A ver, en mi caso:
- He tenido desde muy joven muy claro el aspecto de crítica social, los tormentos que pueden ir ligados a la pareja, etc, porque LO VEÍA EN CASA A CADA INSTANTE. Eso me hizo ser muy reflexivo y ver muy claros los inconvenientes, pero también alejarme asustado y no intentar formar pareja en mi edad más temprada. Es decir, nadie tiene que contarme nada sobre los problemas en forma de matrimonios fracasados, crisis de parejas, uso de los hijos como arma arrojadiza, líos jurídicos, lucha por el dinero en un divorcio, etc. Eso me lo conozco. Por desgracia, habiéndolo vivido como víctima, y siendo de corazón bueno, me asusta la posibilidad de acabar siendo usado. Cuando veemos una película podemos tender a creernos el héroe, pero en la mayoría de los casos en la vida estamos desempeñando cualquiera de los otros papeles.
- Sin embargo, a pesar de haber tenido posteriormente alguna temporada de vividor (hasta putero he sido, válgame Dios), en la que intentaba recuperar lo que sentía como tiempo perdido, el modelo de juerguista nocturno no va conmigo, de modo que nunca he podido ni podré encontrar consuelo en el picar flores, en el estar en la barra de un bar, ni en nada parecido. Mi soledad, en la medida en que haya podido ser fructífera, es más una soledad de lectura y silencio, de ver películas y aficiones semejantes. Puede ser placentera y es, sin duda, preferible al infierno de estar con alguien con quien no quieres estar, pero en este momento de mi vida me asusta el poderme quedar empantanado en esos consuelos algo decadentes pudiendo estar con una persona adecuada.
- Es decir, soy una persona hogareña, en principio fiel, amante de la tranquilidad, de la conversación, con ganas de educar a los hijos, etc, pero que, por mil circunstancias externas que, sólo en una segunda fase cronológica me son imputables a mí, se ha visto, digamos, expelido o expulsado a un mundo de inseguridad, inestabilidad, sobre el que apenas cabe construir nada firme del modo en que uno siempre ha querido. Y que nadie me diga que es el precio de hacerse adulto, porque no es de ese vértigo de lo que estoy hablando.
Es todo este fondo de desajuste y contradicción, de paso cambiado, lo que siembra mis dudas. No sobre si podría ser un buen padre, que ahí no tengo ninguna, sino sobre si se darán las circunstancias adecuadas para ello.