dAN1
Clásico
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- 8 Nov 2004
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Ella estaba en la lejanía. Altiva como siempre. Aún y así, era capaz de percibir una esencia embriagadora. No se como describirla. Una mezcla de ese olor dulce de una nube de azucar mezclada con vapores etílicos. Todo estaba difuminado en ese local de mala muerte. Una mirada fué suficiente para observar cierta peculiaridades de la situación: su amiga la puta, la borracha, la pivot y la murciélago. Estaban todas. No faltaba nadie.
Enfrente suya únicamente estabamos mi amigo Smirnoff con Red Bull y yo. Tuve una decisión dificil: pasar la noche con ella o despertarme con una resaca de las que hacen historia. En ese momento la decisión parecía fácil. Fijé mi mirada sobre esos ojos verdes, profundos, hermosos. Vi que ella había marcado su mirada sobre la mía. Con un gesto altivo, me invitó a acercarme, y manejado por los hilos que sostenían tanto mi mente de arriba como la de abajo, me dispuse aproximé.
Allí estaba, delante suya. Intercambiamos unas palabras. No se realmente que dijo. Únicamente estaba allí por una cosa: sexo. Sus palabras eran tan vacías como la atención que le estaba poniendo. De vez en cuando sonreía y pensaba en el tiempo. Viendo como Cronos, inexorable como siempre, acechaba mi persona antes de poder llevarla a mi humilde morada. Finalmente todo pareció solucionarse, quizás ayudada por sus amigas o quizás ayudada por los licores que había ingerido hasta el momento.
Pero en un momento todo se vino abajo. Mi atención parecía desvanecerse y su conversación se volvió monótona. De todas su palabras era capaz de ver lo triste que era. Yo solo quería darme un regalo y satisfacer mi instinto animal con esa hembra. Ni más ni menos. Me di cuenta que su voz le temblaba, y no era por falta de decisión. Demasiado borracha. Demasiado inconsciente para poder saciar mi necesidad. No sería la primera con la que hubiera pasado una noche de ese modo, pero no está a la altura.
Miro con gesto de decepción a la joven de ojos verdes, y me propone ir a su casa. No quiero su triste cama para pasar la noche. Esa por la que ha pasado todo el barrio. Eres una puta. No te lo voy a decir. Me basta tu mirada de pena porque no soy el único que hoy te ha rechazado. Crees que eres capaz de dominarlo todo. Y no eres más que una simple marioneta a merced de aquel que está demasiado ebrio para no ver tu mezquindad y tu falta de coordinación.
En verdad ella aglutinaba todo lo peor de todas sus amigas (la puta, la borracha, la pivot y la murciélago). Que te den por el culo, y si algún día cambias, me llamas.
Enfrente suya únicamente estabamos mi amigo Smirnoff con Red Bull y yo. Tuve una decisión dificil: pasar la noche con ella o despertarme con una resaca de las que hacen historia. En ese momento la decisión parecía fácil. Fijé mi mirada sobre esos ojos verdes, profundos, hermosos. Vi que ella había marcado su mirada sobre la mía. Con un gesto altivo, me invitó a acercarme, y manejado por los hilos que sostenían tanto mi mente de arriba como la de abajo, me dispuse aproximé.
Allí estaba, delante suya. Intercambiamos unas palabras. No se realmente que dijo. Únicamente estaba allí por una cosa: sexo. Sus palabras eran tan vacías como la atención que le estaba poniendo. De vez en cuando sonreía y pensaba en el tiempo. Viendo como Cronos, inexorable como siempre, acechaba mi persona antes de poder llevarla a mi humilde morada. Finalmente todo pareció solucionarse, quizás ayudada por sus amigas o quizás ayudada por los licores que había ingerido hasta el momento.
Pero en un momento todo se vino abajo. Mi atención parecía desvanecerse y su conversación se volvió monótona. De todas su palabras era capaz de ver lo triste que era. Yo solo quería darme un regalo y satisfacer mi instinto animal con esa hembra. Ni más ni menos. Me di cuenta que su voz le temblaba, y no era por falta de decisión. Demasiado borracha. Demasiado inconsciente para poder saciar mi necesidad. No sería la primera con la que hubiera pasado una noche de ese modo, pero no está a la altura.
Miro con gesto de decepción a la joven de ojos verdes, y me propone ir a su casa. No quiero su triste cama para pasar la noche. Esa por la que ha pasado todo el barrio. Eres una puta. No te lo voy a decir. Me basta tu mirada de pena porque no soy el único que hoy te ha rechazado. Crees que eres capaz de dominarlo todo. Y no eres más que una simple marioneta a merced de aquel que está demasiado ebrio para no ver tu mezquindad y tu falta de coordinación.
En verdad ella aglutinaba todo lo peor de todas sus amigas (la puta, la borracha, la pivot y la murciélago). Que te den por el culo, y si algún día cambias, me llamas.