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sonajero
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PRINCESAS (2005)
Crítica personal.
Debo confesar que no me gusta ser crítico de cine (los únicos críticos soportables, siguiendo las palabras de Sábato, son únicamente los que han hecho cine de una manera u otra, como Garci) prefiero ser simplemente estudioso y aficionado, pero no podía dejar pasar esta ocasión sin expresar mi opinión sobre esta película.
Acudí a ver la película tras oír la recomendación del titular de una tienda especializada de Gijón, procurando dejar totalmente atrás los prejuicios derivados del horror que me produjo la anterior película del Director que había visto “Los lunes al sol” (un tostonazo intragable) y, sinceramente, iba con esperanzas de disfrutar de una buena película tras mi lectura de todo lo que sobre ella decían en FOTOGRAMAS.
El resultado no pudo estar más lejos de lo esperado, pocas veces me había sentido tan mal en una sala de cine, pese a que estuve con unos amigos que soltaron alguna broma para aliviar el ambiente. La experiencia fue tan desalentadora e indignante que salí del cine casi dando voces para dar rienda suelta a mi irritación.
Mi crítica de la película podría ser resumirla como pretenciosa, falsamente realista, llena de tópicos, absolutamente falta de construcción argumental y de sus personajes, pero lo peor de todo es que cae irremediablemente en la estafa al espectador, al que se le asalta con una retahíla de despropósitos injustificables, como si de una bochornosa serie de televisión se tratase (como son todas últimamente, salvo honrosas y escasas excepciones)
No voy a entrar en la corrección formal de fotografía y música, o en el trabajo de los actores, que me gustaron (buenos técnicos, actores y autores tenemos, afortunadamente), pero todo lo demás...
Si se hubiese tratado de hacer una comedia negra (aprovechando en que en nuestra querida España, si caes bien al mundillo pretendidamente progre del cine, se te permite todo con la excusa del humor, como sucede con Torrente y sus jeringuillas colgadas de los brazos, su machismo exultante, etc) quizá podrían haberse mentido al espectador de modo tan descarado como se ha hecho en esta película, pero en modo alguno es lo que pretende este film y su lanzamiento.
Vayamos por partes (como diría Jack the ripper):
1.- El planteamiento inicial está lleno de tópicos (ahorrar para operarse las tetas, la invasión de las inmigrantes ilegales y su competencia con las nacionales, que Caye diga que lo suyo es algo temporal...) y lenguaje soez, aunque no puede negarse que está justificado si de lo que se trataba era de hacer un film realista y social (no sin cierta contradicción como cuando Caye al principio dice por teléfono que todo menos por el culo y, más adelante, cuando habla con Zule dice que por el culo lo menos posible), aunque me temo que quizá pretende más impactar a un público que posiblemente sabe poco del mundo de la prostitución en España.
2.- A partir de ahí nos encontramos con una construcción endeble en torno a la peluquería donde se reúnen las profesionales y la competencia justo al lado, en su propia plaza, verdadero mundo endogámico del que abusan las serie de televisión (en estas sucede por motivos económicos, pues los personajes no pueden ampliarse todos los días, de forma que se lían entre ellos, les sucede de todo dentro de un mundo pequeño, etc) pero que uno no se espera encontrar en el cine. Endogamia de la que la película no escapa en ningún momento, ¡pues a las protagonistas les pasa de todo! El barrio donde vive Caye no parece concordar con su estilo de prostitución y de vida, lo que tampoco sucede con su pírricas cifras de ahorro y de recontar el dinero (¿no hay bancos?), como tampoco concuerda con la presencia allí de una supuesta fulana de lujo (sobre la que luego volveré)
3.- Nos encontramos con un personaje central, Caye, en el que no se quiere profundizar en absoluto, pues ni se nos dicen sus motivos para dedicarse a su trabajo carnal, ni se explicita su situación social, familiar, de estudios y económica. Su familia aparece con su propia y absurda historia alrededor de la madre y el padre muerto y poco más.
Eso sí, Caye es una filósofa de la vida y nos larga unas peroratas bastante cursis que alguna vez remata con frases modernillas como “super buena” (o algo así)
Pero esa filosofía barata, más bien divagación literaria del guionista, no da pie para que en la escena en que le larga el primer monólogo a Zule, ésta llore emocionada con unas palabras que ¡sin duda el personaje no entendería!
