Hola!
Aqui os dejo un interesante articulo , sobre la tendencia de divorcios en España. A ver si da pie para un interesante debate.
En España se divorcia una pareja cada tres minutos y medio. Este 2007, en un pueblo en el que vivan 10.000 personas y responda fielmente a la media nacional, se romperán 32 matrimonios. Veintiséis años después de la entrada en vigor de la Ley del Divorcio, España se ha colocado a la cabeza de Europa en la tasa de rupturas. La reforma legal de 2005, el cambio cultural, la incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral y la bajísima tasa de natalidad explican un fenómeno que, aunque previsto por algunos especialistas, está causando desconcierto en la sociedad. Si se mantuviera el ritmo actual de crecimiento de los divorcios, en apenas tres años serían más que los matrimonios. Nadie habría podido imaginarlo hace bien poco.
La geografía del divorcio divide España en dos partes claramente diferenciadas: Canarias, Baleares, Cataluña y Comunidad Valenciana son, por este orden, las autonomías donde proporcionalmente se registraron más rupturas el año pasado. Castilla-León, Extremadura, Castilla-La Mancha, País Vasco, Navarra y La Rioja, donde menos. En total, más de 141.000 divorcios en 2006. Una suma que se mantendrá o crecerá este año, porque en el primer trimestre se registraron 37.500. El ritmo ya casi es de tres divorcios por cada cuatro bodas. Medido según el criterio de Eurostat, el instituto de estadística de la UE, en España se divorcian 3,2 matrimonios al año por cada 1.000 habitantes. Eso supone estar en la cabeza de Europa, junto a Lituania, y muy por delante de países como Suecia y Francia.
¿Cómo se explica un aumento tan fuerte de las rupturas matrimoniales? Gonzalo Pueyo, abogado de familia con bufete en Bilbao, cree que la reforma legal que entró en vigor hace algo más de dos años ha contribuido a ello, al suponer una simplificación de los trámites. Ahora, para divorciarse basta con que hayan transcurrido tres meses desde la boda. «Ya no es necesaria la tramitación previa de una separación. En consecuencia, lo que antes eran separaciones ahora son divorcios», explica Pueyo. Hasta 2005, el proceso de ruptura era en realidad doble: cuando una pareja quería poner fin a su matrimonio debía primero separarse y luego esperar un año para poder iniciar los trámites de divorcio. No todas las parejas lo hacían. De hecho, en el año 2000 hubo 63.000 separaciones y sólo 39.000 divorcios. Las parejas separadas pero no divorciadas estaban rotas, aunque sus miembros no podían contraer nuevo matrimonio. La ley pretendía así dar un tiempo para que la pareja meditara, ya en la distancia, antes de proceder a la ruptura definitiva.
La 'ley del divorcio exprés' ha dejado prácticamente sin sentido el procedimiento de la separación, como prueban las cifras del primer trimestre de 2007: sólo hubo 3.000, frente a los 37.500 divorcios. Eso sí, crecen los procesos con litigio, fruto de otro cambio legal que ahora permite la custodia compartida, «y de la decidida actitud de muchos hombres de asumirla», sostiene Pueyo.
Inés Alberdi, catedrática de Sociología en la Universidad Complutense y autora de varios trabajos imprescindibles sobre la familia española, está convencida de que la nueva ley ha sacado también a la superficie 'bolsas' de parejas en espera que se han decidido a divorciarse al simplificar los trámites y suprimir algún requisito 'delicado'. Uno de ellos es el de la necesidad de explicar las causas por las que se pide la disolución del matrimonio. Esa exigencia añadía un episodio doloroso y perturbador a un proceso ya de por sí difícil. El sociólogo y profesor de la Universidad del País Vasco César Manzanos, autor del libro 'La separación matrimonial', comparte la tesis de Alberdi. Para Manzanos, que ya había vaticinado a comienzos de esta década un fuerte aumento de los divorcios, «sigue habiendo situaciones endémicas de parejas que no se soportan pero siguen juntas por razones diversas». A su juicio, en el momento en que desaparecen esos impedimentos, las parejas se plantean una ruptura que en condiciones normales habría llegado mucho antes.
