Uñas y masaje Luna, Calle Melendez Alvarez

El Chico Piedra Pomez

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19 May 2019
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En el trabajo que tienes para sobrevivir, ya que los sueños no te llevaron a ningún lugar, y nunca conseguiste tu trabajo ideal, un cateto al que debes rendirle pleitesia porque te paga el sueldo a fin de mes, pero que es un inepto sin ningún tipo de talento, que solo esta por encima de ti, a causa de que ha heredado la empresa de papá, te mira por encima del hombro tratandote como lo que desgraciadamente esta asquerosa sociedad te ha empujado a ser, su esclavo.

Tu familia te trata con molesta condolencia, por no haber estado a la altura esas expectativas que habían depositado en ti, pero en las que jamás han invertido nada de su parte para que pudiesen cumplirse.
En esas reuniones familiares en las que cada vez te ausentas mas a menudo con alguna falaz excusa, para no tener que aguantar a tus cuñados dándote consejos que no les has pedido para que encauces tu vida , mientras que algún primo al que nunca ves, y que únicamente te llama para pedirte dinero en algún evento especial como puede ser su boda, o las comuniones de sus hijos, te da la chapa sobre sus vacaciones en algún lugar lejano al que solo fue para ser un molesto turista mas de esos que deberíamos empezar a erradicar, te sientes fuera de lugar, como si la vida estuviera conspirando para burlarse de ti.

Tus amigos... ¿Qué amigos? Ya cada vez van quedando menos, todos han ido cayendo en la trampa del matrimonio, les ves por la calle empujando carritos y siendo mangoneados por esas vacaburras con síndrome de princesa impuesto por sus padres que los manejan a su antojo.
Aún así, ellos se atreven a llamarte inmaduro por no haber sucumbido como ellos, no te lo dicen, pero los ojos nunca mienten...

Por otro lado, expresas huir del compromiso, que no piensas sentar la cabeza jamás, lo que nadie sabe es que detrás de esas declaraciones tan firmes y seguras, se ocultan una serie de desengaños amorosos que te hicieron caer en un pozo de tristeza que parecía no tener fondo...

Aquella sonriente muchacha que conociste en el bachillerato,
que te hizo tu primera paja, pero nunca se atrevió a follar,
a la que le masturbaste en su portal antes de que subiese a casa antes de que dieran las doce...
La que te dijo que no buscaba nada serio y encontró al amor de su vida al siguiente año en la universidad...


O aquella alocada Argentina que conociste en el segundo año de carrera,
la primera que te dejo explorar toda su anatomía femenina,
la que que te atrapó por la lujuria,
y te soltó cuando su visa había expirado...

O mas recientemente,
aquella chica oriental que estudiaba español en Madrid,
de la que te enamoraste, y cada noche a su lado parecía una eternidad de la que no querías escapar...
Con la que nunca follaste, porque siempre hacías el amor...
pero que acabó volviendo a su tierra para casarse con el chico que le gustaba a sus padres, dejándote atrás, haciéndote sentir miserable.

Hubo muchas, y todas aportaron su granito de arena para esta desgracia.
Todas han dejado una herida en el corazón...

Pero a veces es tan terapeutico vendar esas heridas
en lugares donde el pecado tiene un precio,
donde por unos sucios billetes podemos fingir ser deseados, y en las mejores ocasiones, amados...

Con toda esta pesadumbre cargada sobre mis hombros,
me adentré en este centro de uñas y masajes situado en Chamberí...

"LUNA"

Se hace llamar el lugar, ¿Prometerán la luna como yo tantas veces he prometido? Solo hay una forma de saberlo...

Son las tres de la tarde de un día en semana, es primeros de Junio y el sol castiga en la capital del reino, no hay mucha gente, y una señora oriental esta terminando de hacerse las uñas.

Me recibe una mujer oriental, de larga melena negra atada en una coleta, que con una sonrisa me pregunta directamente con acento chino:

"Hola, ¿Masaje?"

Es una mujer bonita, ya debe haber cumplido las 40 primaveras, pienso que debió haber sido muy bonita en la veintena, y me limitó a asentir con la cabeza, un poco coartado de que nuestra conversación pueda ser escuchada por la mujer oriental que ya esta pagando por el servicio de uñas que le acaban de realizar...