4.- En cuanto a Zule, la caribeña, aparte de incluir tópicos como que tiene un hijo pequeño, lo de la “cama caliente” y lo del presunto policía que no solo se la folla gratis, sino que además le da manteca, es una pura contradicción:
Es otro topicazo su obsesión por los papeles cuando ha venido en avión (visado turístico al menos de tres meses), ha estado ya en un Club y concierta sus citas por teléfono..., pese a lo cual acude también al submundo no ya de la calle, sino de los descampados (trasunto esperpéntico de El Retiro en Madrid); descampados, donde, por cierto, solo vemos verdaderas modelos de pasarela con ropa provocativa o sin ropa (solo en alguna escena de día se ve alguna figurante gorda o fea...)
Ah! que no se me olvide la otra “guinda” de la herinómana que aparece por la peluquería y el bar como “un bicho raro”, pues de drogas en la peli nada de nada...
5.- Así las cosas, llegamos al primer tour de force del director con la escenita del restaurante, cuando un cliente de Caye la reconoce y no solo monta el número en el restaurante, sino que la persigue hasta el baño de mujeres para que allí se la chupe, haciendo uso de una buena cantidad de pasta, nada de violencia o amenazas de descubrir su identidad ¡y ella cede!
Y la cosa va a mayores: luego nos encontramos con la bella historia del partido con el ¡atleti!, con gol incluido, para que así el novio de Caye le eche el primer polvete (es que si no, esos pobre sufridores de “el pupas” no deben de animarse)
Pero sigamos con otras lindezas que aderezan el engendro, como la nueva escena alrededor de los ansiados papeles y su violento conseguidor (con cara de mosquita muerta y frenético bebedor de cubatas), la llamada a la policía por parte de una de las españolas para joder a las sudacas, el meter un cuchillo en la mochila no se sabe para que...; aunque son de escasa importancia, simplemente aliño.
6.- Ya más grave es que las dos colegas salgan a ligar a lo loco y decidan “ser princesas” tirándose a los dos primeros ligones de discoteca que se encuentran; lo cual no solo es ridículo, sino que olvida la realidad, pues las prostitutas, hartas de mal sexo, ansían por lo general tener un buen novio o similar (Caye incluso ya lo tiene y a Zule le gusta un chico que reparte metadona)
7.- El culebrón continúa con la historia de la nueva paliza a Zule, pues su “conseguidor” se cabrea y la cita por teléfono en un hotel (llevando, ¡como no! La misma cartera de documentos para que ella lo reconozca antes de poder verle, sin poder huir ni gritar ¡probrecita!) para darle su merecido...
Eso sí, del hotel ella sale echa un guiñapo y la tratan como a un perro, amenazándola incluso ¡cuando cualquier empleado de hotel habría llamado a la policía!, denunciaría a quien pagó la habitación, etc...
Pero hay más: ella acaba en el hospital y con pinta de ser por varios días... ¡Pero la policía nada de nada!, cuando si hay un parte de lesiones, bastante graves o al menos aparentemente graves, eso es algo inevitable Pero es que igual la peli no sucede en España,o mejor dicho, igual sucede en la España de Dan Brown.
Un tópico más alrededor de Zule (que se recupera en un vis veo) está en su ligue con el voluntario social y con su no disfrutar del sexo con él...
8.- Pero, ¡atención señores!, el momento culminante de la película es cuando precisamente un amigo del novio de Caye es quien la llama para contratarla junto con otro amigo (son dos, pero luego en el bar hay cinco y además se trata de la hora del café en la oficina) y, claro está, ella se topa de bruces con su novio, sin poder siquiera apagar su móvil cuando ve que el amigo la va a volver a llamar.
