Las tareas de Lee en el Bullpen eran más de edición -regatear los sueldos de los freelancers como Barry Smith, que el pobre dibujaba los originales de Conan the Barbarian sentado en un parque en Londres- y perfilar las ideas de otros; además de pensar nombres y apellidos que empezasen por la misma letra -para que los memorizase más fácilmente el subconsciente de indefensos infantes que leían comics del ramo en los 60- y añadir algo de romance, triángulos amorosos, y ya en plena década de los 70 añadir algo de crítica social: drogas, políticos corruptos ala Watergate etc.
Esto no es quitarle mérito a The Man, al contrario. Muchas de sus ideas fueron decisivas para que Marvel despuntase sobre DC -y sobre otras pequeñas editoriales como Charlton- y para reinventar el género, como ocurrió con Spiderman o los 4F: en el primer caso, arquetipo de sidekick adolescente protagonista de su propia serie y cuyos problemas personales y amoríos eran casi más importantes que sus peleas con villanos, e incluso se solapaban; o en los 4F, donde se inauguró el concepto de Supergrupo que era una familia, algo así como mezclar la Familia Marvel (Shazam) y la Liga de la Justicia.
Todo eso es cosa de Stan.
Pero el volumen de creatividad de aquella época se la debemos sobre todo a Kirby -y en menor medida a Ditko-, que por algo era El Rey, y parte de la Santísima Trinidad del cómic yanqui junto a Eisner y Caniff.
No sólo sus conceptos y personajes siguen vigentes y frescos hoy en día, sino además su forma de narrar la acción fue bautizada por The Man como "El Estilo Marvel", y posteriormente adoptado por gran parte de artistas de la Casa de las Ideas.
Eso sí, Kirby siempre necesitó a un buen guionista a su lado para poner en orden en orden el inmenso caudal de ideas y creatividad que era su mente, no hay más que echar un vistazo a sus obras en solitario.