Terminada la segunda temporada.
Creo que baja un poco, quizá por no estar ubicada en el pueblo, con todos los demás personajes.
Pero la he disfrutado mucho más y me ha enganchado definitivamente ya que uno entiende por fin de qué va la vaina y que en cualquier momento puede suceder lo más inesperado.
Al principio le queda a uno la sensación de que le falta un puntito para ser algo grande de verdad, pero en esta segunda temporada la he aprendido a apreciar de otra manera.
El mérito terrible de esta serie es hacer muy creíbles momentos absurdos, fantásticos o surrealistas, sin que por un segundo uno piense que están a punto de traspasar la línea de lo ridículo.
El nivel de producción, la interpretación de los actores, el montaje, incluso la música y los efectos de sonido, hacen que todo esto salga a flote y sea un producto muy disfrutable.
El cowboy, en el mundo real, sigue siendo un personaje temible e imponente. Pese a toda la comedia que hay en la serie, no han caído en la tentación de hacer gracietas con ese personaje dentro de un mundo más avanzado y tecnológico que el suyo. Un gran acierto.
Toda la trama de Eugene en el infierno, consiguen hacerla creíble, cuando llevar eso a pantalla podía ser un buen fiasco.
Y así con casi todas las cosas. A por la tercera.