"¿Tienes cita?" -Me pregunta la mujer, a lo que niego con la cabeza, atreviendome por fin a preguntar por el prcio de los servicios. Ella nunca borra su sonrisa, y señañandome un cartel en la pared, me informa que los masajes de media hora cuestan 20 euros, una hora 30... Lo de siempre...

Optó por el servicio de una hora, y ella amablemente me conduce a una habitación habilitada para los masajes. Es una habitación pequeña, pero limpia y bien acondicionada, dónde incluso hay una ducha. Ella me pide que me quite la ropa y me tumbe en la camilla. Obedezco y me tumbo en la camilla boca abajo sin quitarme los gayumbos, ella sonrie y me dice tirando de ellos:

"¿Esto no quita?"

Me los quito, y ella procede a embadurnarme con un aceite por la espalda que huele bastante bien... Ella comienza a deslizar sus manos por mi espalda y poco a poco las preocupaciones vitales que he relatado anteriormente empiezan a ir disipandose, ya no parecen una carga tan pesada sobre mis hombros...

A pesar de la dificultad del idioma, mantenemos una conversación agradable, que ayuda a crear una deliciosa armonía entre ambos...

"Tu mucho carga aquí, tu relaja." -Me dice mientras masajea la parte trasera de mi cuello.

Poco a poco voy liberando la tensión que llevo acumulada, y ella comienza a masajear mis gluteos.. Siento que busca encenderme, y lo consigue, soy un facilón, lo sé... Pero el placer es una de los pocos privilegios en la vida que podemos permitirnos los pobres...

Me pide que me gire, y empieza a masajear mi pecho, yo lentamente tambien empiezo a tocarla y no parece disgustarle, me deslizo a sus zonas erogenas y se aparta un poco... Desisto de continuar y ella entonces propone lo que llevaba esperando desde que empezó la sesión...

"Tu a mi plopina, yo masaje ahí"
"¿Puedes quitarte también la ropa?"
"Plopina" -Me dice haciendo un gesto de cruzar el dedo gordo con el dedo índice... Se que solo quiere mi dinero, quizá le haya gustado, quizá le haya caído bien, pero se que su amor se mide por la cantidad de dinero que le entregue, aun consciente de ello decido seguir jugando al juego que me propone, y negocio con ella...

20 por la jaja, otros quince por quitarse la ropa... No me parece un precio justo, pero acepto, hubo una vez alguien que dijo que ninguna mujer valía mas de cincuenta euros, y voy a gasta en esta 60, pero ya no es mi cerebro el que decide, es mi libido...

Tras la transacción económica ella impregna mi miembro de aceite y empieza a ordeñarme, yo agarro su pecho, es de tamaño mediano, pero tiene unos apetitosos pezones rosados que lamo y succiono a la vez que con mi mano libre, acaricio su clítoris rodeado por una buena mata de pelo suave y negro...

Me permite que le introduzca los dedos, y me cercioro de que lleguemos al clímax a la vez... Siento su humedad en mis dedos mientras que ella expulsa mi elixir de la vida sobre mi estomago... Son unos segundos de felicidad en los que siento que haciendo honor al nombre de su negocio me ha llevado a la luna... Ella intenta ahogar sus gemidos para que no nos oigan fuera...

Son estos momentos de placer los que hacen que uno se sienta vivo, que hacen que mires a la vida por encima del hombro, con desdén sintiendo que puedes conseguir todo lo que te propongas... Ojala y un orgasmo pudiera durar horas... En la ducha mientras me purificaba del pecado, volvían mis problemas, mientras me lamentaba de haberme gastado sesenta euros...

Me digo a mi mismo que esta será la última vez que acudo a un sitio de estos, pero se que no es verdad y no me engaño mas.
 
Última edición:
Al menos sabes escribir, puerco

Compendia tus miserias y sacate unos leuros

Asi tendras para furcias, sin pesar
 
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En el trabajo que tienes para sobrevivir, ya que los sueños no te llevaron a ningún lugar, y nunca conseguiste tu trabajo ideal, un cateto al que debes rendirle pleitesia porque te paga el sueldo a fin de mes, pero que es un inepto sin ningún tipo de talento, que solo esta por encima de ti, a causa de que ha heredado la empresa de papá, te mira por encima del hombro tratandote como lo que desgraciadamente esta asquerosa sociedad te ha empujado a ser, su esclavo.