9.- ¿Y que me dicen del petit homenaje a Pret Woman cuando aparece la supuesta puta de lujo con dentro de una limusina mercedes con chofer? Y luego se lleva sus amigas a un paseo ¡incluso hasta el arrabal puteril! Peor no se pierdan Uds. que en la limusina aparecen ¡papeles confidenciales! Si esto no es de bochorno, nada puede serlo ya en nuestro abominable cine español con pretensiones (superan al más increíble Almodóvar, incluido el de su primera época)
10.- Como era de esperar, también aparece el tema del SIDA, tratado con la frivolidad o casi diría infantilismo que era de esperar. Sin poder escapar de la ya citada endogamia, es Zule la que acaba decidiéndose a hacerse unos análisis que dan positivo (cosa extraña pues de su bolso salen los preservativos en otras escenas como algo normal, pero ya he dicho que no hay un solo tema que sea tratado con una mínima reflexión y coherencia) Y la reacción de nuestra protagonista es citarse con su supuesto policía “conseguidor” de papeles, pero no para acuchillarlo en venganza (lo cual hubiera sido lo coherente con una anterior escena en que ella se guarda un cuchillo en el bolso) sino ¡para contagiarle el sida!
O alguien tiene una ignorancia supina sobre el sida o es que se la ha saldado algún tornillo. Y, debiendo contener las ganas enormes de salir corriendo de la sala, cabe preguntarse: ¿cómo se lo iba a contagiar de esa forma? o ¿por qué Zule no recibe su ración habitual de palos en esa ocasión?
11.- No me quiero detener en la ridículo patetismo de la escena en la cual Caye hace que su familia se entere de su profesión dejándole móvil en la mesa y pidiéndole a su madre que lo conteste, ya no tengo fuerzas.
12.- Finalmente la película nos deja la “guinda” de un mensaje profundo sobre la inmigración ilegal (¡que entren todos!) cuando Caye le dice a la policía del aeropuerto que Zule se marcha por su cuenta, que no la expulsan ellos. O sea, una sesuda reflexión sobre ese grave problema social.
Me despido reiterando mi indignación, pues lo peor no es que crea que la película es un “bodrio” (en el fondo, en todo arte, lo más importante es que le guste a los espectadores y ahí hay una libertad innegable) sino que lo peor de todo es la absoluta frivolidad con que trata el mundo de la prostitución en España. Gran oportunidad perdida ante un tema que exigiría información y reflexión seria (¡que no le dejen ver el film a Ken Loach, por favor!)
Peor igual tenemos suerte y todo y la película es finalmente nuestra representante para los Oscar.
Crítica personal.
Debo confesar que no me gusta ser crítico de cine (los únicos críticos soportables, siguiendo las palabras de Sábato, son únicamente los que han hecho cine de una manera u otra, como Garci) prefiero ser simplemente estudioso y aficionado, pero no podía dejar pasar esta ocasión sin expresar mi opinión sobre esta película.
Acudí a ver la película tras oír la recomendación del titular de una tienda especializada de Gijón, procurando dejar totalmente atrás los prejuicios derivados del horror que me produjo la anterior película del Director que había visto “Los lunes al sol” (un tostonazo intragable) y, sinceramente, iba con esperanzas de disfrutar de una buena película tras mi lectura de todo lo que sobre ella decían en FOTOGRAMAS.
El resultado no pudo estar más lejos de lo esperado, pocas veces me había sentido tan mal en una sala de cine, pese a que estuve con unos amigos que soltaron alguna broma para aliviar el ambiente. La experiencia fue tan desalentadora e indignante que salí del cine casi dando voces para dar rienda suelta a mi irritación.
Mi crítica de la película podría ser resumirla como pretenciosa, falsamente realista, llena de tópicos, absolutamente falta de construcción argumental y de sus personajes, pero lo peor de todo es que cae irremediablemente en la estafa al espectador, al que se le asalta con una retahíla de despropósitos injustificables, como si de una bochornosa serie de televisión se tratase (como son todas últimamente, salvo honrosas y escasas excepciones)
No voy a entrar en la corrección formal de fotografía y música, o en el trabajo de los actores, que me gustaron (buenos técnicos, actores y autores tenemos, afortunadamente), pero todo lo demás...
Si se hubiese tratado de hacer una comedia negra (aprovechando en que en nuestra querida España, si caes bien al mundillo pretendidamente progre del cine, se te permite todo con la excusa del humor, como sucede con Torrente y sus jeringuillas colgadas de los brazos, su machismo exultante, etc) quizá podrían haberse mentido al espectador de modo tan descarado como se ha hecho en esta película, pero en modo alguno es lo que pretende este film y su lanzamiento.
