojando un cuerpo al río.

Una atronadora ventosidad, que hube de disimular golpeando con uno de mis Lotusse red carpet edition contra el suelo como si se me hubiera dormido la pierna, me ayudó a capear la tormenta que se avecinaba. Sin embargo, ese primer y gigantesco pedo, ese relámpago de Dios que nació de mi ojal venía con premio. Noté cómo un reconfortante y húmedo calor brotó de mi ser. Antes de que la lava fecal comenzase a extenderse por la tierra de nadie y de ahí pasase a los pantalones, había que poner soluciones.

Murmuré unas excusas en inglés digno de un cherokee y salí del palco presto a lanzarme a una loca carrera al aseo más próximo. Antes, en una especie de diminuto vestíbulo que precede a cada palco, procedí con disimulo a ensartarme en el ojo del culo un pañuelo de papel arrugado que llevaba en un bolsillo, gracias a Dios y san Kleenex bendito.

Con la esclusa obturada de tan precaria manera, salí corriendo como alma que lleva el diablo mientras trataba de que mi mano derecha, manchada con dos tiznajos de auténtica mierda ibérica, no rozase a nada ni a nadie. Por suerte, alcancé un excusado cuando sabía, por ese convencimiento íntimo que uno tiene cuando se está cagando, que esa avalancha no la paraba ni Christopher Reeve vestido de azul y rojo.

Me importó tres cojones que este símbolo...
...apareciese en la puerta. La abrí de una patada y pude llegar a tiempo de dejar ir la vida en su sitio. Como me sucedió en Brasil años ha... ...dejé el sucio cadáver de unos calzoncillos en una papelera a miles de kilómetros de mi hogar.

Yo pregunto:


¿Cuál ha sido la más vergonzosa situación que habéis vivido en vuestra miserable existencia?
 
Sí, una vez le estaba cagando en el pecho a un negro y se me escapó un cuesco. Qué vergüenza. Menos mal que el chaval era majete.
 
Main man rebuznó:
¿Cuál ha sido la más vergonzosa situación que habéis vivido en vuestra miserable existencia?

Que me pillen leyendo uno de tus hilos.
 
Joder, ya habías colado la foto del esmoquin en un hilo por ahí y como nadie hizo caso, ¿has tenido que abrir un hilo como excusa?.

Sobre la mierda, pics or didn't happen.
 
Clark Gable rebuznó:
Que me pillen leyendo uno de tus hilos.

¿Quién? ¿El enfermero que te trae las acelgas, tonto del haba?


Pol-Pot rebuznó:
Joder, ya habías colado la foto del esmoquin en un hilo por ahí y como nadie hizo caso, ¿has tenido que abrir un hilo como excusa?.

Sí.
 
Main man rebuznó:
¿Quién? ¿El enfermero que te trae las acelgas, tonto del haba?

No, Pilar Rubio. Te manda saludos y dice que la tienes pequeña. Más que yo, se entiende.
 
Mi situación más embarazosa tal vez ha sido la siguiente:

Para hacer esa práctica siempre cerraba la puerta del comedor y la de la cocina, para que cuando abrieran la primera lo oyera a tiempo y pudiera cambiar de canal y demás. Pero ese día me confié al ver que la casa entera estaba oscura y no se oía ningún ruido, con lo cual di por hecho que mis padres ya se habían ido a dormir (o eso creía).

Cogí el mando emocionado y pulsé el 1 y el 4, estaban retransmitiendo una porno de chinas bastante bizarra, con tipos vestidos de "hombres del espacio" -que no astronautas- con gafas rosas y verdes, todos rapados al cero.

Me saqué la polla y empecé a cascármela cual mono mandarín. Cuando estaba rozando el clímax, coloqué una servilleta en frente de la televisión, donde iba a depositar a mis gametos dejándolos a su suerte de navegante sin tierra que alcanzar. Me levanté y me puse a mirar al techo, cuando oigo que la manivela de la puerta empieza a bajar chirriando. En 2 segundos tenía que apagar la televisión, guardarme la polla, coger la servilleta, sentarme y hacer como que justo había terminado una serie y me iba a dormir.

Pues bien; Me giré a mirar, me guardé la polla y empecé a darle al puto botón de la tele que ni respondía mientras me colocaba en frente de la imagen para que mi padre no pudiera llegar a ver nada, tiro la servilleta al suelo sin querer y me agacho instintivamente (todo en 2 segundos señores y señoras) y mi padre puede observar a un chino haciéndole el helicóptero a una china que berrea cual cerdo sangrante.

Pillada del 15 que me hace despertar sudando en las calurosas noches de verano.

Por supuesto no es comparable a la situación que usted ha vivido, en la que no habría sabido que hacer ya que es un acto social y las personas me dan miedito como para decirles que me disculpen.

Edito: Creo que se refiere a la Berlinale.
 
Main Man rebuznó:
Murmuré unas excusas en inglés digno de un cherokee
Esto es lo que realmente a mí no me deja ir a evacuar: ¿no iría un "un" entre "en" e "inglés"? De ser así, sería usted un jodido impresentable. Ni esmoquin ni hostias en vinagre. Cese inmediato del cargo y a otra cosa.
 
