Siento decirle que existe la misma probabilidad de que salga cualquiera de los números.
Mira que advertí sobre esto en el post y nada, cada uno a lo suyo. De buena gana te metía un repaso de puta madre, pero me siento identificado contigo, porque de no haberme ido tan bien como PRO de
Magic: The Gathering y más tarde como GRINDER en no limit hold'em, habría acabado ejerciendo de maestro en una escuela, que es a lo que me ha parecido entender que te dedicas unos posts de arriba. Y la verdad, tampoco creo que comprendieras una argumentación más detallada, explayándome como es debido en complejas DISQUISICIONES matemáticas, así que haré borrón y cuenta nueva. Como gesto de buena voluntad te ofrezco mi colaboración como profesor de apoyo para los chavales menos FORMADOS de tu clase (tengo piso, discreto, sin portero), y sería justo que tú nos correspondieras a todos, por haber interrumpido la lección impertinentemente, con algunas anécdotas del día a día con los CRÍOS, haciendo especial hincapié en los ROCES cotidianos y, por qué no, realizando un completo informe sobre cómo anda el NIVEL en tu clase (no se te ocurra ponernos notas ni nada, sería un flagrante atentado contra su intimidad, ya sabes que me refiero a OTRA cosa). Tampoco estaría mal alguna fotillo.
Sigamos entonces con la estrategia DEFINITIVA sobre cómo ganar a la ruleta. Las apuestas simples las tenemos dominadas gracias a la Finkingala, y sabemos también cómo desechar números individuales gracias a la memoria a corto plazo. Llegados a este punto, no podemos extraer más valor del aparato en sí, pero amplísimos márgenes de beneficios nos aguardan si aprendemos a explotar las debilidades de nuestros compañeros de juego.
Lo primero de todo es hacer una buena selección de mesa. Jamás nos sentaremos en una con pocos jugadores, porque es más fácil que el casino se dé cuenta de que estamos ganando más de lo que les gustaría, así como que algún primo a los que estamos sangrando perciba nuestra superioridad y se largue. Por tanto, mesas con muchos jugadores, donde haya mucho movimiento de manos, para ocultarnos mejor entre la multitud.
Es imprescindible sentarse con una copa en la mano, bien llena, a ser posible de coca cola u otra bebida oscura para que no se vea el fondo del vaso. Desaconsejo el consumo de alcohol mientras estamos trabajando, porque reduce nuestros reflejos y coordinación manual, así que no nos lo beberemos. En cambio, sí deberíamos intentar parecer un inofensivo borracho, y tener siempre el vaso en la mano. Como muchos jugadores de ruleta son gente que va al casino a pasar una noche divertida y sin ningún afán de lucro, intentaremos detectarlos y sentarnos junto a ellos. Extremadamente paletos, entre los veinte y treinta años, se mueven en grupos de iguales, creyéndose elegantes por llevar el traje que les ha prestado su padre para esa noche, cuando en realidad parecen funcionarios recién salidos de un bukkake, por las manchas de mayonesa que se han echado en el buffet de treinta pavos. Debido a su carácter lúdico e inexperiencia en el mundo de la noche, basarán sus apuestas en toda clase de creencias estúpidas, pudiendo nosotros desechar los números a los que jueguen. Suelen ser bastante distraídos con sus fichas, así que a la mínima que se dejen una fuera del montón, pondremos nuestro vaso encima de ella con una buena hostia, al tiempo que pasamos al pringado el brazo por el hombro diciéndole lo grande que es o alguna gilipollez similar. Después sólo tenéis que arrastrarlo hasta vuestro montón y recoger el fruto de vuestro esfuerzo. El movimiento se asemeja a los juegos de las ferias donde hay dar martillazos a los topillos que salen de los agujeros. Esta táctica es sólo aplicable con los dos jugadores adyacentes, porque una vez has puesto el vaso encima tienes que hacer todo el camino de vuelta, y será más probable que nos pillen cuanto mayor sea la distancia que haya que recorrer. Antes de darme cuenta de esto, solía tirarme a por todas las fichas de todo el mundo, llegando incluso a tirarme encima de la mesa para alcanzar una del tipo que tenía enfrente al grito de "Padre, a mis brazos!", con una penosa vuelta apartando al resto de jugadores de su sitio para que me dejaran arrastrar el vaso, mientras, cabizbajo, lloraba por su rechazo.