Vayamos por partes (como diría Jack the ripper):
1.- El planteamiento inicial está lleno de tópicos (ahorrar para operarse las tetas, la invasión de las inmigrantes ilegales y su competencia con las nacionales, que Caye diga que lo suyo es algo temporal...) y lenguaje soez, aunque no puede negarse que está justificado si de lo que se trataba era de hacer un film realista y social (no sin cierta contradicción como cuando Caye al principio dice por teléfono que todo menos por el culo y, más adelante, cuando habla con Zule dice que por el culo lo menos posible), aunque me temo que quizá pretende más impactar a un público que posiblemente sabe poco del mundo de la prostitución en España.
2.- A partir de ahí nos encontramos con una construcción endeble en torno a la peluquería donde se reúnen las profesionales y la competencia justo al lado, en su propia plaza, verdadero mundo endogámico del que abusan las serie de televisión (en estas sucede por motivos económicos, pues los personajes no pueden ampliarse todos los días, de forma que se lían entre ellos, les sucede de todo dentro de un mundo pequeño, etc) pero que uno no se espera encontrar en el cine. Endogamia de la que la película no escapa en ningún momento, ¡pues a las protagonistas les pasa de todo! El barrio donde vive Caye no parece concordar con su estilo de prostitución y de vida, lo que tampoco sucede con su pírricas cifras de ahorro y de recontar el dinero (¿no hay bancos?), como tampoco concuerda con la presencia allí de una supuesta fulana de lujo (sobre la que luego volveré)
3.- Nos encontramos con un personaje central, Caye, en el que no se quiere profundizar en absoluto, pues ni se nos dicen sus motivos para dedicarse a su trabajo carnal, ni se explicita su situación social, familiar, de estudios y económica. Su familia aparece con su propia y absurda historia alrededor de la madre y el padre muerto y poco más.
Eso sí, Caye es una filósofa de la vida y nos larga unas peroratas bastante cursis que alguna vez remata con frases modernillas como “super buena” (o algo así)
Pero esa filosofía barata, más bien divagación literaria del guionista, no da pie para que en la escena en que le larga el primer monólogo a Zule, ésta llore emocionada con unas palabras que ¡sin duda el personaje no entendería!
4.- En cuanto a Zule, la caribeña, aparte de incluir tópicos como que tiene un hijo pequeño, lo de la “cama caliente” y lo del presunto policía que no solo se la folla gratis, sino que además le da manteca, es una pura contradicción:
Es otro topicazo su obsesión por los papeles cuando ha venido en avión (visado turístico al menos de tres meses), ha estado ya en un Club y concierta sus citas por teléfono..., pese a lo cual acude también al submundo no ya de la calle, sino de los descampados (trasunto esperpéntico de El Retiro en Madrid); descampados, donde, por cierto, solo vemos verdaderas modelos de pasarela con ropa provocativa o sin ropa (solo en alguna escena de día se ve alguna figurante gorda o fea...)
Ah! que no se me olvide la otra “guinda” de la herinómana que aparece por la peluquería y el bar como “un bicho raro”, pues de drogas en la peli nada de nada...
5.- Así las cosas, llegamos al primer tour de force del director con la escenita del restaurante, cuando un cliente de Caye la reconoce y no solo monta el número en el restaurante, sino que la persigue hasta el baño de mujeres para que allí se la chupe, haciendo uso de una buena cantidad de pasta, nada de violencia o amenazas de descubrir su identidad ¡y ella cede!
Y la cosa va a mayores: luego nos encontramos con la bella historia del partido con el ¡atleti!, con gol incluido, para que así el novio de Caye le eche el primer polvete (es que si no, esos pobre sufridores de “el pupas” no deben de animarse)
Pero sigamos con otras lindezas que aderezan el engendro, como la nueva escena alrededor de los ansiados papeles y su violento conseguidor (con cara de mosquita muerta y frenético bebedor de cubatas), la llamada a la policía por parte de una de las españolas para joder a las sudacas, el meter un cuchillo en la mochila no se sabe para que...; aunque son de escasa importancia, simplemente aliño.
