Cuando tenía 15 años me tocó hacer un trabajo en grupo del instituto con un par de jambos marginales, uno de ellos vivía en la zona del casco antiguo del pueblo, en una casa de mierda, y su puta madre tenía el rostro lleno de cicatrices, como si su marido le administrase palizas diarias o fuese una veterana de guerra, algo muy perturbador. Pues bien, fuimos a la casa del susodicho para hacer el trabajo un viernes, y estuvimos trabajando un poco el tema hasta que nos cansamos. Entonces el personaje este, que era un pajillero de postín, como el resto, nos comentó que sus padres estaban abonados al canal plus, y que a hurtadillas por la noche, mientras los padres y su hermana down dormían, él se ponía esta cadena y se zurraba la sardina entre jadeos contenidos en el comedor de su casa. Incluso había grabado algunas películas y tal, y aprovechando que no había nadie de su familia presente estuvimos viendo películas del plus que había grabado a trozos y comentando las jugadas.
Durante esa época también tenía como hamijo a un barrendero chiflado que me proporcionaba revistas porno que se encontraba por ahí. Era un personaje totalmente degenerado, de entre 50-60 años, que siempre hablaba de follar y andaba salido a todas horas. Una vez recuerdo que me trajo una revista muy cerda con vídeo, todavía plastificada que terminó en la basura cuando me di cuenta de que tenía una mayoría de contenido interracial. Aunque normalmente su material era muy apreciable, especialmente las revistas de bollería fina, que siempre me ha parecido amorcillante.
El otro contacto con el porno de pago lo tuve cuando compré mi primera revista cerda con 18 años en un estanco del que me echaron junto a otros jovenzuelos en mi etapa adolescente porque íbamos a mirar todo este material sin adquirir nada. Tomé la costumbre de comprar cada mes la Penthouse, durante un tiempo y de hecho conservo todavía las revistas, que no están apenas jamagosas, se pueden abrir las páginas con normalidad.
A esto se reduce mi experiencia con el porno de pago, a mi época adolescente y poco más. Es preferible salir a follar con cualquier tipa, o a intentarlo, aunque sea un poco adefesio, que andar con las pajas, especialmente a ciertas edades.