Jose David
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- 2 Jul 2006
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La quería más que a su vida, y recibir la noticia de su accidente le hizo morir por dentro.
- Está bien, ¡no te preocupes, no le ha pasado nada grave! – le decían los padres de ella, pero él no oía siquiera las voces, sólo sabía que la única persona a la que había amado por y sobre todas las cosas acababa de ingresar en el hospital, víctima de un hijo de puta borracho que conducía a toda velocidad.
De camino al hospital, la madre de María le iba contando lo sucedido. Un impacto en la parte trasera del vehículo le hizo perder el control y salirse de la carretera. Varias vueltas de campana, cristales rotos, un milagroso rescate con tan sólo algunas magulladuras y cortes sin importancia.
Recuperó la respiración, su corazón volvía a latir, su alma gemela estaba bien y eso era lo único que importaba. Se prometió a si mismo no volver a dejar que le sucediera nada malo.
En la sala de espera llegaron más familiares y allegados, mientras el médico la examinaba y les daba la buena nueva:
- Está inconsciente, pero no deben preocuparse, no ha entrado en coma y sus funciones vitales y cerebrales están perfectamente. Tiene una contusión menor en la cabeza, pero nada de lo que deban preocuparse. Recuperará la consciencia en cualquier momento.
Abrazos, risas y alguna que otra lágrima de alivio, mientras Jesús, aun con el corazón en un puño, agradecía a los dioses, pese a ser ateo, su buena fortuna.
Entraron a verla en cuanto dio signos del primer despertar. Su madre le cogió la mano, el médico observó las pupilas por si se había formado algún coágulo o derrame cerebral, sus familiares hablaban bajo. Jesús la miraba como sólo puede mirar un alma enamorada al objeto de su amor.
Sus primeras palabras tranquilizaron a todos.
- ¿Dónde estoy?
- Estás en el hospital, has sufrido un accidente – explicó el doctor.
- ¡Qué susto nos has dado cariño!, estábamos que no vivíamos, el tío ese del accidente se va a enterar, le vamos a poner una demanda que no va a volver a dormir tranquilo. Ese no vuelve a coger un coche en su vida – relataba su madre mientras apretaba fuertemente su mano.
Ella miró a Jesús… lo miró sin verle realmente, y entonces él lo supo.
- Algo no va bien – no sabía si se dirigía a sus padres y familiares, al médico o a si mismo – algo le pasa.
- ¿De que hablas? – respondió rauda su madre – está perfectamente ¿no la ves?, María, ¿a que te encuentras bien?
Su mirada, confundida, extrañada, casi ausente, se lo dijo todo.
- ¿Quién es usted? ¿quién es toda esta gente? – preguntó María.
- Cariño, ¿qué estás diciendo?, soy tu madre.
- Lo siento, no la conozco. ¿DÓNDE ESTOY? – su respiración se agitaba, su nerviosismo era evidente - ¡no reconozco a nadie de aquí!, ¿Quiénes sois?, ¡¿Qué queréis de mi?! – intentó levantarse de la cama mientras las enfermeras se lo impedían.
El médico la examinaba nuevamente, todos murmuraban alterados. Jesús la miraba, pero no veía a su ángel allí, sólo a una chica asustada.
Se acercó lentamente mientras ella le prestó atención al ocupar casi todo su campo visual.
Él lo supo antes de que nadie se lo explicara. Le sonrió con una ternura y amor tal que el nerviosismo de la chica remitió hasta casi desaparecer. Y, pese a no recordar ni su propio nombre, supo que ese chico la amaba.
- No te preocupes María, no te preocupes por nada. Mi nombre es Jesús, has tenido un accidente, has perdido la memoria, pero no te preocupes, mi amor, no te preocupes…, porque todo se va a arreglar, porque todo va a salir bien, porque, una vez más volveré a enamorarte y volveremos a ser felices juntos. Porque, una vez más, se nos ha dado esta oportunidad, y nuestro amor sobrevivirá a todo. Volveremos a empezar.
Y por extraño que pueda parecer, pese a no comprender nada, María supo entonces que ese chico llamado Jesús decía la verdad, y supo también que pasaría exactamente eso, porque, una vez más, sin mayor esfuerzo, volvió a enamorarse de él.
AMNESIA RETRÓGRADA
Mirando por Internet sobre cierta operación que tienen que hacerme pronto (estoy esperando que me llamen), he dado con algo que en su día me fascinó, pero sobre lo que no había vuelto a pensar.
Algunas personas, mayormente debido a impactos en la cabeza en zonas muy concretas, bien por algún accidente de coche (suele ser lo habitual) o por una caída, sufren micro desgarros en el tejido neuronal que, si bien vuelve a regenerarse y a recuperar todas y cada una de las funciones vitales, hacen que pierda totalmente la memoria… para siempre.
Hay casos muy extremos, en los cuales la persona que era ya no existe, y tiene que volver a aprenderlo todo, empezando por andar, hablar, ir al servicio, vestirse…
Otras pierden igualmente la memoria, pero conservan la capacidad de hablar, e incluso alguna que otra habilidad que ya tenían antes, pero nunca, jamás, vuelven a recordar quienes fueron.
A partir de ahí, generan nuevos recuerdos, pero empiezan de cero.
El problema es que la vida no empieza de cero, la vida sigue justo en el momento en que la dejaron… y las consecuencias de esto son a veces tan surrealistas como la de una historia que he leído (y que no pongo el enlace porque da nombres reales y formas de localizarles, y eso no me gusta).
El chaval tiene ahora veintisiete años, y con veinticinco sufrió un impacto trasero de otro vehículo sobre el suyo. No sufrió lesiones graves, pero perdió totalmente la memoria (lo que se llama amnesia retrógrada). Podía hablar, caminar, y realizar todas las actividades normales, como seleccionar los canales de la tele o hacerse el nudo de la corbata, pero no recordaba ABSOLUTAMENTE NADA de su vida, ni de quienes formaban parte de ella.
Esta situación, tan hipotética para mi y tan real para muchos que la han vivido de cerca, me tiene fascinado, sinceramente.
De repente te despiertas en una cama de hospital, no sabes nada de nada, no sabes quién eres ni quienes son los que te rodean, y cuando te dicen lo que te ha pasado, llega una chica y te dice que es tu novia, y que “vamos a casa, cariño, allí terminarás de recuperarte”.
¿Qué haríais en semejante situación?
Porque la cosa tiene miga. Estás viviendo con una chavala que no conoces de nada, pero que TE GUSTA (porque si la tienes de novia, te tiene que gustar, digo yo) y con la que esa misma noche puedes hacer de todo. Joder, que chollo.
Por otra parte, supongo que el propio shock de lo ocurrido, unido a lo surrealista de la situación, debe ser brutal.
¿Seguiríais con vuestra pareja pese a no saber ni quien sois?
Y más importante aun. SI ESO LE PASARA A VUESTRA PAREJA, ¿qué haríais?.
Un bechi.
- Está bien, ¡no te preocupes, no le ha pasado nada grave! – le decían los padres de ella, pero él no oía siquiera las voces, sólo sabía que la única persona a la que había amado por y sobre todas las cosas acababa de ingresar en el hospital, víctima de un hijo de puta borracho que conducía a toda velocidad.
De camino al hospital, la madre de María le iba contando lo sucedido. Un impacto en la parte trasera del vehículo le hizo perder el control y salirse de la carretera. Varias vueltas de campana, cristales rotos, un milagroso rescate con tan sólo algunas magulladuras y cortes sin importancia.
Recuperó la respiración, su corazón volvía a latir, su alma gemela estaba bien y eso era lo único que importaba. Se prometió a si mismo no volver a dejar que le sucediera nada malo.
En la sala de espera llegaron más familiares y allegados, mientras el médico la examinaba y les daba la buena nueva:
- Está inconsciente, pero no deben preocuparse, no ha entrado en coma y sus funciones vitales y cerebrales están perfectamente. Tiene una contusión menor en la cabeza, pero nada de lo que deban preocuparse. Recuperará la consciencia en cualquier momento.
Abrazos, risas y alguna que otra lágrima de alivio, mientras Jesús, aun con el corazón en un puño, agradecía a los dioses, pese a ser ateo, su buena fortuna.
Entraron a verla en cuanto dio signos del primer despertar. Su madre le cogió la mano, el médico observó las pupilas por si se había formado algún coágulo o derrame cerebral, sus familiares hablaban bajo. Jesús la miraba como sólo puede mirar un alma enamorada al objeto de su amor.
Sus primeras palabras tranquilizaron a todos.
- ¿Dónde estoy?
- Estás en el hospital, has sufrido un accidente – explicó el doctor.
- ¡Qué susto nos has dado cariño!, estábamos que no vivíamos, el tío ese del accidente se va a enterar, le vamos a poner una demanda que no va a volver a dormir tranquilo. Ese no vuelve a coger un coche en su vida – relataba su madre mientras apretaba fuertemente su mano.
Ella miró a Jesús… lo miró sin verle realmente, y entonces él lo supo.
- Algo no va bien – no sabía si se dirigía a sus padres y familiares, al médico o a si mismo – algo le pasa.