Tu familia te trata con molesta condolencia, por no haber estado a la altura esas expectativas que habían depositado en ti, pero en las que jamás han invertido nada de su parte para que pudiesen cumplirse.
En esas reuniones familiares en las que cada vez te ausentas mas a menudo con alguna falaz excusa, para no tener que aguantar a tus cuñados dándote consejos que no les has pedido para que encauces tu vida , mientras que algún primo al que nunca ves, y que únicamente te llama para pedirte dinero en algún evento especial como puede ser su boda, o las comuniones de sus hijos, te da la chapa sobre sus vacaciones en algún lugar lejano al que solo fue para ser un molesto turista mas de esos que deberíamos empezar a erradicar, te sientes fuera de lugar, como si la vida estuviera conspirando para burlarse de ti.

Tus amigos... ¿Qué amigos? Ya cada vez van quedando menos, todos han ido cayendo en la trampa del matrimonio, les ves por la calle empujando carritos y siendo mangoneados por esas vacaburras con síndrome de princesa impuesto por sus padres que los manejan a su antojo.
Aún así, ellos se atreven a llamarte inmaduro por no haber sucumbido como ellos, no te lo dicen, pero los ojos nunca mienten...

Por otro lado, expresas huir del compromiso, que no piensas sentar la cabeza jamás, lo que nadie sabe es que detrás de esas declaraciones tan firmes y seguras, se ocultan una serie de desengaños amorosos que te hicieron caer en un pozo de tristeza que parecía no tener fondo...

Aquella sonriente muchacha que conociste en el bachillerato,
que te hizo tu primera paja, pero nunca se atrevió a follar,
a la que le masturbaste en su portal antes de que subiese a casa antes de que dieran las doce...
La que te dijo que no buscaba nada serio y encontró al amor de su vida al siguiente año en la universidad...


O aquella alocada Argentina que conociste en el segundo año de carrera,
la primera que te dejo explorar toda su anatomía femenina,
la que que te atrapó por la lujuria,
y te soltó cuando su visa había expirado...

O mas recientemente,
aquella chica oriental que estudiaba español en Madrid,
de la que te enamoraste, y cada noche a su lado parecía una eternidad de la que no querías escapar...
Con la que nunca follaste, porque siempre hacías el amor...
pero que acabó volviendo a su tierra para casarse con el chico que le gustaba a sus padres, dejándote atrás, haciéndote sentir miserable.

Hubo muchas, y todas aportaron su granito de arena para esta desgracia.
Todas han dejado una herida en el corazón...

Pero a veces es tan terapeutico vendar esas heridas
en lugares donde el pecado tiene un precio,
donde por unos sucios billetes podemos fingir ser deseados, y en las mejores ocasiones, amados...

Con toda esta pesadumbre cargada sobre mis hombros,
me adentré en este centro de uñas y masajes situado en Chamberí...

"LUNA"

Se hace llamar el lugar, ¿Prometerán la luna como yo tantas veces he prometido? Solo hay una forma de saberlo...

Son las tres de la tarde de un día en semana, es primeros de Junio y el sol castiga en la capital del reino, no hay mucha gente, y una señora oriental esta terminando de hacerse las uñas.

Me recibe una mujer oriental, de larga melena negra atada en una coleta, que con una sonrisa me pregunta directamente con acento chino:

"Hola, ¿Masaje?"

Es una mujer bonita, ya debe haber cumplido las 40 primaveras, pienso que debió haber sido muy bonita en la veintena, y me limitó a asentir con la cabeza, un poco coartado de que nuestra conversación pueda ser escuchada por la mujer oriental que ya esta pagando por el servicio de uñas que le acaban de realizar...

"¿Tienes cita?" -Me pregunta la mujer, a lo que niego con la cabeza, atreviendome por fin a preguntar por el prcio de los servicios. Ella nunca borra su sonrisa, y señañandome un cartel en la pared, me informa que los masajes de media hora cuestan 20 euros, una hora 30... Lo de siempre...