Pues si que es vergonzoso, si... Hablabas de llevar ese traje ¿no?
 
Al ver en la redacción varios pases para una fiesta que hacía Marca en un local de aquí, decidí coger uno de los que ponía VIP. El acontecimiento era atractivo, pues además de autoridades como alcalde, varios concejales, deportistas y presidentes de clubes, estaba el gran Paco García Caridad, al que conocí allí.

Pues bien, dio la casualidad de que había barra libre de comida y bebida, así que dos amigos y yo nos cogimos una melopea histórica. Cuando fui a pedir la última copa, estiré el codo y le tiré una copa a un concejal, cuyo líquido salpicó sus gafas de manera lolérrima, todo hay que decirlo.

El caso es que no dijo nada, puso una leve sonrisa y dio por concluida la polémica, a pesar de las malas caras que me ponían los de su alrededor. No obstante, la vida me ha pasado factura, y desde aquel día jamás me han vuelto a hablar, ni él, ni su jefe de prensa. Mi vida es una mierda.:cry:
 
Sapotóxico rebuznó:
Mi situación más embarazosa tal vez ha sido la siguiente:

Para hacer esa práctica siempre cerraba la puerta del comedor y la de la cocina, para que cuando abrieran la primera lo oyera a tiempo y pudiera cambiar de canal y demás. Pero ese día me confié al ver que la casa entera estaba oscura y no se oía ningún ruido, con lo cual di por hecho que mis padres ya se habían ido a dormir (o eso creía).

Cogí el mando emocionado y pulsé el 1 y el 4, estaban retransmitiendo una porno de chinas bastante bizarra, con tipos vestidos de "hombres del espacio" -que no astronautas- con gafas rosas y verdes, todos rapados al cero.

Me saqué la polla y empecé a cascármela cual mono mandarín. Cuando estaba rozando el clímax, coloqué una servilleta en frente de la televisión, donde iba a depositar a mis gametos dejándolos a su suerte de navegante sin tierra que alcanzar. Me levanté y me puse a mirar al techo, cuando oigo que la manivela de la puerta empieza a bajar chirriando. En 2 segundos tenía que apagar la televisión, guardarme la polla, coger la servilleta, sentarme y hacer como que justo había terminado una serie y me iba a dormir.

Pues bien; Me giré a mirar, me guardé la polla y empecé a darle al puto botón de la tele que ni respondía mientras me colocaba en frente de la imagen para que mi padre no pudiera llegar a ver nada, tiro la servilleta al suelo sin querer y me agacho instintivamente (todo en 2 segundos señores y señoras) y mi padre puede observar a un chino haciéndole el helicóptero a una china que berrea cual cerdo sangrante.

Pillada del 15 que me hace despertar sudando en las calurosas noches de verano.

Por supuesto no es comparable a la situación que usted ha vivido, en la que no habría sabido que hacer ya que es un acto social y las personas me dan miedito como para decirles que me disculpen.

Edito: Creo que se refiere a la Berlinale.

Es usted casi un acróbata del cirque du soleil.
 
Main man, hacerse caca encima no es motivo de verguenza, es un regalo divino.
Buenos días.
 
Main man rebuznó:
¿Cuál ha sido la más vergonzosa situación que habéis vivido en vuestra miserable existencia?
Observarte intentando levantarte de la mesa, ver como te fallaba un hidraulico, y contemplar de primera mano, tu cuerpo semi-inerte, hacer el salto de altura sobre mesa, mas complejo en cuanto a ejecucion, que puedo recordar :lol:
 
mi situacion mas bochornosa es entrar a tu hilo a llamarte subnormal via tag y ver que el puto gordo los ha quitado.
 
Ayer le atasque el baño a un desconocido. Siempre que me invitan de nuevas a casa de alguien suelo tener esas consideraciones al anfitrión.
 
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tomate orlando.

yogures de platano.

masa para pizza buitoni.

coca-cola, pack familiar.

bimbo.
 
Ayer le atasque el baño a un desconocido. Siempre que me invitan de nuevas a casa de alguien suelo tener esas consideraciones al anfitrión.

No sé qué será peor, si eso o estrenar todos los baños de todas las casas de los amigos con un pajote, cosa a la que es aficionado un hamijo mío. Vamos, que el primer día que vino a mi casa, zambombazo. Salió del baño sonriendo, le miré con cara de reprobación, me miró, agachó la cabeza serio y asintió. Huelga decir que en sus trabajos hace lo mismo, empezando por el baño de las chicas.
 
Me pasó en verano en un chiringuito de playa con vistas al mar donde servían un pescado a la parrilla de lujo y que contaba con unas camareras que eran la leche de serviciales, entre las que destacaba una de ellas de Europa del este muy simpática (rubia delgadita con ojos azules, muy mona, con un acento muy marcado y una sonrisa preciosa).

El caso es que en los postres el vientre me empezó a avisar del apocalipsis que se avecinaba (llevaba desde el día anterior atascado) y fue el ulterior café el que activó la espoleta de la bomba bacteriológica que guardaba en mi interior. Eso, entre gente que nos jactamos de clausurar baños públicos como mis drugos y yo, no es cosa baladí.

