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- 22 Feb 2009
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Cuando era pequeño mi madre me pegaba todos los días, siempre en el mismo sitio: en el sótano. Allí había una muñeca de porcelana que había sido de su abuela, mi madre sentía por ella un gran afecto. Una muñeca muy fea, con el pelo muy largo y los ojos inexpresivos. Mientras mi madre me pegaba yo siempre le pedía ayuda a la muñeca, pero ella simplemente permanecía observándome con sus ojos vacíos. Parecía que se estuviera riendo. Ese sótano estaba lleno de retratos de mi madre, miraras adonde miraras veías el rostro de mi madre por todas partes, sólo de mi madre... era como si me vigilara desde todos los rincones.
Aquél día, cuando quise recuperar el control, ya estaba corriendo escaleras arriba con el martillo en mi mano.
Aquél día, cuando quise recuperar el control, ya estaba corriendo escaleras arriba con el martillo en mi mano.
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