Las hipotecas unen
Alberdi y Manzanos coinciden en destacar que una pareja en crisis tiende a divorciarse en mayor medida si su renta es alta. Por eso, el acceso de las mujeres al mercado laboral es también decisivo. Con un trabajo estable, una mujer no se sume en un mundo de inseguridad económica cuando se divorcia. En la actualidad, también por primera vez en la historia de España, la tasa de actividad de las mujeres jóvenes es casi igual a la de los varones. Por el contrario, pagar una hipoteca o afrontar la perspectiva de tener que adquirir otra vivienda al elevado precio actual hace que un matrimonio 'resista' aunque su relación esté bajo mínimos. Una resistencia que se acabará cuando paguen la última cuota del crédito. Manzanos se atreve a vaticinar también que el día que los titulares de las ayudas básicas o de emergencia sean personas en vez de hogares, crecerá aún más el número de rupturas porque desaparecerá para muchos la razón última de permanecer juntos: el subsidio.
La demografía explica también al menos una parte del crecimiento de los divorcios. España tiene en este momento el mayor porcentaje de población de más de 18 años: alrededor del 82% del total de la población. Es decir, población 'divorciable', porque los menores de esa edad no se han casado y por tanto no se pueden separar. Eso es fruto de una bajísima tasa de natalidad que también resta obstáculos a la ruptura. «Una pareja sin hijos se lo piensa menos antes de cortar», comenta Alberdi. Y nunca antes hubo tantas parejas sin hijos.
Todo ello se combina con un cambio de mentalidad importante que se plasma en varios aspectos. El primero, la brusca transición que para muchas personas supone el matrimonio. Alberdi explica que los jóvenes que hoy tienen entre 20 y 30 años gozan de una enorme libertad personal, que se plasma también en una facilidad hasta ahora desconocida en el acceso al sexo. «Se supone que eso termina con la boda -dice Alberdi-, pero son muchos los que no lo aceptan, y enseguida llegan las crisis». Así se explicaría lo que algunos abogados dicen haber detectado: un aumento de las rupturas en parejas que llevan muy poco tiempo casadas.
Rehacer la vida
Pero incluso entre otras más veteranas hay una diferente cultura de convivencia. «Ahora las parejas se casan con una idea muy clara: si las cosas no funcionan se rompe y ya está. Apenas se hace un esfuerzo de negociación cuando llegan las dificultades para compatibilizar carreras profesionales y cuidado de los niños», advierte Carmen Valdivia, catedrática de Psicopedagogía en la Universidad de Deusto. En su opinión, muchas mujeres creen que están mejor con un trabajo y un hijo que con un marido y un hijo. A eso se une otro factor que es una pescadilla que se muerde la cola: cuanto más crecen los divorcios, más fácil es para los divorciados rehacer su vida. Y esa facilidad es a su vez un elemento incentivador del divorcio.
En el fondo, la búsqueda de la felicidad a toda costa, el afán por lograr una realización personal completa que caracteriza a nuestro tiempo, conduce inexorablemente a un aumento de las rupturas. Una frase habitual en boca de personas de 30 a 40 años (la franja de edad con más divorcios) es 'Yo no tengo por qué aguantar'.
Con esa perspectiva, una independencia económica de ambos cónyuges trabajosamente lograda y unos hábitos de vida que proporcionan muchas más oportunidades de enamorarse de otras personas, parece imposible que la tasa de divorcios vuelva a los niveles de los primeros años noventa. Más bien lo contrario. Manzanos comenta que la familia contemporánea que antes se basaba en una monogamia estable ahora se fundamenta en una monogamia temporal. «Lo normal, añade, será que en una vida se den dos o tres ciclos largos de pareja, como ya sucede en otros países europeos y en EE UU».