La segunda jugada maestra viene enlazada con la última advertencia sobre la técnica del vaso: no hacerlo ni muy fuerte ni cuando el primo esté mirando. Y es que en una ocasión el de al lado tiró una con el codo, me lancé con más rapidez de la debida para compensar que ya estaba girando la cabeza hacia ella y reventé el vaso, con la mala fortuna de que al hombre le había dado tiempo a poner el dedo sobre ella, así que se lo machaqué, reventó el vaso, me hice un profundo corte en la mano y llamaron a los de seguridad. Me bajaron a uno de los sótanos, me tumbaron sobre una mesa, me metieron la cabeza en una prensa, me dijeron que tenía los cojones gordísimos y me llevaron en un coche al desierto con mi hermano, nos dieron de hostias con unos bates de beisbol y nos enterraron vivos. Poco después pude volver a las mesas, pero con un brazo en cabestrillo. Los lisiados suelen dar lástima a la gente, con lo que es fácil aprovechar la situación y llevar una chaqueta que te cubra los hombros e intentar robar al jugador que tengas pegando al lado del brazo malo. Te arrimas bien a él y le cuentas alguna milonga sobre el accidente, y poco a poco te acercas a su montón. Cuando lo tengas a tiro le metes a saco la mano buena, gracias a que estás cubierto por la chaqueta y la escayola, y le EXPOLIAS. No aconsejo ser muy avaricioso porque a mí me ha pasado que si te lo llevas todo hay una remota posibilidad de que miren hacia abajo cuando ya te has retirado y vean que donde estaban sus fichas sólo hay arañazos recientes en el tapete, exponiéndote a que llamen a los gorilas y te lleves la paliza de rigor. Es recomendable que el brazo esté roto de verdad porque si nos pillan con uno falso será mucho peor. Da bastante buen resultado tensarlo paralelo al suelo con una cuerda mientras un amigo o familiar te salta encima. Es difícil convencerles, pero puedes acordar dividir las ganancias de la noche, ya que al fin y al cabo nos están haciendo un trabajo que hay que pagarles.
Las mujeres son un blanco bastante fácil. Lo primero es sentarte a su lado y entablar una conversación. Puede ser de cualquier cosa, pero yo suelo optar por enumerar mis numerosos éxitos en
Magic: The Gathering y poker o mis teorías ruletiles. El objetivo es que, deslumbrada por mi superior intelecto, aparte la vista de mí con cara de asco, y por tanto de la mesa, dejando a sus fichas completamentes indefensas ante nuestro voraz apetito. Imprescindible acompañar la charla con numerosas miradas a su escote, furtivas rascadas de bolsa escrotal, sorbidas de mocos, desprendimiento y posterior ingestión de caspa con la uña, para hacer aún más poderoso nuestro discurso. También puede intentarse un ataque a su bolso si lo deja sin vigilancia, introduciendo la primera vez un puñado de nuestras fichas para que, si nos descubre en una intentona posterior, denunciando que era ella la que nos estaba robando, sacando las que introdujimos previemente como prueba y confrontándolas con las de nuestro montón, que serán todas iguales porque así las habremos comprado en el casino, alegando algún tipo de superstición. Así se lo pensará dos veces esa PUTA antes de volver a mangarnos.
El último perfil de jugador explotable es el de los viejos solitarios. La forma de sacarles valor esperado surgió sobre la marcha. Me disponía a hacer una agresión estándar a su montón cuando me pilló con la mano a medio camino. Con la profunda habilidad de cálculo mental que a un futuro integrante del
TEAM POKERSTARS PRO de
Pokerstars (Please click on this link to
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