Llegados a este punto me excuse ante las damas y salí zingando como si la vida se me fuera a escapar por donde nunca brilla el sol y, con la habilidad de un maestro zen para esquivar gente arribé a los baños, hallándome allí con una particularidad que al no prestarle atención en ese momento (dadas las circunstancias y la urgencia) tendría funestas consecuencias para gente inocente mas tarde.

Esa particularidad era que, como todo baño de chiringuito de playa, hacía gala de su consabida cola para acceder al baño, como no. Pero hete aquí que, milagro divino, SÓLO EXISTÍA TAL COSA PARA ENTRAR AL DE HEMBRAS!!!!!

No me presté a más disquisiciones ante tal bienaventuranza y me introduje en el baño con la arrogancia del que se sabe con más suerte que nadie, superior tal vez, tocado por la varita de los dioses seguro, para que ese día y en ese instante nada pudiera perturbar ese momento de perfecta comunión que surge entre un hombre y la Madre Naturaleza al hacer tributo con un mojón suficientemente digno, como se ha venido haciendo desde el principio de los tiempos.

Me senté, y defeque.

Defeque mucho.

Defeque muchísimo, mucho más de lo que cabe imaginarse.

Aluego me limpié el orto, con ingentes cantidades de papel por lo abundante de la materia prima y su estado a ratos líquido.

Me subí las bermudas y me las abroché, satisfecho por la labor bien hecha, a gusto conmigo mismo y en paz con el mundo.

Y entonces tiré de la cadena: un hecho cotidiano a la par que nimio, que en cualquier otra situación no tendría mayor repercusión que la de la constatación del trabajo bien hecho y el punto final de la operación en curso. Pero no era una vez más, ésta en concreto era especial. En este caso EL RETRETE SE ENCONTRABA OBSTRUÍDO.

Debería haberme dado cuenta. Si pudiera haberme dado cuenta, cuánto dolor habría ahorrado a gente buena, gente inocente culpable de nada.

Cuando mi sentido arácnido me avisó de lo que se estaba gestando por los bordes del retrete, abrí la puerta a la velocidad del rayo y logré huir del punto 0 por los pelos y a saltos para que aquella masa infecta no me engullera.

Y se abrieron las puertas del infierno, con un preludio de mierda deconstruida con orín y papel higiénico pintado a brocha gorda, amén de una nube toxica en la que se intuía la muerte, la más terrible y cruel de las muertes. Las mujeres de la cola del baño de al lado huían entre alaridos (las que podían, una se resbalo y se cayó de morros) mientras la marea de muerte y destrucción se expandía hasta los límites del comedor (los baños estaban entre la barra y el propio comedor).

Yo observaba la escena desde la cómoda y segura posición en que se había convertido mi atalaya particular, la parte superior de una banqueta, allende del tsunami que se desarrollaba bajo mis pies. En ese momento me di cuenta de que había un letrero al lado del baño de caballeros que anunciaba la imposibilidad de utilizar el mismo por encontrarse "AVERIADO".

Cuando me ví capaz de sortear los últimos vestigios de aquel desastre y ante lo precario de mi situación (se estaba gestando una turba con aviesas intenciones) reuní los restos de adrenalina que quedaban en mi organismo y emprendí la huida con toda la presteza que mis atléticas piernas me permitían, mas allá del horizonte salvador que se me antojaba la esquina de la siguiente manzana y que me pondría a salvo de los energúmenos que me dedicaban toda clase de exabruptos desde todos los lugares del restaurante/chiringuito.

Cuando por fin pude pararme a descansar (en la otra punta del pueblo) junté las monedas que tenía en el bolsillo y llamé desde una cabina (me había dejado el móvil encima de la mesa al ir al baño) a mis camaradas que se habían quedado en la guarida del lobo, para que me dieran nuevas del frente de batalla.

Me contaron que la rusa que servía en las mesas de fuera (la guapa con sonrisa angelical) se había resbalado y se había caído encima del potaje al salir con prisas portando un plato de langostinos a la plancha, sin intuir el estado del piso.

Se había puesto de mierda hasta arriba, y lloraba.
<!--[if !supportLineBreakNewLine]-->
<!--[endif]-->Los dueños del local por otro lado estaban preguntándoles por mi paradero y, lo más suave que manifestaban era que me iban a partir las piernas, si me volvían a ver por allí.

Les pedí que vinieran a buscarme y que me sacaran de allí, y hasta hoy.
Esa es mi historia.


FIN
 
Observarte intentando levantarte de la mesa, ver como te fallaba un hidraulico, y contemplar de primera mano, tu cuerpo semi-inerte, hacer el salto de altura sobre mesa, mas complejo en cuanto a ejecucion, que puedo recordar :lol:


Buaha. Eso no es nada comparado con el ancestral arte ninja de levantarse del suelo de un parking con los Armand Basi intactos y desaparecer para materializarse en la línea circular por ensalmo. Con el aspecto de un zombi enloquecido pero más limpio que un pincel.

:lol:
 
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