Pues más vale que me den la felicidad.
Voy a tomar drogas legales, señores.
Estoy yendo al psicólogo y parece ser que tengo trastorno obsesivo-compulsivo. Por si alguno que esté leyendo esto ya está levantando la ceja y dudando, aclararé que no lo digo por hacerme el gracioso forísticamente hablando. Me van a recetar unas pastillas para hacer que mi cerebro funcione a menos revoluciones de las que lo lleva haciendo toda mi vida hasta hoy, y así poder ser un poco más feliz.
Si veo que el efecto y los cambios producidos merecen la pena, en el futuro abriré un hilo y os iré contando lo que me noto.
Voy a drogarme de forma legal, pagado por la seguridad social, sin que mis padres me echen sermones y sin problemas morales. Mola.