Fuente: https://www.elcorreodigital.com/vizca...-20071007.html
Aqui os dejo un interesante articulo , sobre la tendencia de divorcios en España. A ver si da pie para un interesante debate.
En España se divorcia una pareja cada tres minutos y medio. Este 2007, en un pueblo en el que vivan 10.000 personas y responda fielmente a la media nacional, se romperán 32 matrimonios. Veintiséis años después de la entrada en vigor de la Ley del Divorcio, España se ha colocado a la cabeza de Europa en la tasa de rupturas. La reforma legal de 2005, el cambio cultural, la incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral y la bajísima tasa de natalidad explican un fenómeno que, aunque previsto por algunos especialistas, está causando desconcierto en la sociedad. Si se mantuviera el ritmo actual de crecimiento de los divorcios, en apenas tres años serían más que los matrimonios. Nadie habría podido imaginarlo hace bien poco.
La geografía del divorcio divide España en dos partes claramente diferenciadas: Canarias, Baleares, Cataluña y Comunidad Valenciana son, por este orden, las autonomías donde proporcionalmente se registraron más rupturas el año pasado. Castilla-León, Extremadura, Castilla-La Mancha, País Vasco, Navarra y La Rioja, donde menos. En total, más de 141.000 divorcios en 2006. Una suma que se mantendrá o crecerá este año, porque en el primer trimestre se registraron 37.500. El ritmo ya casi es de tres divorcios por cada cuatro bodas. Medido según el criterio de Eurostat, el instituto de estadística de la UE, en España se divorcian 3,2 matrimonios al año por cada 1.000 habitantes. Eso supone estar en la cabeza de Europa, junto a Lituania, y muy por delante de países como Suecia y Francia.
¿Cómo se explica un aumento tan fuerte de las rupturas matrimoniales? Gonzalo Pueyo, abogado de familia con bufete en Bilbao, cree que la reforma legal que entró en vigor hace algo más de dos años ha contribuido a ello, al suponer una simplificación de los trámites. Ahora, para divorciarse basta con que hayan transcurrido tres meses desde la boda. «Ya no es necesaria la tramitación previa de una separación. En consecuencia, lo que antes eran separaciones ahora son divorcios», explica Pueyo. Hasta 2005, el proceso de ruptura era en realidad doble: cuando una pareja quería poner fin a su matrimonio debía primero separarse y luego esperar un año para poder iniciar los trámites de divorcio. No todas las parejas lo hacían. De hecho, en el año 2000 hubo 63.000 separaciones y sólo 39.000 divorcios. Las parejas separadas pero no divorciadas estaban rotas, aunque sus miembros no podían contraer nuevo matrimonio. La ley pretendía así dar un tiempo para que la pareja meditara, ya en la distancia, antes de proceder a la ruptura definitiva.
La 'ley del divorcio exprés' ha dejado prácticamente sin sentido el procedimiento de la separación, como prueban las cifras del primer trimestre de 2007: sólo hubo 3.000, frente a los 37.500 divorcios. Eso sí, crecen los procesos con litigio, fruto de otro cambio legal que ahora permite la custodia compartida, «y de la decidida actitud de muchos hombres de asumirla», sostiene Pueyo.
Inés Alberdi, catedrática de Sociología en la Universidad Complutense y autora de varios trabajos imprescindibles sobre la familia española, está convencida de que la nueva ley ha sacado también a la superficie 'bolsas' de parejas en espera que se han decidido a divorciarse al simplificar los trámites y suprimir algún requisito 'delicado'. Uno de ellos es el de la necesidad de explicar las causas por las que se pide la disolución del matrimonio. Esa exigencia añadía un episodio doloroso y perturbador a un proceso ya de por sí difícil. El sociólogo y profesor de la Universidad del País Vasco César Manzanos, autor del libro 'La separación matrimonial', comparte la tesis de Alberdi. Para Manzanos, que ya había vaticinado a comienzos de esta década un fuerte aumento de los divorcios, «sigue habiendo situaciones endémicas de parejas que no se soportan pero siguen juntas por razones diversas». A su juicio, en el momento en que desaparecen esos impedimentos, las parejas se plantean una ruptura que en condiciones normales habría llegado mucho antes.
