La proliferación de nuevas tecnologías, como teléfonos móviles con cámara de fotos o de vídeo, o las que se instalan en bancos y lugares públicos han abierto un nuevo debate social. Se trata de delimitar y proteger uno de los derechos mas demandados por los ciudadanos: el derecho a la intimidad y a la propia imagen.
Agresiones grabadas por una cámara de seguridad de un banco, un atraco a una joyería o una simple grabación en el móvil. Son imágenes que en ocasiones, posteriormente se difunden y que pueden atentar contra la intimidad de los protagonistas. La Ley permite que se utilicen como pruebas para un juicio, si bien hay que ser muy cautos a la hora de su emisión o de ser enviadas a otros móviles.
Una reciente sentencia dio la razón a unos recién casados que fueron fotografiada sin su permiso para ilustrar una revista. En el metro de Nueva York una foto realizada a un exhibicionista fue difundida. Más tarde se condenó a la joven que exhibió al exhibido.
El nacimiento de Internet ha provocado también la circulación de imágenes que pueden contra nuestra intimidad. Para cazar a quien difunde nuestra imagen es más sencillo de lo que podamos creer. Por Internet hay que acudir a un registrador de dominio.
La ley protege más de lo que creemos nuestra intimidad, si bien, en muchos casos los ciudadanos de a pié no sabemos todas sus posibilidades.