James Moriarty
Freak
- Registro
- 26 Abr 2004
- Mensajes
- 9.105
- Reacciones
- 3.380
Durante toda nuestra vida acumulamos cientos de artículos de consumo; ropa, aparatos tecnológicos, vehículos, libros, discos y demás objetos variopintos que vamos guardando y conservando a lo largo de los años. Algunos siguen siendo útiles para el dia a dia corriente y de esta forma cumplen su función principal, facilitándonos la vida o simplemente aplacando nuestra necesidad consumista.
Pero otros, los guardamos como recuerdo de otros tiempos pretéritos quizá mejores o al menos más felizmente recordados. Supongo que casi todos, como cualquier ciudadano Kane, guardamos esos objetos que sin tener apenas ningún valor económico, representan algo que nos sigue evocando algún recuerdo feliz o vivencia pasada, o nos recuerda a alguien que por desgracia ya no se encuentra con nosotros.
Al igual que Welles quiso terminar la película con la muerte de su personaje pronunciando una sola palabra "Rosebud" (recordando como llamaba el Sr Hearst a la vagina de su querida esposa) creo que al llegar tu última hora, te aferras a esos recuerdos de personas u objetos que nos retraen a nuestra niñez y que seguramente se conservan felices, gracias a la acertada capacidad de nuestra memoria para guardar solamente los recuerdos positivos.
En mi caso son dos pequeños objetos; una vieja navaja desafilada con cachas de falsa madera, que me regaló mi abuelo materno. Con él viví toda mi niñez; fue mi abuelo el que nos sacaba de casa para que mi madre pudiera respirar un rato del trajín de criar tres crios a la vez, con solamente una diferencia de un año por crio. Recuerdo que nos llevaba a una alameda enorme, donde con una cuerda que convenientemente traia desde casa y una vara de aquellos arboles, nos montaba unos arcos rudimentarios con los que martirizar a la flora y fauna que habitaba aquella porción de bosque urbano. Recuerdo que con aquella navaja recortaba de la madera blanda de álamo, dos pequeños surcos para anudar la cuerda que sirviese como tensor.
El otro objeto es un tebeo firmado por Ibañez; lo guardo como oro en paño en un lugar especial de la biblioteca. Es curioso encontrarlo embutido entre tanto libraco con miles de páginas de temas diversos, llenos de información sobre enfermedades y muerte. Mi hermano me lo consiguió en una de las ferias de libro y de esto hará unos 35 años.
Pero otros, los guardamos como recuerdo de otros tiempos pretéritos quizá mejores o al menos más felizmente recordados. Supongo que casi todos, como cualquier ciudadano Kane, guardamos esos objetos que sin tener apenas ningún valor económico, representan algo que nos sigue evocando algún recuerdo feliz o vivencia pasada, o nos recuerda a alguien que por desgracia ya no se encuentra con nosotros.
Al igual que Welles quiso terminar la película con la muerte de su personaje pronunciando una sola palabra "Rosebud" (recordando como llamaba el Sr Hearst a la vagina de su querida esposa) creo que al llegar tu última hora, te aferras a esos recuerdos de personas u objetos que nos retraen a nuestra niñez y que seguramente se conservan felices, gracias a la acertada capacidad de nuestra memoria para guardar solamente los recuerdos positivos.
En mi caso son dos pequeños objetos; una vieja navaja desafilada con cachas de falsa madera, que me regaló mi abuelo materno. Con él viví toda mi niñez; fue mi abuelo el que nos sacaba de casa para que mi madre pudiera respirar un rato del trajín de criar tres crios a la vez, con solamente una diferencia de un año por crio. Recuerdo que nos llevaba a una alameda enorme, donde con una cuerda que convenientemente traia desde casa y una vara de aquellos arboles, nos montaba unos arcos rudimentarios con los que martirizar a la flora y fauna que habitaba aquella porción de bosque urbano. Recuerdo que con aquella navaja recortaba de la madera blanda de álamo, dos pequeños surcos para anudar la cuerda que sirviese como tensor.
El otro objeto es un tebeo firmado por Ibañez; lo guardo como oro en paño en un lugar especial de la biblioteca. Es curioso encontrarlo embutido entre tanto libraco con miles de páginas de temas diversos, llenos de información sobre enfermedades y muerte. Mi hermano me lo consiguió en una de las ferias de libro y de esto hará unos 35 años.
Última edición: