Vamos a ver, amigo Blinblin, al César lo que es del César. Todo el mundo sabe que el surf es un deporte, pero muy poca gente en España sabe algo más, y me parece de lo más razonable. Es muy lógico que nadie sepa quién es el mejor surfista de la historia, como tampoco sabrán que "el Capi", uno de nuestros campeones de España de surf es también calvo (oh, paradoja). Y la razón es que el surf no está tan extendido como otros deportes por la simple razón de que nuestras costas no disponen de olas propias para el surf.
El surf en España es bastante joven, y fuera de zonas concretas de la cornisa cantábrica hay gente que no ha visto un surfista más que en la tele. A lo máximo que llegan es al windsurf en Tarifa, pero no le pidas a un toledano que reconozca a Slater en una foto. Para eso hay que estar metido en el ajo. Y por la misma razón, no le puedes pedir a la gente que no asocie el surf a furgonetas mugrientas, rastas y chavalitos soplapollas 2.0, porque el desconocimiento de algo tan poco extendido les impide que conozcan la realidad. Los que surfeamos lo hacemos sin artificio y sin ruido, y nos la trae al pairo todo ese halo de apariencia más propia de Hollywood que de la realidad.
Lo mismo pasó hace décadas con otros deportes como el ciclismo. Hasta que no llegó Indurain y se hartaron a vender bicicletas, poca gente sabía reconocer a algún ciclista español que no fuera Perico Delgado. Bahamonde tardó en ser rescatado de la memoria, y aún así con olor a rancio. Y no te digo ya el automovilismo, deporte que veían cuatro pringados pero que de repente arrastró masas con el asturianín ganando un título mundial. La gente reconoce a Fernando Alonso, pero no será porque tengan un fórmula uno aparcado en el garaje y practiquen el punta-talón cada fin de semana.