Beirut
Forero del todo a cien
- Registro
- 12 Ago 2008
- Mensajes
- 183
- Reacciones
- 217
Me ha venido hoy a la cabeza una historia de cuando era niño y os la voy a soltar aquí porque le veo ahora todo el sentido del mundo.
Yo de crío era muy rápido, aún hoy tengo buenas piernas, pero de chaval era una bala. Pero en mi colegío había otro niño, que se llamaba Martín que era ya otra cosa. Este chaval iba a atletismo, era mas largo, piernas largas y muy delgado. Me contó que su profe le dijo que tenía cualidades. Este Martín tenía una zancada que era una cosa ya entrenada, una jodida gacela. Me ganaba siempre.
Vale, en esto que un día hicieron en el colegio una competición, un Domingo que hasta vinieron niños y padres de otros colegios, y allá vamos a darlo todo, sobre todo Martín. Montaron así un circuito y unos carriles así en plan olimpiadas pero en cutre, con unas cuerdas y tal. Había unos altavoces y un micro, era como Campeones, la hostia.
Vale, hacemos ahí los “Cien metros lisos” (que no eran cien metros era lo que daba el patio pero nosotros nos creíamos en las olimpiadas). Salimos y, no exagero, pero Martín nos saca a todos diez metros. Y luego otra ronda y luego otra prueba y luego salto de longitud. Y el Martín petándolo, ganando todo.
En esto que, las mamis empiezan a hacer así un grupito. Algún niño llora, algún niño señala con el dedo… Las mamis parlotean todas. Vemos a algún profe ir para allí y hablar con ellas.
Pasa un rato y nos enteramos de que Martín no puede participar en la última carrera, las mas importante. Jiji… jaja… corremos la carrera, gana otro niño, jiji… jaja…
Al niño que gana la última carrera se le acerca el tipo del micro y le dejan hablar por megafonía, que para cualquiera será una chorrada pero para un crio en esas edades es como la hostia. Luego ya, como colofón, algún niño mierda justifica lo de Martín diciendo que hizo trampas y rollos así.
Horas después veo a Martín llorando sentado entre los coches del parking. Su padre rojo como un tomate echando un pitillo mirando al horizonte. Evidentemente jodido porque lo han quitado de en medio.
Éramos críos y no nos dimos cuenta de la movida en el momento, fué hablando luego entre todos como fuimos juntando los trozos del puzzle. La conclusión era lógica: Las madres, celosas del niño que lo ganaba todo, fueron a tirarle de la manga a los organizadores para quitar al chaval de en medio porque era mas “justo” que algún otro niño ganase algo.
Y esto es LA VIDA, es esta mierda y hoy la veo en todas partes. Veo una cultura de mierda en donde los frustrados y los mediocres hacen piña para coger al que brilla y joder la excelencia. Veo madres primarias y falsas cargando a los Martínes de la vida con mochilas de 40 kilos y los tobillos atados no vaya a ser que su niño no vuelva a casa sin una medalla de oro.
Hoy no interesa que gane el mejor, el que tiene cualidades y le han tocado buenas cartas en la vida para ser el mejor, hoy interesa la narrativa chupi en la que el mediocre gana ayudado por una caterva de mierdas que van a retorcer las reglas, el contexto y la puta realidad para salirse con su victoria artificial, no importa a quien estrellen por el camino.
Yo no se si Martín, después de aquella valiosa lección vital siguió corriendo. Espero que si. A lo mejor le dió por hacerse abogado con tal de no verse pisoteado otra vez por una pandilla de marujas. Le veo todo el sentido del mundo.
Yo de crío era muy rápido, aún hoy tengo buenas piernas, pero de chaval era una bala. Pero en mi colegío había otro niño, que se llamaba Martín que era ya otra cosa. Este chaval iba a atletismo, era mas largo, piernas largas y muy delgado. Me contó que su profe le dijo que tenía cualidades. Este Martín tenía una zancada que era una cosa ya entrenada, una jodida gacela. Me ganaba siempre.
Vale, en esto que un día hicieron en el colegio una competición, un Domingo que hasta vinieron niños y padres de otros colegios, y allá vamos a darlo todo, sobre todo Martín. Montaron así un circuito y unos carriles así en plan olimpiadas pero en cutre, con unas cuerdas y tal. Había unos altavoces y un micro, era como Campeones, la hostia.
Vale, hacemos ahí los “Cien metros lisos” (que no eran cien metros era lo que daba el patio pero nosotros nos creíamos en las olimpiadas). Salimos y, no exagero, pero Martín nos saca a todos diez metros. Y luego otra ronda y luego otra prueba y luego salto de longitud. Y el Martín petándolo, ganando todo.

En esto que, las mamis empiezan a hacer así un grupito. Algún niño llora, algún niño señala con el dedo… Las mamis parlotean todas. Vemos a algún profe ir para allí y hablar con ellas.
Pasa un rato y nos enteramos de que Martín no puede participar en la última carrera, las mas importante. Jiji… jaja… corremos la carrera, gana otro niño, jiji… jaja…
Al niño que gana la última carrera se le acerca el tipo del micro y le dejan hablar por megafonía, que para cualquiera será una chorrada pero para un crio en esas edades es como la hostia. Luego ya, como colofón, algún niño mierda justifica lo de Martín diciendo que hizo trampas y rollos así.
Horas después veo a Martín llorando sentado entre los coches del parking. Su padre rojo como un tomate echando un pitillo mirando al horizonte. Evidentemente jodido porque lo han quitado de en medio.
Éramos críos y no nos dimos cuenta de la movida en el momento, fué hablando luego entre todos como fuimos juntando los trozos del puzzle. La conclusión era lógica: Las madres, celosas del niño que lo ganaba todo, fueron a tirarle de la manga a los organizadores para quitar al chaval de en medio porque era mas “justo” que algún otro niño ganase algo.

Y esto es LA VIDA, es esta mierda y hoy la veo en todas partes. Veo una cultura de mierda en donde los frustrados y los mediocres hacen piña para coger al que brilla y joder la excelencia. Veo madres primarias y falsas cargando a los Martínes de la vida con mochilas de 40 kilos y los tobillos atados no vaya a ser que su niño no vuelva a casa sin una medalla de oro.
Hoy no interesa que gane el mejor, el que tiene cualidades y le han tocado buenas cartas en la vida para ser el mejor, hoy interesa la narrativa chupi en la que el mediocre gana ayudado por una caterva de mierdas que van a retorcer las reglas, el contexto y la puta realidad para salirse con su victoria artificial, no importa a quien estrellen por el camino.
Yo no se si Martín, después de aquella valiosa lección vital siguió corriendo. Espero que si. A lo mejor le dió por hacerse abogado con tal de no verse pisoteado otra vez por una pandilla de marujas. Le veo todo el sentido del mundo.