6.- Ya más grave es que las dos colegas salgan a ligar a lo loco y decidan “ser princesas” tirándose a los dos primeros ligones de discoteca que se encuentran; lo cual no solo es ridículo, sino que olvida la realidad, pues las prostitutas, hartas de mal sexo, ansían por lo general tener un buen novio o similar (Caye incluso ya lo tiene y a Zule le gusta un chico que reparte metadona)
7.- El culebrón continúa con la historia de la nueva paliza a Zule, pues su “conseguidor” se cabrea y la cita por teléfono en un hotel (llevando, ¡como no! La misma cartera de documentos para que ella lo reconozca antes de poder verle, sin poder huir ni gritar ¡probrecita!) para darle su merecido...
Eso sí, del hotel ella sale echa un guiñapo y la tratan como a un perro, amenazándola incluso ¡cuando cualquier empleado de hotel habría llamado a la policía!, denunciaría a quien pagó la habitación, etc...
Pero hay más: ella acaba en el hospital y con pinta de ser por varios días... ¡Pero la policía nada de nada!, cuando si hay un parte de lesiones, bastante graves o al menos aparentemente graves, eso es algo inevitable Pero es que igual la peli no sucede en España,o mejor dicho, igual sucede en la España de Dan Brown.
Un tópico más alrededor de Zule (que se recupera en un vis veo) está en su ligue con el voluntario social y con su no disfrutar del sexo con él...
8.- Pero, ¡atención señores!, el momento culminante de la película es cuando precisamente un amigo del novio de Caye es quien la llama para contratarla junto con otro amigo (son dos, pero luego en el bar hay cinco y además se trata de la hora del café en la oficina) y, claro está, ella se topa de bruces con su novio, sin poder siquiera apagar su móvil cuando ve que el amigo la va a volver a llamar.
9.- ¿Y que me dicen del petit homenaje a Pret Woman cuando aparece la supuesta puta de lujo con dentro de una limusina mercedes con chofer? Y luego se lleva sus amigas a un paseo ¡incluso hasta el arrabal puteril! Peor no se pierdan Uds. que en la limusina aparecen ¡papeles confidenciales! Si esto no es de bochorno, nada puede serlo ya en nuestro abominable cine español con pretensiones (superan al más increíble Almodóvar, incluido el de su primera época)
10.- Como era de esperar, también aparece el tema del SIDA, tratado con la frivolidad o casi diría infantilismo que era de esperar. Sin poder escapar de la ya citada endogamia, es Zule la que acaba decidiéndose a hacerse unos análisis que dan positivo (cosa extraña pues de su bolso salen los preservativos en otras escenas como algo normal, pero ya he dicho que no hay un solo tema que sea tratado con una mínima reflexión y coherencia) Y la reacción de nuestra protagonista es citarse con su supuesto policía “conseguidor” de papeles, pero no para acuchillarlo en venganza (lo cual hubiera sido lo coherente con una anterior escena en que ella se guarda un cuchillo en el bolso) sino ¡para contagiarle el sida!
O alguien tiene una ignorancia supina sobre el sida o es que se la ha saldado algún tornillo. Y, debiendo contener las ganas enormes de salir corriendo de la sala, cabe preguntarse: ¿cómo se lo iba a contagiar de esa forma? o ¿por qué Zule no recibe su ración habitual de palos en esa ocasión?
11.- No me quiero detener en la ridículo patetismo de la escena en la cual Caye hace que su familia se entere de su profesión dejándole móvil en la mesa y pidiéndole a su madre que lo conteste, ya no tengo fuerzas.
12.- Finalmente la película nos deja la “guinda” de un mensaje profundo sobre la inmigración ilegal (¡que entren todos!) cuando Caye le dice a la policía del aeropuerto que Zule se marcha por su cuenta, que no la expulsan ellos. O sea, una sesuda reflexión sobre ese grave problema social.
Me despido reiterando mi indignación, pues lo peor no es que crea que la película es un “bodrio” (en el fondo, en todo arte, lo más importante es que le guste a los espectadores y ahí hay una libertad innegable) sino que lo peor de todo es la absoluta frivolidad con que trata el mundo de la prostitución en España. Gran oportunidad perdida ante un tema que exigiría información y reflexión seria (¡que no le dejen ver el film a Ken Loach, por favor!)
Peor igual tenemos suerte y todo y la película es finalmente nuestra representante para los Oscar.
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