Me llevaba por aquel entonces con un grupo de chicas. Unas cotorras insoportables. Se me hacía llevadero el hecho de aguantarles sus bobadas porque podía pasarme horas mirando a una de ellas. Sin hacer nada más.
Fíjamente, disimuladamente, lascivamente, descuidadamente, cualquier otra mente que se os ocurra. En la mente, sin embargo, ella tenía presente que quería a su novio, al que acosaban los celos compulsivamente.
Era cuestión de tiempo acabar en la cama con ella. Lo que no esperaba es que su novio se enterara tan rápida (mente).
Quedé con ellas una tarde de esa misma semana con la sana intención de pasar un par de horas mirándola, nada más. Con lo que no contaba es que en la esquina del café no eran ellas las que iban a estar, eran el novio de esta chica y un par de amigos. Me quité el reloj y las gafas de sol, los metí en sendos bolsillos de la chaqueta, la aparté a un lado y con las manos en los bolsillos me acerqué a ellos. Me cayeron bastantes hostias y un par de patadas, todo lo que les dió tiempo hasta que algunos parroquianos me sacaron de allí.
Aturdido aún y con una extraña, por lo deliciosa, sensación me ví recogido por los brazos de dos chicas. "Pobrecito, ven a casa, vivimos aquí arriba, un poco de betadine y como nuevo"
Pues vale.
Cuando me quise dar cuenta me estaban quitando los pantalones. "Pobrecito, pobrecito, a ver si te han hecho en las piernas"
Pues vale.
Yo sabía que se iban a encontrar una señora erección, no creía que fueran a pegarme más fuerte que los tipos de antes, así que las dejé hacer, al menos sería divertido ver su reacción. Lo malo es que no me dejaron verla, una de ellas apagó la luz en el momento en el que la otra me bajaba con ambas manos los pantalones. "Esto mejora por momentos, pensé"
En un momento, tenía a una de ellas con mi polla en la boca y a otra besándome y ocupada en desnudarse. Me mordió los labios un momento, se apartó y me dijo al oído: "¿No te acuerdas de mí? Te he visto cada tarde sentado en el café, no sabía como hacer para hablarte, lo de hoy, aunque jodido ha sido una suerte" Bueno, no ha acabado tan mal, pensé. Sin decir nada, le acaricié el pelo, la ayudé a quitarse el sostén, lamí sus pezones, metí la mano por debajo de sus bragas. Tenía la raja del culo llena de pelos. Joder. Era como estar acariciando a un fox terrier. Entre asqueado e impaciente por tener a dos chicas chupándomela a la vez la cogí de la cabeza y la puse a la altura de mi ombligo.
La otra chica subió y colocó su boca a la altura de mi oído. "Ha sido ella, ha sido ella la que le ha contado a todo el barrio lo tuyo con esa chica". Sin saber porqué, y otra vez sin abrir la boca, le desabroché el pantalón y llevé mi mano a su culo. Un culo sin pelo.
Me zafé de ellas, busqué el interruptor y encendí la luz. Ante mí tenía a dos gemelas idénticas semidesnudas. No pensaba irme de allí sin tomarme alguna clase de venganza y mucho menos me iba a ir caliente como estaba. Les pedí que se pusieran a cuatro patas, las dos. Pude apreciar dos traseros, con sus dos cachetes cada uno, con su coñito y con su agujero del culo. Lampiño uno, peludo el otro. Con toda la rabia del mundo metí mi polla en el coño que acompañaba al orto sin pelo. No miento si digo que le di, con apenas cuatro embestidas el orgasmo más bestial de su vida. Pero no era ella la que más gritaba, era la otra, de pura impaciencia por sentir lo que su hermana sentía en ese momento. Me acerqué a ella, pegué mis caderas a su trasero. Podía notar el calor de su coño por todo mi vientre, temblaba expectante, una gota de sangre golpeó su almohada, no era de mi nariz rota, era ella que se había mordido el labio. Me cogí la polla con una mano, me masturbé y eyaculé sobre su espalda.
En menos de un minuto estaba en la calle.