Pilaf el malote
Asiduo
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Aún recuerdo aquel día de reyes que marcó mi infancia a fuego, por no decir a semen. Salí con mi cuadrilla (yo y otros tres niñatos igual de desarrapados) para ver la cabalgata, que eran básica y sencillamente cuatro o cinco tractores tirando de carros tuneados, revestidos o travestidos para la ocasión con temática de los tres reyes magos. Uno de mis esbirros se dio cuenta de que en una de las carrozas había un Baltasar que era negro de verdad; un africano, subsahariano, negroide, o como queráis llamarlo (a mí me gusta el término ébano, seguramente influenciado por la pornografía anglosajona y su sección ebony). Yo nunca había visto a un negro de verdad en la vida real, sólo en la tele (El equipo A, sí, friki subnormal), así que le dije a los otros niños que mantuvieran los ojos pegados en Baltasar hasta que acabara el espectáculo para verlo de cerca y eso fue lo que hicimos, esperamos a que terminara la cabalgata riéndonos de las viejas que acabaron con los ojos hinchados por los caramelazos, y cuando el negro saltó del tractor nos acercamos a él para tocarlo y nos dimos cuenta de que no era un negro sino una negra y que además tenía el culo grande y hermoso así que la violamos entre los cuatro y yo me corrí en su pelo. Cosas de niños.
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