Elmer Batters
Veterano
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- 16 May 2009
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-Por mí, reverendísima madre, puede usted seguir con la pera, que todos sabemos lo que es una necesidad, y yo sé que usted se hace cargo de tal extremo. Haga usted de mi pijo catarata prodigiosa y fluyente, y no ponga asunto al bullicio que arman éstos veraneantes, que estamos a finales de agosto y los pobres ya no saben hacia dónde tirar.
Y qué jodía evangelista, cómo sabe hacer el bien y sin mirar a quién. ¡Ay! ¡Oh! Siga usted pelándomela con ímpetu y sabiduría, que el todopoderoso sabrá agradecerle éste movimiento de vaivén vertiginoso y salutífero con el que me obsequia, y encomiéndese a Él para que le conserve la disposición, la maña y las buenas inclinaciones. Amén. Viva España. ¡Ya me viene!
-¡Qué bestia!
-Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh.
-Mmmm.
-Ay, señor. Vaya par de locos. En la guantera encontrará usted una caja con kleenex. Úselos, que para eso están, y que no quede huella de ésta ignominia, aunque el asunto puede ser duro. ¡como que no me la cascaba desde la otra semana! Y no se me restriegue usted tanto contra el pecho, que se va a poner perdida. Con el pijo fláccido no proceden los arrumacos ni los excesos de confianza. ¿Estamos? Espero no tener que repetirlo.
-Vale, cariñín.
Toc, toc.
-Eh? ¡Quién es el hijo de put...!
-Buenas tardes, caballero.
-Buenas tardes.
-Por lo menos váyanse ustedes a otro sitio. Ya nos han llamado dos personas.
-Sí señor.
-Espero no tener que volver a discutir con usted sobre este asunto. ¿Comprendido?
-Sí, sí señor. Usted disculpe.
-¿Lleva la documentación del vehículo?
-Sí.
-¿Su domicilio es el que figura aquí?
-Sí señor.
-Hágame el favor de retirar de aquí el vehículo.
-Enseguida.
Y qué jodía evangelista, cómo sabe hacer el bien y sin mirar a quién. ¡Ay! ¡Oh! Siga usted pelándomela con ímpetu y sabiduría, que el todopoderoso sabrá agradecerle éste movimiento de vaivén vertiginoso y salutífero con el que me obsequia, y encomiéndese a Él para que le conserve la disposición, la maña y las buenas inclinaciones. Amén. Viva España. ¡Ya me viene!
-¡Qué bestia!
-Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh.
-Mmmm.
-Ay, señor. Vaya par de locos. En la guantera encontrará usted una caja con kleenex. Úselos, que para eso están, y que no quede huella de ésta ignominia, aunque el asunto puede ser duro. ¡como que no me la cascaba desde la otra semana! Y no se me restriegue usted tanto contra el pecho, que se va a poner perdida. Con el pijo fláccido no proceden los arrumacos ni los excesos de confianza. ¿Estamos? Espero no tener que repetirlo.
-Vale, cariñín.
Toc, toc.
-Eh? ¡Quién es el hijo de put...!
-Buenas tardes, caballero.
-Buenas tardes.
-Por lo menos váyanse ustedes a otro sitio. Ya nos han llamado dos personas.
-Sí señor.
-Espero no tener que volver a discutir con usted sobre este asunto. ¿Comprendido?
-Sí, sí señor. Usted disculpe.
-¿Lleva la documentación del vehículo?
-Sí.
-¿Su domicilio es el que figura aquí?
-Sí señor.
-Hágame el favor de retirar de aquí el vehículo.
-Enseguida.