Yes we jarl rebuznó:
Tener buena conversación, para ellas, es demostrar, sin ofenderlas, que son idiotas. Si además puedes hacerlo con cierta gracia, tendrás buena conversación y sentido del humor.
Es, sin duda, la forma de cortejo innata en los hombres, puesto que si observas el comportamiento en niños, verás como -y es casi hasta un cliché televisivo- se las hace pasar putas a la niña de sus amores; De ahí el "los que se pelean se desean". Esto va evolucionando con la edad y en cierto momento, se convierte justo en eso que comentas.
Tampoco es algo universal, hay cierto perfil de tías de muy mal carácter -o carácter masculino-, que los jueguecitos de picar, los cortan con un gruñido seco y sordo, incluso de adolescentes, con una buena hostia. Y tampoco es tan efectivo con chonis, supongo que ellos, tendrán su propia versión del jueguecito.
Pero por lo general, desmontarle la confianza que tienen en su intelecto, provoca una desubicación en ellas, que piensan sólo pueden remediar contigo. Necesitan "ganarte", para recuperar de nuevo su confianza. Es como si te convirtieses en las bragas que les cubren sus vergüenzas. Te necesitan para volver a sentirse seguras. Es como ha dicho alguien, sacarlas de su zona de confort. Sobre todo, tiene su punto álgido y orgásmico, cuando se lo haces a la "líder" del grupo. Esa que cree que por decreto sólo vas a asentir, reir y aplaudir lo que diga. Esa que de repente, se siente un poco cuestionada, delante de sus esbirras.
Mostrarte seguro e indiferente a sus ataques -que pueden llegar incluso un mes después
-, es algo que provoca que puedas escuchar la cascada de flujos vaginales desde tu casa, cuando ya ríes cual villano acariciando a tu gato.
Luego, darles algún apoyo inesperado, cuando están en una conversación/debate en la que tú eres ajeno, les hace ver que tú estás por encima de esas niñerías de piques, que no es nada personal contra ellas... Se relajan y se abren.
Además, durante todo este juego, ellas se sienten escuchadas, puesto que todo este juego, si sabes llevarlo, es como un buen combo.
Lo que más chana -sí, pretendo recuperar esta palabra- es desplumar a las tontitas pseudointelectuales que pretenden dárselas de artistas y que suelen provocar ellas todos los piques -tan convencidas están de su superioridad intelectual, frente a la masa borreguil de hombres fucboleros- con chorradas como "¿Esa película habéis visto? Vaya mierda de películas de tíos cachas y disparos... Películas para bobos, bla bla bla, a vosotros si os ponen algo de argumento os perdéis"... Y es cuando tú usas contra ella su afición por las películas de Mario Casas... Luego mencionas cuatro nombres de directores leídos en putalocura (Turba no cuenta) y el jaque mate está hecho. Esa tía te odiará (deseará con todo el poder de su coño) para siempre. Además, también te ganas a las amigas que están hasta los cojones de las ínfulas de la gilipollas de turno.
La mierda, es que estos súperpowers no los pueda utilizar con las mujeres que a mí me gustan, porque con ellas me vuelvo lento y torpe.