Ante todo quiero pedir disculpas por la seriedad de este hilo, pero hoy he llegado a un punto de saturación.
Como supongo que varios ya sabrán, yo soy extranjero. Probablemente extranjero en todos lados, ya que no siento ningún vínculo individuo-patria.
Por este motivo, he decidido, hace unos años, venir a vivir a España.
Este país me ha brindado todo lo que necesitaba, y más aun.
La gente me ha acogido como un hermano y, lejos de encerrarme en guetos, siempre me han invitado a compartir experiencias y recuerdos.
Este es la tierra de la gente que sabe vivir y disfrutar de la vida, aún cuando las condiciones económicas no permiten grandes excesos.
Aquí no existe el café sin mesa donde charlar.
Para entendernos, hablamos de un país con un sonriente sol mediterráneo, los majestuosos pazos gallegos, los antiguos paisajes manchegos, las montañas pirinéicas, las fiestas populares, los elegantes restos moriscos, los que me abrazan y me dicen "yo tengo primos en Argentina que se tuvieron que ir de aquí", los "hermanos" de juerga de las noches en Madrid, de los pinchos vascos, la estremecedora guitarra flamenca y mil otras cosas que he descubierto, con inmenso placer, a lo largo de estos cuatro años.
Aún así, por el momento, mis días en este país están agotándose; me voy con un gran dolor.
Estos no han sido días cómodos para mí, y esta mañana leyendo El País casi me saltan las lágrimas.
¿Cómo es posible que en un lugar tan hermoso como este aún se siga sufriendo por las barbaridades terroristas?
No lo entiendo, mi cabeza no llega a poner todos los datos en orden como para hacerme una idea de lo que está pasando. ¡No logro concebirlo!
La historia de Salvador Ulayar y el asesino de su padre me dejó traumatizado y, para rematar, me entero de la charlita de Carod Rovira con los dirigentes de ETA en Francia.
No doy más, necesito irme de aquí.
Como supongo que varios ya sabrán, yo soy extranjero. Probablemente extranjero en todos lados, ya que no siento ningún vínculo individuo-patria.
Por este motivo, he decidido, hace unos años, venir a vivir a España.
Este país me ha brindado todo lo que necesitaba, y más aun.
La gente me ha acogido como un hermano y, lejos de encerrarme en guetos, siempre me han invitado a compartir experiencias y recuerdos.
Este es la tierra de la gente que sabe vivir y disfrutar de la vida, aún cuando las condiciones económicas no permiten grandes excesos.
Aquí no existe el café sin mesa donde charlar.
Para entendernos, hablamos de un país con un sonriente sol mediterráneo, los majestuosos pazos gallegos, los antiguos paisajes manchegos, las montañas pirinéicas, las fiestas populares, los elegantes restos moriscos, los que me abrazan y me dicen "yo tengo primos en Argentina que se tuvieron que ir de aquí", los "hermanos" de juerga de las noches en Madrid, de los pinchos vascos, la estremecedora guitarra flamenca y mil otras cosas que he descubierto, con inmenso placer, a lo largo de estos cuatro años.
Aún así, por el momento, mis días en este país están agotándose; me voy con un gran dolor.
Estos no han sido días cómodos para mí, y esta mañana leyendo El País casi me saltan las lágrimas.
¿Cómo es posible que en un lugar tan hermoso como este aún se siga sufriendo por las barbaridades terroristas?
No lo entiendo, mi cabeza no llega a poner todos los datos en orden como para hacerme una idea de lo que está pasando. ¡No logro concebirlo!
La historia de Salvador Ulayar y el asesino de su padre me dejó traumatizado y, para rematar, me entero de la charlita de Carod Rovira con los dirigentes de ETA en Francia.
No doy más, necesito irme de aquí.