Las hipotecas unen
Alberdi y Manzanos coinciden en destacar que una pareja en crisis tiende a divorciarse en mayor medida si su renta es alta. Por eso, el acceso de las mujeres al mercado laboral es también decisivo. Con un trabajo estable, una mujer no se sume en un mundo de inseguridad económica cuando se divorcia. En la actualidad, también por primera vez en la historia de España, la tasa de actividad de las mujeres jóvenes es casi igual a la de los varones. Por el contrario, pagar una hipoteca o afrontar la perspectiva de tener que adquirir otra vivienda al elevado precio actual hace que un matrimonio 'resista' aunque su relación esté bajo mínimos. Una resistencia que se acabará cuando paguen la última cuota del crédito. Manzanos se atreve a vaticinar también que el día que los titulares de las ayudas básicas o de emergencia sean personas en vez de hogares, crecerá aún más el número de rupturas porque desaparecerá para muchos la razón última de permanecer juntos: el subsidio.
La demografía explica también al menos una parte del crecimiento de los divorcios. España tiene en este momento el mayor porcentaje de población de más de 18 años: alrededor del 82% del total de la población. Es decir, población 'divorciable', porque los menores de esa edad no se han casado y por tanto no se pueden separar. Eso es fruto de una bajísima tasa de natalidad que también resta obstáculos a la ruptura. «Una pareja sin hijos se lo piensa menos antes de cortar», comenta Alberdi. Y nunca antes hubo tantas parejas sin hijos.
Todo ello se combina con un cambio de mentalidad importante que se plasma en varios aspectos. El primero, la brusca transición que para muchas personas supone el matrimonio. Alberdi explica que los jóvenes que hoy tienen entre 20 y 30 años gozan de una enorme libertad personal, que se plasma también en una facilidad hasta ahora desconocida en el acceso al sexo. «Se supone que eso termina con la boda -dice Alberdi-, pero son muchos los que no lo aceptan, y enseguida llegan las crisis». Así se explicaría lo que algunos abogados dicen haber detectado: un aumento de las rupturas en parejas que llevan muy poco tiempo casadas.
Rehacer la vida
Pero incluso entre otras más veteranas hay una diferente cultura de convivencia. «Ahora las parejas se casan con una idea muy clara: si las cosas no funcionan se rompe y ya está. Apenas se hace un esfuerzo de negociación cuando llegan las dificultades para compatibilizar carreras profesionales y cuidado de los niños», advierte Carmen Valdivia, catedrática de Psicopedagogía en la Universidad de Deusto. En su opinión, muchas mujeres creen que están mejor con un trabajo y un hijo que con un marido y un hijo. A eso se une otro factor que es una pescadilla que se muerde la cola: cuanto más crecen los divorcios, más fácil es para los divorciados rehacer su vida. Y esa facilidad es a su vez un elemento incentivador del divorcio.
En el fondo, la búsqueda de la felicidad a toda costa, el afán por lograr una realización personal completa que caracteriza a nuestro tiempo, conduce inexorablemente a un aumento de las rupturas. Una frase habitual en boca de personas de 30 a 40 años (la franja de edad con más divorcios) es 'Yo no tengo por qué aguantar'.
Con esa perspectiva, una independencia económica de ambos cónyuges trabajosamente lograda y unos hábitos de vida que proporcionan muchas más oportunidades de enamorarse de otras personas, parece imposible que la tasa de divorcios vuelva a los niveles de los primeros años noventa. Más bien lo contrario. Manzanos comenta que la familia contemporánea que antes se basaba en una monogamia estable ahora se fundamenta en una monogamia temporal. «Lo normal, añade, será que en una vida se den dos o tres ciclos largos de pareja, como ya sucede en otros países europeos y en EE UU».
Fuente: https://www.elcorreodigital.com/vizca...-20071007.html