Es muy difícil, cuando tu vida está vacía, cuando hacía años que nadie te abrazaba (y la última vez que sucedió hacía tanto tiempo que no sucedía que te enganchaste como un mierda a alguien que solo te usaba), cuando lo único bonito que tienes cada día en tu vida es escuchar a Mozart...cuando todo eso es así, durante años y años, es muy difícil no consolarte con comida, no ver una cara bonita en una ventana en el ordenador y quedarte mirando o querer decir hola.
Es muy difícil sacrificarte por el beneficio a largo plazo cuando no tienes nada ni nadie en tu vida que lo haga soportable a corto plazo. Y cuando digo nada ni nadie eso es literal, ni mis padres ni mis pocos amigos se implicaron jamás en mis pérdidas de peso (cuando no las entorpecían), todo lo tuve que hacer yo solo. Esto pueden sonar a lloriqueos, pero es esa sensación de abandono, de soledad constante y diaria, la que luego te hace caer en cualquier cosa que te de incluso un espejismo de vida real, de emociones.
Y mira que yo intento el método Schopenhauer, vivir en el plano intelectual lo más posible, consolándome con la belleza del arte, de la ciencia. Incluso la programación tenía esa belleza. Vosotros os reís de mí cuando os digo que he estado leyendo sobre música medieval, por ejemplo, pero a mí esas cosas me confortan. Y Cyn era otra cosa que me confortaba, igual que me confortaba cuando la italiana me decía que no sabía qué haría sin mi.
Esas cosas te confortan y algunas te dan propósito. Aunque sean mentira. Pero inevitablemente la fantasía nunca aguanta más que un tiempo, nunca es como la cosa real.
Es por esto que pienso en el suicidio. No es que odie la vida minuto a minuto, pero se que todo lo que me espera va a ser más de lo mismo, más abandono, más rechazo, más soledad, etc.
En fin.