- ¿De que hablas? – respondió rauda su madre – está perfectamente ¿no la ves?, María, ¿a que te encuentras bien?
Su mirada, confundida, extrañada, casi ausente, se lo dijo todo.
- ¿Quién es usted? ¿quién es toda esta gente? – preguntó María.
- Cariño, ¿qué estás diciendo?, soy tu madre.
- Lo siento, no la conozco. ¿DÓNDE ESTOY? – su respiración se agitaba, su nerviosismo era evidente - ¡no reconozco a nadie de aquí!, ¿Quiénes sois?, ¡¿Qué queréis de mi?! – intentó levantarse de la cama mientras las enfermeras se lo impedían.
El médico la examinaba nuevamente, todos murmuraban alterados. Jesús la miraba, pero no veía a su ángel allí, sólo a una chica asustada.
Se acercó lentamente mientras ella le prestó atención al ocupar casi todo su campo visual.
Él lo supo antes de que nadie se lo explicara. Le sonrió con una ternura y amor tal que el nerviosismo de la chica remitió hasta casi desaparecer. Y, pese a no recordar ni su propio nombre, supo que ese chico la amaba.
- No te preocupes María, no te preocupes por nada. Mi nombre es Jesús, has tenido un accidente, has perdido la memoria, pero no te preocupes, mi amor, no te preocupes…, porque todo se va a arreglar, porque todo va a salir bien, porque, una vez más volveré a enamorarte y volveremos a ser felices juntos. Porque, una vez más, se nos ha dado esta oportunidad, y nuestro amor sobrevivirá a todo. Volveremos a empezar.
Y por extraño que pueda parecer, pese a no comprender nada, María supo entonces que ese chico llamado Jesús decía la verdad, y supo también que pasaría exactamente eso, porque, una vez más, sin mayor esfuerzo, volvió a enamorarse de él.
AMNESIA RETRÓGRADA
Mirando por Internet sobre cierta operación que tienen que hacerme pronto (estoy esperando que me llamen), he dado con algo que en su día me fascinó, pero sobre lo que no había vuelto a pensar.
Algunas personas, mayormente debido a impactos en la cabeza en zonas muy concretas, bien por algún accidente de coche (suele ser lo habitual) o por una caída, sufren micro desgarros en el tejido neuronal que, si bien vuelve a regenerarse y a recuperar todas y cada una de las funciones vitales, hacen que pierda totalmente la memoria… para siempre.
Hay casos muy extremos, en los cuales la persona que era ya no existe, y tiene que volver a aprenderlo todo, empezando por andar, hablar, ir al servicio, vestirse…
Otras pierden igualmente la memoria, pero conservan la capacidad de hablar, e incluso alguna que otra habilidad que ya tenían antes, pero nunca, jamás, vuelven a recordar quienes fueron.
A partir de ahí, generan nuevos recuerdos, pero empiezan de cero.
El problema es que la vida no empieza de cero, la vida sigue justo en el momento en que la dejaron… y las consecuencias de esto son a veces tan surrealistas como la de una historia que he leído (y que no pongo el enlace porque da nombres reales y formas de localizarles, y eso no me gusta).
El chaval tiene ahora veintisiete años, y con veinticinco sufrió un impacto trasero de otro vehículo sobre el suyo. No sufrió lesiones graves, pero perdió totalmente la memoria (lo que se llama amnesia retrógrada). Podía hablar, caminar, y realizar todas las actividades normales, como seleccionar los canales de la tele o hacerse el nudo de la corbata, pero no recordaba ABSOLUTAMENTE NADA de su vida, ni de quienes formaban parte de ella.
Esta situación, tan hipotética para mi y tan real para muchos que la han vivido de cerca, me tiene fascinado, sinceramente.
De repente te despiertas en una cama de hospital, no sabes nada de nada, no sabes quién eres ni quienes son los que te rodean, y cuando te dicen lo que te ha pasado, llega una chica y te dice que es tu novia, y que “vamos a casa, cariño, allí terminarás de recuperarte”.
¿Qué haríais en semejante situación?
Porque la cosa tiene miga. Estás viviendo con una chavala que no conoces de nada, pero que TE GUSTA (porque si la tienes de novia, te tiene que gustar, digo yo) y con la que esa misma noche puedes hacer de todo. Joder, que chollo.
Por otra parte, supongo que el propio shock de lo ocurrido, unido a lo surrealista de la situación, debe ser brutal.
¿Seguiríais con vuestra pareja pese a no saber ni quien sois?
Y más importante aun. SI ESO LE PASARA A VUESTRA PAREJA, ¿qué haríais?.
Un bechi.