Optó por el servicio de una hora, y ella amablemente me conduce a una habitación habilitada para los masajes. Es una habitación pequeña, pero limpia y bien acondicionada, dónde incluso hay una ducha. Ella me pide que me quite la ropa y me tumbe en la camilla. Obedezco y me tumbo en la camilla boca abajo sin quitarme los gayumbos, ella sonrie y me dice tirando de ellos:

"¿Esto no quita?"

Me los quito, y ella procede a embadurnarme con un aceite por la espalda que huele bastante bien... Ella comienza a deslizar sus manos por mi espalda y poco a poco las preocupaciones vitales que he relatado anteriormente empiezan a ir disipandose, ya no parecen una carga tan pesada sobre mis hombros...

A pesar de la dificultad del idioma, mantenemos una conversación agradable, que ayuda a crear una deliciosa armonía entre ambos...

"Tu mucho carga aquí, tu relaja." -Me dice mientras masajea la parte trasera de mi cuello.

Poco a poco voy liberando la tensión que llevo acumulada, y ella comienza a masajear mis gluteos.. Siento que busca encenderme, y lo consigue, soy un facilón, lo sé... Pero el placer es una de los pocos privilegios en la vida que podemos permitirnos los pobres...

Me pide que me gire, y empieza a masajear mi pecho, yo lentamente tambien empiezo a tocarla y no parece disgustarle, me deslizo a sus zonas erogenas y se aparta un poco... Desisto de continuar y ella entonces propone lo que llevaba esperando desde que empezó la sesión...

"Tu a mi plopina, yo masaje ahí"
"¿Puedes quitarte también la ropa?"
"Plopina" -Me dice haciendo un gesto de cruzar el dedo gordo con el dedo índice... Se que solo quiere mi dinero, quizá le haya gustado, quizá le haya caído bien, pero se que su amor se mide por la cantidad de dinero que le entregue, aun consciente de ello decido seguir jugando al juego que me propone, y negocio con ella...

20 por la jaja, otros quince por quitarse la ropa... No me parece un precio justo, pero acepto, hubo una vez alguien que dijo que ninguna mujer valía mas de cincuenta euros, y voy a gasta en esta 60, pero ya no es mi cerebro el que decide, es mi libido...

Tras la transacción económica ella impregna mi miembro de aceite y empieza a ordeñarme, yo agarro su pecho, es de tamaño mediano, pero tiene unos apetitosos pezones rosados que lamo y succiono a la vez que con mi mano libre, acaricio su clítoris rodeado por una buena mata de pelo suave y negro...

Me permite que le introduzca los dedos, y me cercioro de que lleguemos al clímax a la vez... Siento su humedad en mis dedos mientras que ella expulsa mi elixir de la vida sobre mi estomago... Son unos segundos de felicidad en los que siento que haciendo honor al nombre de su negocio me ha llevado a la luna... Ella intenta ahogar sus gemidos para que no nos oigan fuera...

Son estos momentos de placer los que hacen que uno se sienta vivo, que hacen que mires a la vida por encima del hombro, con desdén sintiendo que puedes conseguir todo lo que te propongas... Ojala y un orgasmo pudiera durar horas... En la ducha mientras me purificaba del pecado, volvían mis problemas, mientras me lamentaba de haberme gastado sesenta euros...

Me digo a mi mismo que esta será la última vez que acudo a un sitio de estos, pero se que no es verdad y no me engaño mas.
¡Qué poeta! ¡Qué relato! Ni Lope de Vega en sus mejores años podría haber narrado con tanta sencillez pero dulzura mundana algo tan cierto y cotidiano, tan general que creo que la mayoría de nosotros nos podemos sentir no sólo identificados, sino que indirectamente comprendidos, pues compartimos este culposo placer.
Gracias por tu historia y por su puesto ojalá tuvieras a bien compartir con nosotros más anécdotas en el futuro.
 
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Es cierto q escribes y relatas las penas e historias de una forma artística. Me encanto leerlo y me sentí identificado en algunas cosas, pero reconozco a más de uno en tu relato completo.
Te animo a seguir contando de esta forma y gracias por conpartirlo con todos.
 
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