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- 19 Mar 2007
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Respecto a la infelididad o promiscuidad, se han hecho estudios con topillos de campo y se han obtenido conclusiones (aunque hay que tomarlo con cautela).
Resulta que en dichos animalillos existe una proteína en una determinada región de su cerebro que provoca placer al pasar tiempo junto a su pareja. Esa proteína es un receptor que permite el acceso de una hormona llamada oxitocina a esa parte del cerebro. Recordemos que la oxitocina provoca esa extraña sensación que llamamos placer.
Este centro del placer en el cerebro no es el responsable del orgasmo, su activación únicamente tiene que ver con la interacción con la pareja. Es un placer que tiene unas características concretas y es el que se produce en presencia de
otros individuos a los que se tiene afecto (pareja, amigos, etc)
Al cabo del tiempo, si el topillo vuelve a oler a la pareja con la que tuvo el acto sexual se vuelve a liberar oxitocina y como dicho topillo tiene receptores, eso hace que sienta placer ante esa presencia concreta. Entonces el individuo quiere pasar tiempo con esa misma pareja. Por tanto, la presencia de ese receptor es lo que hace que sea monógamo.
Pero existe otra especie de topillo que es promiscua y no monógama y se caracterizan por no tener receptores de oxitocina de forma que cuando se vuelven a encontrar con una pareja con la que ya se han apareado, no sienten placer (aunque se libere oxitocina). La oxitocina no encuentra receptor para entrar en esa zona cerebral.
Las posibilidades de volver a aparearse con la antigua pareja son las mismas que las de hacerlo con cualquier otro ejemplar. Por tanto, el topillo se muestra indiferente hacia parejas que ha conocido y tendrá un comportamiento promiscuo.
Precisamente en el laboratorio cuando a un topillo monógamo se le anulan los receptores de oxitocina mediante técnicas genéticas, se vuelve promiscuo. Y a la inversa, cuando a un topillo promiscuo se le implantan receptores entonces se vuelve monógamo.
Sin duda alguna, el gen que codifica el receptor de oxitocina en el cerebro podría llamarse "el gen de la fidelidad" en los topillos.
¿Y qué pasa en la especie humana?. En realidad, no se puede analizar la presencia de estos receptores porque habría que acceder a nuestro cerebro provocando con ello lesiones irreversibles. Pero se ha llegado a una hipótesis y es que aquellos individuos con menos receptores serán más promiscuos porque sentirán menos placer al reencontrarse con una pareja conocida que los que tienen más receptores. Así pues, habrá individuos más promiscuos que otros en función de su genética, pero sólo que tendrá tal o cual inclinación de manera innata.
No obstante, la propensión a la infelidad puede quedar minimizada por diversos factores (sentimiento de culpa, fuertes lazos de unión a su pareja, creencias religiosas, etc) que pesan sobre cada persona.
En fin, opinemos.
Resulta que en dichos animalillos existe una proteína en una determinada región de su cerebro que provoca placer al pasar tiempo junto a su pareja. Esa proteína es un receptor que permite el acceso de una hormona llamada oxitocina a esa parte del cerebro. Recordemos que la oxitocina provoca esa extraña sensación que llamamos placer.
Este centro del placer en el cerebro no es el responsable del orgasmo, su activación únicamente tiene que ver con la interacción con la pareja. Es un placer que tiene unas características concretas y es el que se produce en presencia de
otros individuos a los que se tiene afecto (pareja, amigos, etc)
Al cabo del tiempo, si el topillo vuelve a oler a la pareja con la que tuvo el acto sexual se vuelve a liberar oxitocina y como dicho topillo tiene receptores, eso hace que sienta placer ante esa presencia concreta. Entonces el individuo quiere pasar tiempo con esa misma pareja. Por tanto, la presencia de ese receptor es lo que hace que sea monógamo.
Pero existe otra especie de topillo que es promiscua y no monógama y se caracterizan por no tener receptores de oxitocina de forma que cuando se vuelven a encontrar con una pareja con la que ya se han apareado, no sienten placer (aunque se libere oxitocina). La oxitocina no encuentra receptor para entrar en esa zona cerebral.
Las posibilidades de volver a aparearse con la antigua pareja son las mismas que las de hacerlo con cualquier otro ejemplar. Por tanto, el topillo se muestra indiferente hacia parejas que ha conocido y tendrá un comportamiento promiscuo.
Precisamente en el laboratorio cuando a un topillo monógamo se le anulan los receptores de oxitocina mediante técnicas genéticas, se vuelve promiscuo. Y a la inversa, cuando a un topillo promiscuo se le implantan receptores entonces se vuelve monógamo.
Sin duda alguna, el gen que codifica el receptor de oxitocina en el cerebro podría llamarse "el gen de la fidelidad" en los topillos.
¿Y qué pasa en la especie humana?. En realidad, no se puede analizar la presencia de estos receptores porque habría que acceder a nuestro cerebro provocando con ello lesiones irreversibles. Pero se ha llegado a una hipótesis y es que aquellos individuos con menos receptores serán más promiscuos porque sentirán menos placer al reencontrarse con una pareja conocida que los que tienen más receptores. Así pues, habrá individuos más promiscuos que otros en función de su genética, pero sólo que tendrá tal o cual inclinación de manera innata.
No obstante, la propensión a la infelidad puede quedar minimizada por diversos factores (sentimiento de culpa, fuertes lazos de unión a su pareja, creencias religiosas, etc) que pesan sobre cada persona.
En fin, opinemos.