Bueno, ya está hecho, ya le di mi opinión. He de decir que fue mejor de lo esperado y, para que me sigáis, os pongo en situación.
Nos dio el documento hace cosa de mes y poco, bastante ilusionado y un poco a traición. Yo estaba liado ese día y había quedado con mi pareja para tomar algo en un bar y ahorrarnos tener que hacer la cena. Como yo salí antes, me puse a corregir unos artículos que tenía que entregar en breve mientras ella llegaba del trabajo. Ahí que estaba pasando a limpio con el ordenador las anotaciones que tenía hechas cuando apareció mi chica con el amigo al lado: ¡sorpresa!
Los dejé un poco a ellos conversando en otra mesa mientras terminaba dos o tres tonterías que me quedaban y me acerqué cuando terminé, así que pillé la conversación a medias, pero no dejó de llamarme la atención el montón del folios mal grapados que sostenía la Vegui. Mira, Spawner, ha escrito su primera novela y nos la da para que la leamos y le demos opinión. Leamos y demos, pensé, ya me ha tocado pringar sin poder decir nada.
- Qué bien, qué interesante, no sabía que tenías vena escritora -dije yo.
- Bueno, es lo primero que escribo, a decir verdad.
- Entonces no seremos muy duros, pecará de lo que pecan todos los escritos de autores nóveles...
- No, no. Sé crítico, si no he escrito antes nada es porque llevo mucho tiempo pensando sobre qué escribir. Escribir es un arte y como tal quiero considerar esta actividad. Sentía que tenía dentro de mí cosas que poder contar a los demás y quería hacerlo. Para contar lo que ya hayan contado antes otras personas no hago nada. Tengo que aportar algo con lo que escribo.
Yo me quedé un poco con el culo torcido porque si bien me parece adecuado ser exigente con todo lo que uno hace, me parecía algo soberbio el objetivo marcado, máxime cuando el susodicho reconocía no haber escrito nada en décadas. Le intenté hacer ver que era difícil que la primera novela fuera algo destacable, que normalmente se tratan de ensayos y experimientos para autoconocerse y crear una propia técnica narrativa y encontrar las virtudes que uno tiene y, sobre todo, los defectos. También intenté hacerle ver que casi todas las historias ya están contadas, al menos la esencia, la trama, y que sólo se distinguen en la forma y no tanto en el fondo. Y le puse mil y un ejemplos que así lo atestiguan. Le hablé del Héroe de las Mil Caras como obra referencial a ese respecto, aunque se trate de un análisis de mitos. Le hice comparaciones exageradas: Superman y Jesucristo, 12 en el Patíbulo y Armaggedon... Pero él, erre que erre, que su historia debería ser en fondo y forma algo que nunca nadie jamás hubiera contado.
Yo recalqué que eso era poner el listón muy alto, altísimo, que, de hecho, casi todos los autores sólo tenían 4 ó 5 obras verdaderamente memorables por más que hubieran escrito centenares de novelas, al igual que un futbolista, pese a llevar 20 años de carrera, normalmente sólo tiene 6 ó 7 buenos, buenos. Pero no cedía; arte y creación, inspiración y originalidad sus memes y no los soltaba ni a la de tres.
Por supuesto, omití que, como cualquier lector profuso, algo he intento escribir de cuando en cuando y he podido constatar que, como dice Gregory, es una actividad realmente compleja y que puede sacar a uno de sus casillas, pues es necesario tener un talento que, si bien puede pulirse con la práctica, en su mayor parte tiene carácter innato.
La conversación siguió por otros derroteros y nos fuimos mi pareja y yo para casa. Por el camino ella me contaba que se le veía muy ilusionado y que le alegraba verlo así. Yo, de manera tímida, le hice ver que quizá hubiera sido más prudente haber sido un poco menos pomposo al contárnoslo y, sobre todo algo más humilde, pues ya no podría leerlo como una primera tentativa de narrativa sino como algo que debería responder a los objetivos que el autor se había marcado y éstos era, desde luego, desproporcionados.
Después de eso lo leyo mí pareja, a la semana o así, y me dijo que le había decepcionado profundamente y que le parecía un texto poco inspirado, inmaduro incluso. Yo lo leí después y, si bien no me pareció terrible, sí insustancial y que, desde luego, no alcanzaba ni de lejos las cotas que se había marcado.
Alguna vez hablamos la Vegui y yo para ver qué podíamos sacar de bueno de ese texto para poder comentárselo. Y en eso que hemos estado hasta este medio día que hemos almorzado juntos.